LOS VISITANTES Y LOS HOMBRES ( IV )
Herbert Ore Belsuzarri.
De todos esos relatos o crónicas
mixtificadas y deformadas por el tiempo, por los intereses, ambiciones y la
lógica ignorancia supersticiosa primitiva, podemos estimar que la llegada de
esos visitantes se situaría en torno a
los 450000-400000 años antes de nuestra era. Esto parecería una afirmación
traída de los pelos, pero hay información en las tablillas cuneiformes
sumerias, los Textos de las Pirámides, la narración del Gilgamesh babilonio, el
Bahavad-Ghita hindú, el Popol-Vuh maya, ciertos textos chinos y nipones, la
célebre cita del Génesis bíblico y los Libros Sagrados mosaicos y rabínicos en
los que éste se apoya, el Testamento de Baruc, el famoso Libro de Enoc, algunos
evangelios o manuscritos “apócrifos” de Qmrán, los misteriosos y reveladores
mitos geto-dacios asociados a la singular figura del “demasiado carnal”
dios-fundador Zalmoxis cárpato-danubiano y las mismas leyendas y compilaciones
orales de multitud de pueblos, etnias y tribus dispersos por toda África (credo
Mutwa, los Dogones, fundamentos de la religión yoruba), Asia, la Europa Celta,
eslava, escandinava y germánica prerromana, toda la América indígena del Norte
(indios hopi) a Sur (mapuches chilenos) y Oceanía (Isla de Pascua, Micronesia,
Ponapé), Tiahuanaco, Caral, Moches, Incas, Mayas, para hallar el rastro del
mismo concepto elemental.
Una vez limpiado de sus innumerables y
policromos adornos mágico-supersticiosos, es posible descubrir un hilo
conductor o eje principal de difusión central triangular que nace entre
Anatolia-Armenia, Sumer-Babilonia y Egipto, para después irradiar y ramificarse
hacia el Noreste y Poniente, con una fuerte concentración realimentada por la
emigración judía ashkenazí a la zona balcánico-carpatiana y adyacentes tras la
destrucción de Jerusalén por las tropas del general Tito y la ulterior Gran
Diáspora.
Este fenómeno recicló y revivió
determinadas leyendas y creencias ya activas entre las etnias dacias asimiladas
por los tracios y romanizadas tras la conquista de Trajano, difundidas luego
hacia Europa Occidental por dos medios independientes y a la larga sinérgicos o
mutuamente reforzados: Las caravanas de la Ruta de la Seda y la expansión goda,
conjunto de pueblos descendientes de los geto-dacio-tracios romanizados, que
tomó el relevo del poder tras el derrumbe del Imperio Romano.
Tan dispares fuentes apuntan en una misma
dirección: Hace cientos de milenios, mucho antes del Diluvio, seres muy altos,
robustos, poderosos y “bajados del cielo o de las estrellas”, los “dioses”,
Anunnaki, Elhoim, etc, llegaron a la Tierra, escogieron ciertas mujeres para lo
que hoy describiríamos como inyectar su esperma en óvulos femeninos nativos y
manipularon con su tecnología genética molecular superior al proceso para
lograr hacerlo viable. Implantaron dichos huevos o zigotos embrionarios
modificados en úteros adecuados y crearon una subespecie híbrida a la que
adiestraron para determinados trabajos o para servirlos como deidades
sobrenaturales.
Del estudio detallado de tales relatos
ancestrales puede colegirse que los humanos primitivos u “homínidos alterados”
eran poco más que una suerte de “mascotas” o “marionetas biológicas
programadas” para un trabajo de esclavos u obreros manuales, destinados a la
ganadería, el cultivo de ciertas plantas y la minería. Eso encaja con la
hipotética naturaleza de sus diseñadores los
visitantes: Una especie extraterrestre centenares de miles de años más
avanzada, de rasgos entre reptiliano, ave rapaz y temible depredador, con una
dieta sustancialmente basada en el consumo de carne fresca, sangre y otros
fluidos orgánicos similares, como el líquido cefalorraquídeo y linfático; Así,
la ganadería y las propias “víctimas de humanos nativos no elegidos” o
modificados, aportaría el imprescindible alimento
para los dioses, la agricultura el pienso base para sus operarios en
recintos sedentarios y controlados, y la extracción minera un caudal de
materias primas preciosas para la tecnología alienígena, ricos y abundantes en
un mundo virgen por explotar.
Hay pasajes y episodios en tales sagas
épico-mitológicas que señalan que algunos “Elhoim”, más sabios y poderosos, particularmente
los de género femenino, desarrollaron un fuerte gusto y posterior adicción al
consumo de ciertas drogas de potente efecto psicoactivo, preparadas a partir de
las raíces, hojas o frutos de determinadas especies vegetales cultivables
autóctonas de diferentes regiones terrestres, entre las que destacan las
solanáceas, opiáceas y cactáceas alcaloideas, así como por bebidas alcohólicas
producto de la fermentación de levaduras (cerveza), la uva (vino) y variados
elementos botánicos (licores).
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