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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Las Serpientes del Caduceo


Las Serpientes del Caduceo 

El asenso de las dos serpientes alrededor del Caduceo indica la formación de esa misteriosa fuerza, que además es increíblemente  Poderosa. 

Esta gran fuerza existe bajo dos formas: el positivo y el negativo. 

Partiendo esta fuerza de un mismo centro, ella se eleva innumerables circunferencias por medio de innumerables potentes rayos. La fuerza, sexual. La fuerza de la libido, es impulso de participación, de difusión, de comunión de dos seres macho y hembra. Así se forma esta rueda compuesta de varias ruedas que giran unas en otras y que vemos flamear en la visión de Ezequiel. La cadena de transmisión establece la unión entre las generaciones sucesivas. 

El punto central es positivo de un lado y negativo del otro. 

Al lado negro, se enlaza la serpiente negra; al lado blanco, se liga la serpiente blanca. El punto central representa la libido creativa, y es en el lado negro donde comienza el morbo. 

Con el acto sexual se puede crear vida, pero también puede producir enfermedad y muerte, bajo distintas formas de enfermedades veneras, y pandemias de contagio sexual  como lo es el  sida. 

La serpiente negra engendra la corriente fatal; la serpiente blanca, el movimiento libre y luminoso.  El punto central puede representarse simbólicamente por la Luna, y las dos fuerzas por medio de dos mujeres: la una blanca y la otra negra. 

La misma Viuda de los masones  bajo los aspectos metafóricos de la fuerza  shaktí: 

La mujer negra es la Lilith caída, la mujer pasiva, la infernal Hécate, que lleva el creciente lunar en la frente. 

La mujer blanca es María la virgen, que tiene al mismo tiempo bajo los pies el creciente lunar y la cabeza de la serpiente negra. 

Podemos explicarlo más claro, pues tocamos el misterio de todas  las enseñanzas. Ellos se tornan infantiles a nuestros ojos y tememos herirlos. 

El dogma del pecado original, de cualquier forma que lo interpretemos, supone la preexistencia de nuestras almas, si no en su vida particular, por lo menos en la vida universal. 

Luego, si alguien puede pecar sin saberlo en la vida universal, debe ser salvado de la misma manera; pero esto es un Gran Secreto. 

La Luz, el rayo de la rueda, la cadena de transmisión iniciática, vuelve recíprocamente solidarias a las generaciones y determina que los padres sean castigados por sus hijos, a fin de que, a través de los sufrimientos de sus vástagos, los padres puedan alcanzar la propia salvación. 

Es por esto que, conforme a la idea, el iniciado desciende a una caverna y luego se le abren las puertas de la Logia, sube al cielo de iniciación, llevando preso consigo el cautiverio. 

Y la vida universal exclamó: ¡Hosu! Pues había roto el aguijón de la muerte. 

Los antiguos hierofantes griegos representaban las dos fuerzas simbolizadas por las dos serpientes, por medio de dos criaturas que luchaban entre sí, sujetando un globo con los pies y otro con las rodillas. 

Los dos seres eran Venus y Minerva. El amor loco y el amor sabio. Su lucha eterna mantenía el equilibro del mundo. 

Si no admitiéramos nuestra existencia personal antes de nuestro nacimiento en la tierra, deberíamos entender por pecado original, una depravación voluntaria del magnetismo humano en nuestros primeros padres que, al destruir el equilibrio de la cadena divina, habría otorgado un funesto predominio a la serpiente negra, es decir, a la corriente astral de la vida muerta y cuyas consecuencias sufriríamos nosotros, los hijos, como esas criaturas que nacen raquíticas debido a los vicios de sus padres, debiendo sufrir el castigo de faltas que no cometieron. 

Los sufrimientos extremos de los antiguos iniciados, las penitencias excesivas de los buscadores de la Gran Luz, habrían tenido como fin hacer contrapeso a esta falta de equilibrio tan desmedida, que acabaría por arrastrar al mundo a la conflagración. La gracia, es decir, la serpiente blanca, simbolizada por la columna B, sería la corriente astral de la vida, cargada de los méritos de la Redentora Luz. 

 El Caduceo es una Vara entrelazada con dos serpientes, que en la parte superior tiene dos pequeñas alas o un yelmo alado. Su origen se explica racional e históricamente por la supuesta intervención de Mercurio ante dos serpientes que reñían, las cuales se enroscaron a su vara, la columna vertebral. 

Los  antiguos romanos  utilizaron el caduceo como símbolo del equilibrio moral y de la buena conducta; el bastón expresa el poder; las dos serpientes, la sabiduría; las alas, la diligencia; el yelmo es emblemático de elevados pensamientos. 

El caduceo es en la actualidad la insignia del obispo católico ucraniano, y en otras partes representa a la medicina . 

Desde el punto de vista de los elementos, el caduceo representa su integración, correspondiendo la vara a la tierra, las alas al aire, las serpientes al agua y al fuego en movimiento ondulante de la onda y de la llama. 

El Caduceo como símbolo está muy extendido y se encuentra en la India grabado en las tablas de piedra denominadas “ kundalini ”,  el caduceo en Mesopotamia, donde lo ve en el diseño de la copa sacrificial del rey Gudea de Lagash (2600 a.C.). 

A pesar de la lejana fecha, el autor citado dice que el símbolo es probablemente anterior, considerando los mesopotámicos a las dos serpientes entrelazadas como símbolos del dios que cura las enfermedades, sentido que pasó a Grecia y a los emblemas de nuestros días. 

Desde el punto de vista esotérico, la vara del caduceo corresponde al eje del mundo y sus serpientes aluden a la fuerza Kundalini, que, según las enseñanzas tántricas, permanece dormida y enroscada sobre sí misma en la base de la columna vertebral (símbolo de la facultad evolutiva de la energía pura). 

Los vicios, los dogmas, serían la corriente astral de la muerte, la serpiente negra simbolizada por la columna J manchada con todos los crímenes de los hombres, escarnecida por sus malos pensamientos, llena de venenos resultantes de sus malos deseos; en una palabra, El Magnetismo del mal. 

Entre el bien y el mal el conflicto es eterno. Son siempre irreconciliables. El mal es condenado para siempre a los tormentos que acompañan al desorden, y es por eso que, desde la infancia, no cesa de solicitarnos y atraernos para sí. Todo lo que las religiones dogmáticas afirman de Satán se explica perfectamente por este espantoso magnetismo, ese Satán que no es otro que nuestra propia negatividad, tanto más terrible cuanto más fatal, y tanto menos temible para la virtud, a la que no podría alcanzar, porque ésta, con el auxilio de la gracia, puede resistirle. 

La serpiente de bronce 

Números 21 

Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. 

Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. 

Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. 

Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. 

Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía. 

VICENTE ALCOSERI.

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