Iglesia y Masonería
Ensayo de Fernando López Alanís
Presentación. Con motivo del Tricentenario de la Fundación de la Gran Logia de Inglaterra, en 1717, con la reunión de cuatro Logias preexistentes, lo que se toma como la “aparición” de la Masonería pública e históricamente en el mundo, la Logia Simbólica “Crisol 62, número 2” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, de Morelia, Michoacán de Ocampo, organizó un ciclo de Conferencias que se presentó en la “Casa Natal de Morelos”, de esa ciudad durante la última semana de enero y la primera de febrero de 2017. El 3 de febrero tuve la oportunidad de presentar el
Tema 5: “Masonería e Iglesia, el desencuentro entre la libertad y el dogma”,
cuyo texto en diapositivas que me sirvió como guía, reproduzco en seguida madificándolo a manera de Ensayo. Es claro que no agota el tema, ni lo examina a profundidad; pero parece suficiente para tener una idea clara de esa relación de trescientos años tan accidentada y poco comprendida.
Antecedentes. Las “guerras de religión” en Europa, entre 1520 y 1700. Son de mencionar: la sublevación de los campesinos alemanes (1524) que estaban por La Reforma, y que fueron masacrados en un número estimado de 150,000. Las guerras de Kappel, en Suiza, entre Católicos y los Protestantes de Zuinglio y de Calvino, que éstos perdieron. La Guerra de Esmalcalda, en Alemania, en la murieron miles de Protestantes y Católicos, con el triunfo final (1555) de éstos, con la Paz de Absburgo. La guerra de 80 años en los Países Bajos, de Católicos contra Calvinistas, y la Paz de Westfalia (1648). Las Guerras de Religión en Francia, de los Católicos contra los Hugonotes que terminaron más o menos con el Edicto de Nantes (1548), sin embargo lo peor estaba por venir con la “Noche de San Bartolomé” (1572) cuando en Paris fueron masacrados miles de Protestantes de filiación calvinista, y en toda Francia durante los meses siguientes. La Guerra de los 30 Años entre los Portestantes Reformistas y los Católicos Contrarreformistas, que acabó con la Paz de Westfalia (1648). Mientras tanto en Inglaterra, Escocia e Irlanda guerrearon los Católicos contra las tendencias de la Reforma, con pretextos como los libros de oraciones, y las persecuciones entre vencedores y vencidos fueron violentísimas. Todo eso se apaciguó hacia el 1700, en toda Europa. Entonces aparece la Masonería con enseñanzas fundamentales, como “todos los hombres nacen libres y son iguales en dignidad y derechos”, “La Tolerancia religiosa es una demostración de la Fraternidad”, y otras que veremos en los textos siguientes. Así pues:
1.- Comencemos por recordar que la Masonería hizo su aparición pública en 1717, con las cuatro Logias que formaron inicialmente la Gran Logia de Inglaterra, y que durante 15 años surgieron Logias Masónicas en toda Europa, y se conformaron Grandes Logias, desde Escandinavia e Irlanda hasta el Mediterráneo. Y un siglo después en toda América.
Independientemente de que éste sea un fenómeno social que sólo tiene como explicación la existencia anterior de la Masonería, así como el atractivo intelectual y moral de quienes la conocían, en cuanto se hicieron públicas sus doctrinas, sus objetivos y fines, y sus métodos, fueron inmediatamente estudiados y censurados, y finalmente condenados por la Iglesia Católica, al grado de prohibir a sus “fieles” afiliarse a ella bajo los más severas y duras penas, como la “excomunión” (que implica la casi segura “condenación eterna”), y el “entredicho” (que prohíbe la recepción de todos los Sacramentos y la sepultura en tierra sagrada).
Posteriormente también algunas Iglesias Ortodoxas, y algunas Iglesias Protestantes o Cristianas, se declararon contra la Masonería y prohibieron a sus feligreses ingresar a ella, pero lo hicieron de manera más suave y permisiva, y tampoco se han obstinado en ello. Además, debemos considerar que la Masonería floreció en el seno de las diferentes manifestaciones del Cristianismo.
Y es de notar que por circunstancias políticas algunos gobiernos la declararon fuera de ley y subversiva, declaraciones que fueron derogadas al desaparecer las circunstancias que las originaron. (El último gran ejemplo del siglo pasado es el Franquismo en España, donde ahora la Masonería prospera con grande fuerza, después de haber sido perseguida hasta casi el exterminio.)
Sin embargo, ya se ve, ninguna prohibición ni condena detuvo la expansión ni la influencia de la Masonería.
2.- Del periodo de 1738 a 1983 se conservan en los archivos del Vaticano más de 400 documentos condenando a la Masonería, a los que hay que agregar las abundantes intervenciones de los Dicasterios (tribunales de justicia) de la Curia Romana, y las innumerables declaraciones de la Conferencias episcopales y de los obispos en sus diócesis: todo indica claramente que para la Iglesia Católica, además de la reprobación continua, la Masonería es una cuestión vivamente debatida, fuertemente sentida y cuya discusión no puede considerar cerrada. Todo esto queda de manifiesto con la siguiente declaración (1981) de la Congregación de la Doctrina de la Fe: “Los principios de la Masonería siguen siendo incompatibles con la doctrina de la Iglesia, por lo tanto tampoco es compatible la pertenencia a la Iglesia Católica y al mismo tiempo a la Masonería”.
