La Masonería en La Plata 1 de 3
DEVOTOS DE LA ESCUADRA Y EL COMPÁS
Están excomulgados por la Iglesia Católica desde el siglo XIX por promover el laicismo y la creencia en el "Gran Arquitecto del Universo". Pero muchos de ellos siguen comulgando en silencio. El carácter secreto de sus prácticas les deparó persecuciones a lo largo de la historia y todavía gran parte de sus miembros prefiere no revelar su condición por miedo a ser discriminado.
Rodeados de mitos, desconocimiento y prejuicios, los masones siguen actuando en la ciudad que diseñó Dardo Rocha junto a otros miembros de la Orden.
¿Qué buscan estos hombres dentro de las logias? ¿En qué creen los masones de siglo XXI? ¿Cuál es su rol en la sociedad? En esta nota, la masonería platense da la cara y responde a interrogantes tan antiguos como sus rituales.
Por Milagros Barberis
“El que busca a los masones, los encuentra”. No es una amenaza. Es la realidad. La Masonería tuvo su apogeo en La Plata desde la fundación hasta principios del siglo XX, período en que trabajaron diecisiete logias. El poder adquirido por los partidos políticos, el recambio generacional y las persecuciones padecidas por los masones, debilitaron a la Orden. Pero sus hombres nunca se fueron del todo. Actualmente funcionan cuatro logias en la ciudad, casi en silencio, porque muchos de sus hombres todavía prefieren no revelar su condición. ¿El motivo? Es tan antiguo como sus rituales: temen ser discriminados.
Néstor Di Lorenzo, empresario de 56 años, es el “venerable maestro” de la Logia “Luz y Verdad” N°79 de La Plata. A primera vista, nada en su apariencia lo indica. La confirmación salta dos minutos después desde la solapa de su traje impecable: un prendedor con la escuadra y el compás, herramientas simbólicas de los masones.
“Se llega a ser masón por la búsqueda de la Verdad. El desarrollo personal te lleva a investigar y, en un determinado momento, a averiguar qué es la Masonería”, explica Di Lorenzo y comienza a manejar términos tan absolutos como “verdad” y tan antiguos como “hermanos”, “fraternidad” y “patria”, que lentamente van descubriendo su condición.
Javier Martínez, secretario de la misma logia, ingresó a la Orden hace tres años a través de Internet. La red es uno de los medios más utilizados hoy por los masones porque les permite tomar contacto con la sociedad preservando su identidad. “Todo el mundo puede ser masón; sólo tiene que ser hombre libre y de buenas costumbres”, puntualiza este licenciado en Física de 30 años.
Para los masones, un hombre de “buenas costumbres” implica “ser ética y moralmente un hombre probo y actuar con las reglas morales y éticas implantadas por la sociedad en que habita”. Y llaman “libre” a quien no tiene ningún proceso penal ni judicial, que no se halle impedido de su libertad y que sea “libre de pensamiento”.
La igualdad
En 1998 la Logia “Luz y Verdad” N°79 “levantó columnas” (término utilizado por los masones, o “constructores”, para referirse a la apertura de un “taller”). La iniciativa surgió de un grupo de platenses –integrantes de la Logia “Eureka” de Buenos Aires- que decidió recuperar el nombre de la organización más antigua de la ciudad, desaparecida a principios del siglo XX.
Este espacio está hoy integrado por 25 hombres que promedian los 30 años, aunque también cuentan con un “hermano” de 80. Por tradición -según se justifican- no aceptan mujeres. Entre sus filas se destacan los estudiantes y egresados universitarios. La mayoría son abogados, pero también hay contadores, médicos, empresarios, profesores universitarios y hasta un actor. “Hay masones de todos los colores políticos, de todas las religiones y de diferentes niveles sociales. Todos somos iguales”, asegura Di Lorenzo.
Este “taller” depende de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones y practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado de Edimburgo, el culto vigente con más años de ejercicio en el mundo. Como sucede con los otros ritos, el Escocés contempla los tres grados básicos (aprendiz, compañero y maestro) y continúa con treinta grados superiores, donde el masón extiende su formación filosófica.
Di Lorenzo se presenta como maestro masón, y si bien cuenta que ingresó a la Orden hace seis años, prefiere no revelar su grado. De hecho, se muestra mucho más cómodo al hablar de la Masonería en general, que al hacerlo acerca de su logia en particular.
Las piedras
Los miembros de esta logia celebran una vez por semana sus “tenidas” regulares o sesiones del taller. Como carecen de templo propio, costean el alquiler de un salón con una parte de la cuota mensual de 25 pesos que aportan sus integrantes. Si bien no lo confirmaron, actualmente estarían funcionando en el edificio de la Biblioteca Sarmiento, ubicado en 5 entre 43 y 44.
La actividad realizada por los masones dentro de la logia consiste en presentar trabajos de investigación referidos a temas históricos o actuales que exponen ante sus “hermanos” para ser compartidos y debatidos. “Los trabajos son personales, porque el crecimiento es personal, pero la intención es que todos se enriquezcan”, indica Di Lorenzo y, haciendo alusión a los emblemas de la Orden, grafica: “Cuando el aprendiz comienza, es una piedra bruta que, con el mazo y el cincel, se golpea y se pule hasta llevarla a la piedra cúbica”, símbolo masónico de la perfección.
