LOS HIJOS DE DIOS Y EL DILUVIO.
Autor: Herbert Oré B.
La erudita polémica que sigue en pie desde tiempos inmemoriales acerca de estas palabritas, «los hijos de Dios», y que ha generado millares de páginas de comentarios enfrentados y contradictorios, no inspirará más que una sonrisa aburrida en cualquiera que disponga de un poco de información privilegiada. Las palabras «los hijos de Dios» se han traducido también por «los gigantes», «los niños de Dios», «los ángeles caídos», o quizá por «los seres espirituales renegados». ¡Es como para ponerse a gritar!
¡Unas simples palabritas ponen la fe de
cabeza! Cualquier especialista con sólidos conocimientos de hebreo puede
decirnos lo que significan exactamente las palabras en cuestión: «Los que
habían descendido eran semejantes a los hombres y mucho mayores que los seres
humanos». Pero a uno no le está permitido decir lo que piensa so pena de ser acusado hereje. Aun así, muchos lo dijeron, sin reparos de ningún tipo, algunos fueron quemados en la hoguera y otros fueron perseguidos.
La vieja objeción de que los
extraterrestres no podrían aparearse de ningún modo con los terrestres ha sido
rechazada hace mucho tiempo; no necesito repetirme en este sentido. («Y los
dioses crearon a los hombres a su imagen...»)
En este drama de la prehistoria, para quienes sostienen que fuimos creados por extraterrestres, se resume en que el
«altísimo», el comandante de la nave espacial, poseía evidentemente mejor información que los de su tripulación. Observaba con preocupación lo que
sucedía en la Tierra. La
hibridación de los extraterrestres con los terrestres hizo aparecer unas
criaturas que no concordaban de ningún modo con la raza planeada del Homo
sapiens. Éste fue el pecado original de la mitología. Los seres humanos estaban
heredando mensajes genéticos equivocados. «Y arrepintióse el Señor de haber
hecho hombre en la Tierra ,
y pesóle en su corazón», dice el Génesis (6, 6). El «altísimo» debía
interrumpir de algún modo el experimento del «ser humano» y empezar de nuevo.
Pero ¿cómo? Los ángeles renegados poseían probablemente armas poderosas,
podían esconderse en las cuevas y hacerse fuertes dentro de los edificios. No
había ninguna posibilidad de cazar uno por uno a los malvados.
No podemos deducir de las leyendas y de los
textos religiosos si el diluvio fue provocado intencionadamente o si un
meteorito grande chocó con la
Tierra. Una inundación artificial es posible, y los meteoritos caen
constantemente sobre la
Tierra. Fuera lo que fuese, el «altísimo» debía de estar
informado sobre el momento exacto en que tendría lugar el diluvio: así es como
pudo informar a los buenos y aconsejarles sobre el modo de construir un barco. Asi lo narran los sumerios como también la biblia.
El evento del diluvio sucedió y todos los híbridos murieron, solo se salvaron unos pocos por información que les alcanzaron sus dioses. Unos narran que los eligieron por ser buenos a su dios y otros dicen: Por que eran hijos de dios, es decir un híbrido de extraterrestre y humano.
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