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miércoles, 19 de marzo de 2014

LA FILOSOFÍA DE LA MASONERÍA O LA MASONERÍA EN LA FILOSOFÍA (I)

LA FILOSOFÍA DE LA MASONERÍA
O
LA MASONERÍA EN LA FILOSOFÍA
(I)

Todo lo que podamos decir sobre filosofía y masonería es simplemente una conjugación retroalimentada de estos dos conceptos.
El Masón cree y se guía por varias trilogías fundamentales que sintetizan su intelecto:

“LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD”
“CIENCIA, JUSTICIA Y TRABAJO”
“SALUD, FUERZA Y UNIÓN”
“AMOR FRATERNAL, SOCORRO y CONSUELO”


Por otro lado, Albert Einstein decía: “los enemigos más encarnizados de nuestras ideas, son aquellos que no las entienden”….. Nada más verdadero que esto.
La filosofía como tal, es el amor a la verdad, lo que implica vívidamente lo que la masonería o la francmasonería busca desde sus inicios englobando una máxima que se condensa en el conjunto de los conocimientos humanos, ya sea técnicos, sociales, morales y espirituales.
Es fundamental dejar claro que la masonería como tal es adogmática, definiendo como DOGMA “una proposición teórica, establecida como una verdad indiscutible por la autoridad que rige cierta comunidad o sociedad”.
La doctrina masónica es ante todo y por encima de todo, una doctrina humanista. Esto quiere decir, que en ella lo humano es lo principal, sin que tal cosa excluya lo natural y lo divino ni se quiera sustituir a Dios por el Hombre. Es un humanismo equilibrado, sin extremismos exagerados o absurdos. Es el estudio del Hombre por el Hombre con sus creencias, diferentes formas de pensamiento, ideales y todo cuando lo enmarca desde el exterior y ejerce presión en sus decisiones.
La Francmasonería es, en esencia y por antonomasia, una institución iniciática. Esto significa que “hay que iniciarse”  o sea pasar por un proceso o ritual de iniciación el cual debe ser tan contundente que debe  tender a provocar un cambio profundo en la vida moral y existencial del iniciado, tal como sucedía desde tiempos antiguos posiblemente influenciados por la filosofía egipcia. Aquí solo unos cuantos “escogidos” eran susceptibles de poder pertenecer a esta casta de los “iniciados”, ya que los sacerdotes de la época era quienes tenían  “el conocimiento” y solo ellos podían revelarlo.
Este proceso de transformación pretende cambiar al hombre común y corriente, en un hombre nuevo, digno y selecto. Para ello se vale de la muerte iniciática con el sentido de una conversión, muerte a una vida sin reflexión, sin examen, para dar paso a una nueva vida de reflexión ética, de práctica de la virtud y de conquista de la sabiduría, que es ese anhelo de perfección que cada cual le corresponde aceptar y realizar, lo  que consiste simplemente en un preguntarse a sí mismo el porqué de las cosas y  se tendrá el sentimiento de no ser lo que se debería ser. Es un sentimiento encontrado entre el antes y el después.
La iniciación es simplemente un acto que consiste en pasar de un estado confuso de conciencia, tempestuoso y obscuro a otro de silencio, firmeza, paz y luminosidad. Esto significa que todas las cosas que parecen males a nuestros ojos, como la muerte, las enfermedades y la pobreza no son males, porque descubrimos que no hay más que un solo mal: la falta de moral y, no hay más que un solo bien, un solo valor, o sea la voluntad de hacer el bien, por cada uno de nosotros y por la humanidad, lo que supone que no nos debemos negar a examinar siempre de manera  rigurosa nuestra manera de vivir, con la finalidad de ver si siempre está dirigida e inspirada por esta voluntad de hacer el bien.
