AUTOR MASON: HERBERT ORE BELSUZARRI.
El cronista español Pedro Cieza de León al
visitar Tiahuanaco en la conquista española del Perú, recabo información que
esas construcciones fueron hechas por hombres blancos de gran entendimiento que
llegaron a esa zona después del diluvio mucho antes que reinasen los incas.
Según algunos estudiosos como Arthur Posnansky
afirman que Tiahuanaco fue construido 15000 años antes de nuestra era,
de idéntica manera es sorprendente ver las pirámides de Caral y Sechin en la
costa norte del Perú con características similares a los zigurat sumerios,
donde según la leyenda de los moches llego un gran hombre Naylamp y su esposa
Ceterni acompañados de muchos hombres que les trajo ciencia y cultura. Todas
estas culturas son previas al Imperio Incaico. (Herbert Oré, ¿De donde llegaron
los Hombres Blancos y Barbados de las Leyendas Incas? http://es.scribd.com/doc/89245595/Herbert-Ore-De-Donde-Llegaron-Los-Hombres-Blancos).
Estos dioses, visitantes, descendidos o
como quiera llamárseles, poseían armas destructoras de increíble alcance y
potencia, así como vehículos voladores que son descritos con lujo de detalles
por ejemplo por los hindú.
Frecuentemente son representados o
descritos desarrollando extrañas y sofisticadas “operaciones médicas” o “manipulaciones
biológicas”, sobre determinados humanos escogidos, es decir practicando lo que
hoy nosotros llamamos “ingeniería genética”, que explica que puede fertilizar a
otra especie completamente diferente, engendrando híbridos viables conforme a
las necesidades e interés del “científico”.
Estos seres, estimados, adorados,
obedecidos y venerados como “dioses creadores” o temidos cual “demonios
destructivos, vengadores y justicieros” a causa de su impresionante tecnología
superior, por los pueblos nativos infinitamente más atrasados, toscos y
primarios, son siempre de naturaleza vagamente reptiliana o anfibia y otros lo
representaron “emplumados”.
Una vez engendradas las estirpes de “los
selectos o híbridos”, los divinizados extraños (a los que llamaron dioses), les
consagraron como los líderes religiosos, militares y políticos de las
comunidades humanas, transfiriéndoles una limitada y ritualizada parte de su legado:
verdad, conocimientos psíquicos, sociológicos, científico, y tecnológicos,
disfrazados con más o menos elaborados métodos, técnicas, rituales y
ceremoniales religiosos y “esotérico-iniciáticos”,
encargándoles gobernar a los demás terrenales no “bendecidos por la sangre y la sabiduría de los dioses” en “Su
Nombre”.
Enoc y el propio Génesis
mencionan que los hijos de Dios descendieron del cielo para procrear con las
hijas de los hombres (Gen.6:1-2), y Enoc llamó a esos hijos de Dios "los
vigilantes del cielo", porque la misión de ellos es vigilar al ser humano
y protegerlo, sin embargo, un grupo de esos ángeles decidieron un día descender
a la tierra para fornicar con las hijas de los hombres y engendrar una nueva
especie sobre la tierra, una nueva raza de gigantes, incluso el libro de Enoc
menciona el número de esos ángeles malvados que descendieron a la tierra, sobre
el monte Hermón: fueron 200, los cuales tomaron para sí las mujeres más
hermosas del planeta, y de esa unión sexual de esos ángeles extraterrestres con
las mujeres terrestres nació una nueva raza de GIGANTES de una maldad y
violencia indescriptible. Esos "vigilantes del cielo" que
descendieron a la tierra para procrear con las mujeres terrestres enseñaron a
los humanos todo tipo de conocimientos ocultos, hechicerías, y magia satánica,
así como a fabricar todo tipo de armas de guerra para luchar entre ellos, y de
esta manera el mundo de la época antediluviana se llenó de maldad y de
violencia, entonces es cuando el Creador supremo, decidió exterminar a todos
los seres humanos malvados, así como a los gigantes, con un diluvio de agua que
cubrió todo el planeta, y a esos ángeles rebeldes que se corrompieron con las
mujeres de la tierra los encadenó en prisiones abismales, hasta el día del
juicio. (Herbert Oré, Los Hijos
de los Dioses, http://es.scribd.com/doc/72409360/Herbert-Ore-Los-Hijos-de-Los-Dioses
).
Tras milenios de maniobras, intervenciones
directas revestidas de “prodigios” o
“milagros”. Unas veces pacíficos,
didácticos y constructores, y otras veces castigadores, violentos y aniquiladores,
provocando inclusive colosales cataclismos, como el recordado Gran Diluvio que
casi aniquila a toda la Humanidad y sus propios “mestizos predilectos”,
recogido de un modo u otro en todas las crónicas mitológicas del remoto pasado.
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