LA
FILOSOFÍA DE LA MASONERÍA
O
LA
MASONERÍA EN LA FILOSOFÍA
(I)
Todo lo que podamos decir sobre filosofía
y masonería es simplemente una conjugación retroalimentada de estos dos
conceptos.
El Masón cree y se guía
por varias trilogías fundamentales que sintetizan su intelecto:
“LIBERTAD,
IGUALDAD y FRATERNIDAD”
“CIENCIA,
JUSTICIA Y TRABAJO”
“SALUD,
FUERZA Y UNIÓN”
“AMOR
FRATERNAL, SOCORRO y CONSUELO”
Por otro lado, Albert
Einstein decía: “los enemigos más encarnizados de nuestras ideas, son
aquellos que no las entienden”….. Nada más verdadero que esto.
La filosofía como tal, es
el amor a la verdad, lo que implica vívidamente lo que la masonería o la francmasonería
busca desde sus inicios englobando una máxima que se condensa en el conjunto de
los conocimientos humanos, ya sea técnicos, sociales, morales y espirituales.
Es fundamental dejar
claro que la masonería como tal es adogmática, definiendo como DOGMA “una
proposición teórica, establecida como una verdad indiscutible por la autoridad
que rige cierta comunidad o sociedad”.
La
doctrina masónica es ante todo y por encima de todo, una doctrina humanista.
Esto quiere decir, que en ella lo humano es lo principal, sin que tal cosa
excluya lo natural y lo divino ni se quiera sustituir a Dios por el Hombre. Es
un humanismo equilibrado, sin extremismos exagerados o absurdos. Es el estudio
del Hombre por el Hombre con sus creencias, diferentes formas de pensamiento,
ideales y todo cuando lo enmarca desde el exterior y ejerce presión en sus
decisiones.
La Francmasonería es, en esencia y por antonomasia,
una institución iniciática. Esto significa que “hay que iniciarse” o
sea pasar por un proceso o ritual de iniciación el cual debe ser tan
contundente que debe tender a provocar
un cambio profundo en la vida moral y existencial del iniciado, tal como
sucedía desde tiempos antiguos posiblemente influenciados por la filosofía
egipcia. Aquí solo unos cuantos “escogidos” eran susceptibles de poder
pertenecer a esta casta de los “iniciados”, ya que los sacerdotes de la época
era quienes tenían “el conocimiento” y solo ellos
podían revelarlo.
Este proceso de transformación pretende cambiar al hombre
común y corriente, en un hombre nuevo, digno y selecto. Para ello se vale de la
muerte iniciática con el sentido de una conversión, muerte a una vida sin
reflexión, sin examen, para dar paso a una nueva vida de reflexión ética, de práctica
de la virtud y de conquista de la sabiduría, que es ese anhelo de perfección
que cada cual le corresponde aceptar y realizar, lo que consiste simplemente en un preguntarse a
sí mismo el porqué de las cosas y se
tendrá el sentimiento de no ser lo que se debería ser. Es un sentimiento
encontrado entre el antes y el después.
La iniciación es simplemente un acto que consiste en
pasar de un estado confuso de conciencia, tempestuoso y obscuro a otro de
silencio, firmeza, paz y luminosidad. Esto significa que todas las cosas que
parecen males a nuestros ojos, como la muerte, las enfermedades y la pobreza no
son males, porque descubrimos que no hay más que un solo mal: la falta de moral y, no hay más que
un solo bien, un solo valor, o
sea la voluntad de hacer el bien, por cada uno de nosotros y por la humanidad,
lo que supone que no nos debemos negar a examinar siempre de manera rigurosa nuestra manera de vivir, con la
finalidad de ver si siempre está dirigida e inspirada por esta voluntad de
hacer el bien.
