A través de la Ley de la Retribución, las malas acciones que una
persona comete se vuelven contra ella. La Historia nos ilustra bien
acerca de este hecho.
Por lo tanto, que "no hay que hacer a otros lo que deseamos que no nos
hagan a nosotros" está conectado con un aspecto del liberarse de la
ley de la Retribución a la cual está sujetas las personas. Una
conducta unilateral, característica de las personas maquina, lo ponen
bajo la Ley de la Retribución.
Excitará lo opuesto en el sentido de ¿lo qué hago de bien a los otros
me será recompensado? Este debe ser el significado del dicho El amor
se paga a sí mismo, se basta a sí mismo, es su propia recompensa..
Ahora bien, no limitaremos la acción de la Ley de la Retribución a
una sola vida: sino en varias como Reencarnaciones o Recurrencias, o
en un Eterno Oriente Paradisiaco o de Expiación "Es algo así: el
beneficiado se convierte en el benefactor; el benefactor se convierte
en el beneficiado."
En suma, la situación se revierte, mañana o años más tarde. Lo
pasivo llega a ser activo y lo activo llega a ser pasivo. La situación
da vueltas completamente. Ahora bien, cabe la posibilidad de hacer
reflexión, pero la gente se niega con obstinación a seguir este
proceder. Nos enseñan masónicamente a este respecto, como ejercicio
para acrecentar la conciencia, considerar a veces conscientemente el
punto de vista opuesto al que simplemente consideramos
mecánicamente.
Esto es incluir lo opuesto, pero sin rechazar el otro punto de vista.
Es llevar los opuestos reunidos hacia un punto medio, incluyendo ambos
lados en la conciencia. No es la conversión en lo contrario, sino
reconocerla. Es un ejercicio muy útil si de vez en cuando se lo
realiza verdaderamente. Amplia mucho la extensión de la mente. Como
ejercicio masónico está vinculado con la Fraternidad.
Entre muchos otros beneficios, ser cada vez más consciente de ambos
lados del Péndulo disminuye la resistencia a la Fraternidad. Por
ejemplo, se siente uno atacado por una súbita crisis de pensamientos
no fraternos. Cuando esto sucede uno se identifica evidentemente con
una posición extrema del Péndulo. ¿Cuál es, pues, el opuesto que se
debe hacer comparecer ante la conciencia para equilibrar el proceso
si se desea trabajar sobre este desagradable estado? Convocar al
opuesto convencional —esto es, verse uno mismo pleno de bondad y
tolerancia, tal como se recuerda haber sido, digamos, ayer, es poco
probable que sea el opuesto efectivo que permita la liberación.
¿Dónde puede encontrarse el opuesto efectivo? Cabe responder que se lo
encuentra en lo que no se incluye en el sentimiento de uno mismo.
Los opuestos a los que nos referimos aquí son los grandes opuestos de
la Luz y de las Tinieblas. Porque aquello de lo cual soy consciente
está en la Gran Luz, y aquello de lo cual soy inconsciente está en las
Tinieblas, y estos dos son grandes poderes que están en desacuerdo uno
con otro- y que riñen ahí justo dentro de nuestras mentes
constantemente.
En la Mitología Masónica se encuentran mitos acerca de esa lucha
entre la Luz y las Tinieblas, del héroe de la Luz “Hiram Abiff”
combatiendo el dragón de las Tinieblas o que es temporariamente
asesinado por tres malvados y se abre penosamente camino para volver a
la Vida de Nuevo.
El Trabajo Masónico nos enseña que no somos propiamente conscientes.
Nos indica que la meta suprema de la Masonería es el acrecentamiento
total de conciencia. Tal como somos, pertenecemos a "la gente que vive
en las tinieblas del mundo profano y evita la Gran Luz de la
Iniciación Masónica".
No nos enfrentamos con nosotros mismos. Nos negamos a ver. Cambiamos
de tema o nos justificamos a nosotros mismos. Pues bien, lo que está
en las tinieblas mentales de una persona posee un extraño poder sobre
ella. Sigue ejerciendo su influencia sobre ella y por más que parezca
resistir, termina por dominarla.
Su maldad y oscurantismo paraliza por momentos su voluntad consciente.
Tan sólo el héroe Solar “Hiram Abiff”, es decir la conciencia, puede
luchar contra su poder de la Oscuridad del Mundo Profano, ese mundo
lleno de Egoísmo, Falsedad, Hipocresía, Superstición y Fanatismo.
El héroe francmasón vive, para empezar, en esa óptica por medio de la
cual podemos observarnos a nosotros mismos y por lo tanto ampliar y
así acrecentar nuestra conciencia de nosotros mismos. Se nos enseña
masónicamente en realidad que el observarse a sí mismo deja penetrar
un rayo de luz en nuestras tinieblas interiores —esto es, en aquello
de lo cual somos inconscientes y así no se incluye en nuestro
acostumbrado sentimiento de sí—.
¡Oh esta cosa maldita llamada "Ego" —este profano manojo demasiado
identificado con las regiones, la sociedad y las ciencias profanas—,
esa tonta colección de condicionamientos que es causa de tantas
molestias y nos posee sin que lo notemos!
Ahora bien, cuanto más se amplía nuestra conciencia masónica, tanto
más incluye, y menos largos serán las oscilaciones de los opuestos y
así menos estará nuestra existencia espiritual a la merced de las
oscilaciones del péndulo.
Ese "Ego" es notablemente exclusivo. Es extraordinariamente poderoso,
nos atrapa y nos despoja. No quiere ser desenmascarada. Por cierto,
uno tendría que combatir afanosamente a ese "Ego", que es una
mentira.
El amor de sí está en él. Pero el amor egoísta de sí debería tener una
mejor meta, porque ese "uno mismo", que nos procura tantos opuestos
innecesarios por su empecinada negativa a incluir más de lo que
incluye en la conciencia, no es el Sí al que llegamos por último
cuando la conciencia ha logrado un suficiente ensanchamiento y las
fronteras del pequeño y tonto "Ego" son derribadas.
Alcoseri
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