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jueves, 19 de septiembre de 2013

ETs antes de nuestra Era – América 5

ETs antes de nuestra Era – América 5 


Bebgororoti: el visitante del cielo 


El investigador suizo también conversó con el indianista Joao Américo Peret, que le mostró fotos de una fiesta de los caiapós, en su aldea del río Fresco, sur de Pará. Las fotos muestran algunos indios en su vestimenta ritual, que cubre todo el cuerpo de los hombres como un mono, dejando expuestos apenas las manos y los pies. Y la cabeza está cubierta por un gran casquete de paja. 

Traje ritualístico usado por los caiapós para revivir la leyenda de Bebgororoti. 


La semejanza de esos trajes con el uniforme de un astronauta parece obvia. Sucede que las fotos fueron tomadas en 1952, nueve años antes de que Yuri A. Gagarin mostrara al mundo con qué equipamiento, por primera vez, un hombre dio una vuelta orbital en nuestro planeta. 

Existe una leyenda caiapó relacionada a ese traje ritual, la cual fue narrada por Peret a Erich von Däniken. 

El indianista afirmó haber oído la leyenda de la boca de Kubenkrakein, un viejo consejero de la aldea de Gorotire en el río Fresco. Así habló, en resumen Kubenkrakein, también conocido como “Gaway-Baba”, “el sabio”. 

“Nuestro pueblo habitaba una región, lejos de aquí, de donde se avistaba la sierra de Pukato-ti, cuya cumbre estaba y continúa cubierta por la niebla de la incerteza, hasta hoy no levantada. 

El Sol, cansado de su extenso paseo diario, se echó en el pasto verde, detrás de unas arboledas, y Mem-Baba, el inventor de todas las cosas, cubrió el cielo con su manto, repleto de estrellas colgadas. 

Cuando una estrella cae, Memi-Keniti atraviesa el cielo para recolocarla en su lugar. Es esta la tarea de Memi-Keniti, el eterno guarda. ”Cierto día, Bebgororoti, viniendo de la sierra de Pukato-ti, entró por primera vez a la aldea. El vistió ‘bo’ (representado por el traje de paja en el ritual), que cubrió todo su cuerpo de la cabeza a los pies. 

En la mano llevaba ‘kob’, un arma de trueno. Todos los habitantes de la aldea quedaron apabullados y se refugiaron en las arboledas. Los hombres procuraron proteger a las mujeres y los niños, y algunos intentaron luchar contra el intruso, mas sus armas se revelaron frágiles por demás.” 

El hombre contemporáneo, por lo visto, todavía no produjo un arma semejante a la usada por Bebgororoti: “Toda vez que las armas de los indígenas tocaban en los trajes de Bebgororoti, quedaban desintegradas y hechas polvo. 

El guerrero, venido del cosmos, dio una risotada ante la fragilidad de las armas de los terrestres. A fin de dar una demostración de su fuerza, levantó el ‘kob’ (el arma de trueno), apuntó para un árbol o una piedra y, en seguida, destruyó ambas. Todos acreditaron que, con eso, Bebgororoti quería promover sus intenciones pacíficas, pues no vino para hacer la guerra con los indios. Y así continuó por largo tiempo.” 

En seguida, según la narrativa de Kubenkrakein, se estableció la confusión en la tribu: “Los guerreros más valientes de la tribu procuraron ofrecer resistencia, mas nada podían hacer sino acostumbrarse a la presencia de Bebgororoti, el cual nada intentó contra quien quiera que fuese. Su belleza, la blancura resplandeciente de su piel, su gentileza y su amor para con todos vencieron los corazones más recalcitrantes y cautivó a toda la tribu. Todos experimentaron una sensación de seguridad, y así quedaron siendo amigos.

”Bebgororoti, gustoso de luchar con las armas de nuestro pueblo y de aprender lo que era preciso para tornarse eximio cazador, llegó a superar, en el manejo de las armas, a los mejores entre los líderes tribales, el ser el más valiente de la aldea. Poco después, Bebgororoti fue aceptado como guerrero en la tribu. 

En seguida, fue escogido por una joven para marido. Se casaron y tuvieron hijos hombre y una hija moza, que llamaron Nyobogti.” 

Como Oannes, en el Oriente Medio, y Quetzalcóatl, en Mesoamérica, Bebgororoti también dedicó su tiempo a enseñar a los nativos lo que ellos no conocían: “Instruyó a los hombres en la construcción de la ‘ngob’, casa de los hombres, hoy existente en todas las aldeas indígenas. 

En aquella casa, los hombres hablaban a los más mozos de sus aventuras, y así los jóvenes aprendían como actuar en la hora del peligro y como pensar. En realidad, aquella casa era una escuela y Bebgororoti era el maestro. 

”En el ámbito de la ‘ngob’ evolucionaban los oficios y las artes manuales, perfeccionando nuestras armas, y todo lo que allá se hacía era debido al gran guerrero proveniente del cosmos. 

Fue él que instituyó el ‘gran consejo’ en el cual discutimos los problemas de la tribu, y, al poco tiempo, se constituyó una organización más perfeccionada, la cual facilitó las tareas y la vida cotidiana de todos.” 

¿Qué sería esa “arma de trueno”, el “kob”? El misterio aumenta cuando se queda sabiendo que, “cuando la caza era difícil, Bebgororoti tomaba el ‘kob’ y mataba a los animales sin herirlos. 

El cazador tenía siempre derecho de reservarse para sí la mejor parte de la caza, mas Bebgororoti, que no comía los alimentos usuales de la aldea, llevaba apenas lo estrictamente necesario para él y su familia. 

Sus amigos discordaban de esa actitud, mas él quedó irreducible en su modo de actuar”. La narración del indio Kubenkraiken ya parece suficientemente fantástica hasta aquí, principalmente si tenemos en cuenta que esos hechos pueden haber ocurrido en pleno Amazonas. Y el misterio aumenta cuando “el visitante del cosmos” es tomado por una creciente nostalgia por la sierra de Pukato-ti, de donde él había venido años antes.


Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: ETs antes de nuestra Era – América http://www.mysteryplanet.com.ar/site/?p=1487&page=5

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