Lo anteriormente expuesto es inseparable del modo de
vida, de hecho, se requerirá una
reflexión crítica acerca de cualquier verdad trascendental, última y
prefabricada, presentada como salvadora del mundo y que justifique tal o cual
forma de vida. Entonces habrá que esforzarse por explicitar las razones por las
cuales se actúa de tal o cual manera y reflexionar sobre la propia experiencia
y la de los demás. Sin esta reflexión, la vida masónica corre el riesgo de caer
en la trivialidad, en algo más común que el común de las cosas sin sustento ni
gracia.. Sin embargo vivir como masón es precisamente también reflexionar,
razonar, conceptuar, de una manera rigurosa, es decir, “pensar por uno mismo”.
La vida masónica es una búsqueda que jamás termina,
de allí que siempre seremos “aprendices”
pasen los años que se pasen dentro de la Orden. Sin filosofía no se puede
entender nada del mundo en que vivimos. Simplemente porque la práctica de la
totalidad de nuestros pensamientos, de nuestras convicciones y también de
nuestros valores se inscriben, sin que nosotros seamos conscientes en todo momento,
en el marco de alguna de las grandes visiones del mundo elaboradas y
estructuradas por el hilo que recorre la historia de las ideas.
Este principio tal vez fue el que privó en la Real
Sociedad inglesa desde el siglo XVII, por los fundamentos básicos de la llamada
“filosofía natural” muy
seguida por Isaac Newton, Jean Théophile Désaguliers y otros más, de la que se
puede decir sin temor a equivocarnos también que fue la cuna de la masonería
especulativa.
Por ejemplo, aprender a vivir, dejar de temer en
vano los diversos rostros de la muerte o simplemente, aprender a superar la
banalidad de la vida cotidiana, el aburrimiento y el tiempo que transcurre inexorablemente,
éste fue el primer objetivo que se fijaron las escuelas filosóficas de la
antigua Grecia. Esto gracias a la creación de las escuelas filosóficas de la
época, donde el conocimiento del hombre para el hombre era lo primordial en el
conocimiento puro, tal como lo esgrimía Platón.
Por otro lado, El Gran Arquitecto del Universo (G\A\D\U\) tiene
su fundamento en la filosofía griega, en lo que ellos denominaban “cosmos”, que no era otra cosa más
que la esencia íntima del mundo, es decir la armonía, el orden justo y bello. Y
era lo divino. Por lo tanto esta divinidad, que no tiene nada que ver con un
Dios personal, sino que consistía en el orden del mundo, la cual había que
saber contemplar, porque la estructura del universo no sólo era divina, sino también
racional, conforme a lo que los griegos denominaban “logos” y con el que se hace referencia precisamente a ese
admirable orden de las cosas y del cual nuestra razón va a demostrar ser capaz,
precisamente mediante el ejercicio de la teoría, de comprender el universo y de
descifrarlo.
Cuando se demuestra que una teoría científica es
falsa, o cuando se refuta a través de otra manifiestamente más verdadera, cae
en desuso y ya no interesa a nadie, salvo a algunos eruditos. Pero las grandes cuestiones
filosóficas sobre saber vivir, que se formularon en la noche de los tiempos,
siguen estando presentes. Existen propuestas sobre cómo se puede entender la
vida, actitudes que se adoptan ante la existencia, que nos siguen hablando a
través de los siglos y que nada puede convertir en obsoletas.
La Institución Masónica imparte sus enseñanzas a
través de alegorías y representaciones simbólicas, donde el simbolismo es
fundamental como pieza base del conocimiento de la Orden como tal, otorgándose
estas enseñanzas en forma gradual, a través de los diferentes grados masónicos,
cuan carrera escolástica, conforme al
desarrollo individual de sus miembros, ya que se encuentra dividida en
diferentes clases y grados, para proporcionar un avance más regular en sus
misterios. Según el progreso que alcancemos limitaremos o extenderemos nuestras
investigaciones y en función de nuestras capacidades llegaremos a un mayor o
menor grado de perfección y conocimiento.
M. M. René A.
Thomas R.
Resp\Log\ « Sol de Curpa N°112 »
Or\ Acarigua – Edo. Portuguesa
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