La Ingenuidad de una Sociedad Discreta
Ya en 1920 el Profano Luis Tejada hablaba
de que la Masonería no es una sociedad secreta. Comparando lo que le decía un
masón con lo que había aprendido de su abuelita, se dio cuenta de que ésta
estaba equivocada y de que los masones no son más que un grupo que busca el
bien de la humanidad, como lo busca también la Sociedad "San Vicente de
Paúl". Cuando llegó a esa conclusión, dice Tejada, se desilusionó de los
masones.
Como si mejor hubiera sido quemar curas,
asesinar vírgenes y alimentarse de lactantes asados al carbón, el profano en
mención (hoy en el Occidente Eterno) y muchos profanos de hoy dicen que la
Masonería, por no conspirar contra lo establecido, ha perdido todo su
atractivo. Por eso prefieren militar en partidos políticos y en movimientos
religiosos (de extrema derecha unos, de extrema izquierda otros), todos ellos
exigentes en cuanto a militancia se refiere.
Siendo el secreto un síntoma fiel de
militancia, las sociedades más católicas han aprovechado esa característica
para anatemizar a los Masones. Pero el anatema no necesariamente responde a la
conspiración misma; y en nuestro caso particular, no puede responder a ésta
pues nuestra Masonería no ha conspirado (han conspirado, sí, algunos masones;
pero también lo han hecho algunos comunistas, algunos conservadores y, quién lo
creyera, algunos católicos). El anatema, pues, se ha decretado sólo contra el
síntoma. Y como la Masonería, por principios, no puede ser una militancia (a
nadie se le ocurre que pueda haber una militancia de librepensadores), sin
conspiración, sin militancia y sin síntoma pierde todo atractivo para los
profanos.
Son muchos los masones que dicen que la
Masonería es una "Sociedad Discreta", no "secreta". Pero
los que lo afirman, ¿se han puesto a pensar en lo que eso significa? La palabra
"secreto" tiene un prestigio un tanto morboso que atrae a los que
optan por la libertad (después de todo, la sociedad no acepta que sus miembros
busquen la libertad; por eso tenemos que buscarla en secreto, no "en discreto").
En cambio la palabra "discreto" es poco clara. Aunque el diccionario dice
que "discreción" significa "sensatez, prudencia y tacto para
obrar", cuando se aplica para referirse a la masonería adquiere matices
ambiguos que disminuyen su atractivo. ¿Es la Masonería, entonces, una
institución sensata, prudente y con tacto para obrar? Si es así, ¿en qué
consiste su obrar? Si su obrar no es conspirar sino ejercer la beneficencia, esta
será, necesario es decirlo, discreta; y el sentido de esa frase nos dota,
dolorosamente, de un bajo perfil: una beneficencia discreta (como la que
hacemos, comparada con la que ejercen algunas organizaciones seudo-masónicas
exclusivamente filantrópicas) nos convierte, inmediatamente, en rotarios
subdesarrollados; y ningún profano va a querer pertenecer a un grupo así,
existiendo los rotarios desarrollados.
Nuestro error ha consistido en aceptarnos
como institución de beneficencia. Por nuestro afán de figurar, hemos abandonado
el frente que por herencia nos corresponde; y no nos damos cuenta de que el
púlpito cada día adquiere más autoridad en el corazón de la sociedad toda. Si
como institución de beneficencia el actuar de la Masonería es discreto, más nos
valiera, por dignidad, seguir actuando en secreto. Y si el actuar de la
Masonería llegara ser conspiración, el término "secreto" sería más
adecuado (más atractivo) y nuestro actuar tendría que ser, ahora sí, totalmente
discreto.
Ya he dicho en varios escritos que la
Masonería debe ser una fábrica de valores. Y siempre he soñado con una
verdadera conspiración masónica. Si aceptáramos que los cambios de la sociedad
son posibles sólo porque los hombres libres deciden perseguir un ideal, y si
adoptáramos el compromiso de generar valores para el futuro de nuestra nación,
el trabajo de la masonería colombiana podría llegar a ser la construcción
activa de una realidad abstracta que se sembrara en los cerebros de los
ciudadanos de este país. En otros términos, sería una conspiración ética de
largo alcance y a largo plazo. Y como esa realidad axiológica surgiría del
consenso entre masones, el proyecto de introducir en la sociedad nuestro
producto tendría que ser secreto pues, por tratarse de un cambio en las tradiciones,
produciría pavor en los sectores más conservadores de la comunidad.
Si emprendiéramos esa tarea seguiríamos
trabajando, como dijo Tejada, por el bien de la humanidad. Pero lo más
atractivo sería que, finalmente, podríamos tener una organización con identidad
propia que no se confundiera con los Leones, ni con los Rotarios, no con la
Sociedad San Vicente de Paúl; si emprendiéramos esa tarea tendríamos que actuar
muy discretamente, pues la misma nos obligaría a salirnos de las tradiciones de
nuestra sociedad; y si emprendiéramos esa tarea no sería necesaria otra
militancia y tendríamos, por fin, una verdadera sociedad secreta con una
verdadera conspiración.
Luis Alfonso Mejía E. M:.M:.
No hay comentarios:
Publicar un comentario