Lo anteriormente expuesto es inseparable del modo de vida, de hecho,  se requerirá una reflexión crítica acerca de cualquier verdad trascendental, última y prefabricada, presentada como salvadora del mundo y que justifique tal o cual forma de vida. Entonces habrá que esforzarse por explicitar las razones por las cuales se actúa de tal o cual manera y reflexionar sobre la propia experiencia y la de los demás. Sin esta reflexión, la vida masónica corre el riesgo de caer en la trivialidad, en algo más común que el común de las cosas sin sustento ni gracia.. Sin embargo vivir como masón es precisamente también reflexionar, razonar, conceptuar, de una manera rigurosa, es decir, “pensar por uno mismo”.
La vida masónica es una búsqueda que jamás termina, de allí que siempre seremos “aprendices” pasen los años que se pasen dentro de la Orden. Sin filosofía no se puede entender nada del mundo en que vivimos. Simplemente porque la práctica de la totalidad de nuestros pensamientos, de nuestras convicciones y también de nuestros valores se inscriben, sin que nosotros seamos conscientes en todo momento, en el marco de alguna de las grandes visiones del mundo elaboradas y estructuradas por el hilo que recorre la historia de las ideas.
Este principio tal vez fue el que privó en la Real Sociedad inglesa desde el siglo XVII, por los fundamentos básicos de la llamada “filosofía natural” muy seguida por Isaac Newton, Jean Théophile Désaguliers y otros más, de la que se puede decir sin temor a equivocarnos también que fue la cuna de la masonería especulativa.
Por ejemplo, aprender a vivir, dejar de temer en vano los diversos rostros de la muerte o simplemente, aprender a superar la banalidad de la vida cotidiana, el aburrimiento y el tiempo que transcurre inexorablemente, éste fue el primer objetivo que se fijaron las escuelas filosóficas de la antigua Grecia. Esto gracias a la creación de las escuelas filosóficas de la época, donde el conocimiento del hombre para el hombre era lo primordial en el conocimiento puro, tal como lo esgrimía Platón.
Por otro lado, El Gran Arquitecto del Universo (G\A\D\U\) tiene su fundamento en la filosofía griega, en lo que ellos denominaban “cosmos”, que no era otra cosa más que la esencia íntima del mundo, es decir la armonía, el orden justo y bello. Y era lo divino. Por lo tanto esta divinidad, que no tiene nada que ver con un Dios personal, sino que consistía en el orden del mundo, la cual había que saber contemplar, porque la estructura del universo no sólo era divina, sino también racional, conforme a lo que los griegos denominaban “logos” y con el que se hace referencia precisamente a ese admirable orden de las cosas y del cual nuestra razón va a demostrar ser capaz, precisamente mediante el ejercicio de la teoría, de comprender el universo y de descifrarlo.
Cuando se demuestra que una teoría científica es falsa, o cuando se refuta a través de otra manifiestamente más verdadera, cae en desuso y ya no interesa a nadie, salvo a algunos eruditos. Pero las grandes cuestiones filosóficas sobre saber vivir, que se formularon en la noche de los tiempos, siguen estando presentes. Existen propuestas sobre cómo se puede entender la vida, actitudes que se adoptan ante la existencia, que nos siguen hablando a través de los siglos y que nada puede convertir en obsoletas.

La Institución Masónica imparte sus enseñanzas a través de alegorías y representaciones simbólicas, donde el simbolismo es fundamental como pieza base del conocimiento de la Orden como tal, otorgándose estas enseñanzas en forma gradual, a través de los diferentes grados masónicos, cuan carrera escolástica,  conforme al desarrollo individual de sus miembros, ya que se encuentra dividida en diferentes clases y grados, para proporcionar un avance más regular en sus misterios. Según el progreso que alcancemos limitaremos o extenderemos nuestras investigaciones y en función de nuestras capacidades llegaremos a un mayor o menor grado de perfección y conocimiento.

M. M. René A. Thomas R.
Resp\Log\ « Sol de Curpa N°112 »
Or\ Acarigua – Edo. Portuguesa

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