De las puertas del templo hacia afuera, la logia no asume posturas públicas. “Son sus hombres los que, a través del conocimiento, llevan el aprendizaje a su medio profesional y familiar”, remarca Di Lorenzo. Sin embargo, “Luz y Verdad” coordina, desde hace unos años, el Instituto de Pensamiento Libre que una vez por mes realiza charlas abiertas sobre Masonería.
El investigador de Masonería Eduardo Sebastianelli destaca que los masones platenses respaldan la actividad social de sus “hermanos” cuando realizan determinadas obras y proyectos. “Muchas veces –explica- hay centros culturales o entidades que surgen por iniciativa de un masón y que, por detrás, tienen el apoyo de la logia”.
Los motivos por los cuales muchos “constructores” no revelan su condición es porque, en ocasiones, “lamentablemente, pueden perder su trabajo”, apunta Di Lorenzo. Tanto él como Martínez aseguran que el desconocimiento sobre la Masonería genera temor. Pero también afirman que “todavía hay algunos sectores que no toleran que haya grupos que pregonen la libertad y la igualdad”. Aunque aclaran que en La Plata no encuentran ningún tipo de oposición.
El silencio
“Luz y Verdad” es una de las cuatro logias que funcionan hoy en la ciudad. Entre los masones se conocen, pero no se vinculan y prefieren no hacer consideraciones sobre sus “hermanos”. A veces no querer hablar, habla de diferencias.
Eduardo Sebastianelli asegura mantener contacto permanente con los masones platenses. Dice que estos espacios congregan a hombres de diferentes partidos políticos –aunque en su mayoría son radicales- e incluso algunos desempeñan funciones públicas.
En La Plata hay otros tres talleres en actividad: la logia “Pedro Benoit”, que se reúne en la zona céntrica y otras dos que funcionan en las cercanías del Distribuidor y en la localidad de Los Hornos.
La logia que lleva el nombre del ladero de Dardo Rocha, surgió en 1984 y es considerada “la más secreta de la ciudad, porque sus miembros no quieren sentirse influenciados por el accionar de las otras logias”, comenta Sebastianelli y refiere: “Están haciendo algunas obras de beneficencia que no se atribuyen, porque no quieren que la sociedad se entere”.
Al igual que “Luz y Verdad”, este taller practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado, y tiene la particularidad de que sus integrantes están divididos por profesiones, porque “como la Masonería es una ‘filosofía de vida’, se considera que entre miembros de la misma profesión pueden entenderse mejor y, de esta manera, aplicar los elementos de la Masonería a sus respectivas profesiones”.
Los dos restantes están integradas por ex miembros de la Logia “La Plata” N°80, que funcionó desde la fundación de la ciudad hasta el año 1979. Estos talleres profesan el rito Memphis Misraim, originario de Egipto y muy extendido en Italia, que llegó a nuestro país con las oleadas inmigratorias. Se caracteriza por contar con 99 grados y admitir a la mujer.
Sebastianelli destaca que estos dos talleres no son regulares porque “trabajan con una Carta Patente –que los habilita a funcionar– emanada desde Chile, cuando el Gran Oriente del rito Memphis Misraim está en Córdoba”. El investigador plantea que las logias deben ser autorizadas por la correspondiente Gran Logia de su país, entre otras cuestiones, porque ese Gran Oriente (del que dependen los talleres) tiene la potestad de inspeccionarlas y de controlar que funcionen adecuadamente.
Las precursoras
“Luz y Verdad” N°79 (creada diez días después de la fundación de la ciudad) y “La Plata” N°80 (impulsada por Pedro Benoit en 1887) fueron las dos primeras logias locales. Sus respectivos números representan el orden de surgimiento que tuvieron en el país.
Según el censo realizado en 1910, “en La Plata había diecisiete logias, por lo que se calcula que eran cerca de 600 masones”, explica María Carlota Sempé, antropóloga y titular de la Cátedra de Arte, Tecnología y Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata.
Sempé, que realizó diversos estudios sobre la Masonería en la ciudad, considera que la declinación de la actividad masónica “se debió al cambio de la sociedad y de las relaciones de poder”, porque los masones “eran fuertes cuando los partidos políticos no lo eran”.
La antropóloga sostiene que a principios del siglo XX las logias permitían que sus miembros compartieran actividades con gente de estratos sociales diversos, en un momento en que las diferencias sociales estaban muy marcadas. “En muchos casos ingresar a la Masonería sirve para reunirse en grupo y tener una identidad compartida, reforzada por fines altruistas”.
Entre los talleres que funcionaban a comienzos del siglo pasado figuran los siguientes: “19 de Noviembre” (1906), en 46 entre 2 y 3, donde está hoy la Iglesia Adventista; “Democracia” N°146; “Renacimiento” N°152 (1899); “1° de Mayo” N°219 (1908); “Triunfo y Justicia” N°240; “Guillermo Oberdan” N°255 (1910); “Sol de Mayo” N°258 (1910); “Resurgimiento” N°330; “Streta Uguaglianza” (1889); “Bernardino Rivadavia” (1909); “Florentino Ameghino”; “Porvenir” (1895); “Federal de Maestros” (1893); “Hermanos Siempre Fieles” (1905) y “Hermanas del Plata” (1905). Una estas logias sesionaba en el actual Teatro Princesa, de diagonal 74 entre 3 y 4.
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