3.- Algunos de los documentos pontificios más importantes, por su fuerza y amplitud, condenando a la Masonería son los siguientes: “In Eminenti” (1738) de Clemente XII; “Providas” (1751) de Benedicto XIV; “Ecclesiam a Jesucristo” (1821) de Pío VII; “Quo Graviora” (1825) de León XII; “Traditi Humilitati” (1829) de Pío VIII; “Mirari vos” (1832) de Gregorio XVI. Cuatro condenas de cuatro Papas en diez años. Sólo es de advertir que es el tiempo de las independencias latinoamericanas y de la necesidad del mutuo apoyo entre los reyes españoles y el papado.
El Papa Pío IX, del que hablaremos después, publicó muchos documentos contra la Masonería, desde las grandes Encíclicas hasta documentos llamados Bulas y Breves, directamente o que le aluden. Sobresalen: “Qui Pluribues” (1846), “Quibus cuantisque malis” (1849), “Syllabus errorum nostrae aetate” (1864), “Multiplices inter” (1865), “Apostolicae sedis” (1869), “Etsi multa” (1863), “Quanta Cura” (1864).
El Papa León XIII no fue menos prolifero y ciertamente más agresivo, sobre todo en la encíclica “Humanum Genus” de 1884. Otros documentos suyos fueron: “Etsi Nos” (1882), “Officio Sanctisimo” (1887), “Ab Apostolici” y “Dall’alto Dell’Apostólico seggio” (189), “Inimca Vos” (1892), “Custodi de quella fade” (1892), “Praeclara Gratulationis Publicae” (1894), “Annum ingressi” (1902).
4.- El Papa Benedicto XV promulgó el primer Código de Derecho Canónico (ley oficial de la Iglesia) en el año 1917. En él condena la Masonería explícitamente: Canon 2335: «Personas que entran en asociaciones de la secta masónica o cualquier otra del mismo tipo que conspire contra la Iglesia y la autoridad civil legítima, contraen excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”.
El Código actual (promulgado en 1983) no habla explícitamente de la Masonería sino que se limita a la siguiente advertencia general contra ese tipo de asociación: Canon 1374: «Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho».
Como no hay una condena explícita sobre la Masonería, se hicieron miles de consultas a la Santa Sede, la cual respondió con la “Declaración sobre las Asociaciones Masónicas, Quaesitum est”, de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, del 26 de noviembre, 1983: “el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia («earum principia semper iconciliabilia habita sunt cum Ecclesiae doctrina») y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas. Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión”.
5.- De esta manera, pues, culturalmente en el mundo ha sido la Iglesia Católica quien más ha contribuido a crear un ambiente adverso, de condena y rechazo, incluso de odio y persecución, a la Masonería como organización, y a los Masones como personas. Apuntamos ya que otras Iglesias del Cristianismo la han reprobado también, pero ninguna al grado de la descalificación absoluta ni de la persecución.
6.- Muy bien, pero ¿por qué tanta saña? Pongámonos en 1717, después de lo que hemos apuntado en “Los Antecedentes” de este Ensayo, y a punto de todo un proceso social, intelectual, científico de la sociedad europea: la Ilustración, el Enciclopedismo, el inicio de los grandes descubrimientos de la física, de la antropología, de la Arqueología, de la Historia, etcétera, preparando las grandes revoluciones políticas y sociales: la independencia de las colonias inglesas en América y la Revolución Francesa, y todos los movimientos sociales, científicos y políticos de todo el Siglo XIX: en todo lo cual la Masonería y los Masones tienen una intervención ideológica y de praxis importante y trascendente. Semejante revolución social, combinada con lo económico, político y científico, afecta de manera directa a los intereses terrenales de los que vivió 1500 años la Iglesia Católica, quien para defenderlos se refugia en sus tradiciones medievales: el dogma intransigente, la excomunión, el entredicho, las amenazas con las penas eternas del infierno, la condena en el nombre de Dios. Veamos algunos ejemplos donde el desencuentro fue ineludible:
7.- La teoría y práctica de la Separación Iglesia Estado. Nuestra razón y la realidad nos dicen que el Estado y la Iglesia son dos órdenes diferentes: el espiritual y el terrenal. Y cada uno tiene su propio ámbito de acción, que debe ser respetado para evitar múltiples problemas e injusticias. Esto significó acabar con costumbres y supuestos derechos de religión, como ser el Estado el brazo armado de los intereses religiosos (apresar y encarcelar a quienes no pagan diezmos y primicias, por ejemplo, o a quienes no pagaban los préstamos de los obispos y de los abades). Significó finalizar con el fuero eclesiástico y sus consecuentes leyes privativas. Por eso llamaron subversivos a los Masones y contrarios al orden Divino. El problema actual, sobre todo en México, es que la iglesia no acepta haber quedado fuera de las decisiones políticas, rechaza ser juzgada por las Leyes genrales del país, se niega a pagar impuestos, y se esfuerza por recuperar esa vieja influencia; lo malo es que hay políticos ignorantes y ambiociosos que se venden a cambio de la influencia religiosa.
8.- La Masonería propuso la Democracia, en contra del derecho divino de los reyes y emperadores, y propuso el cambio de siervos y subditos por el de ciudadanos, lo cual eceptaron los pueblos de Europa y América; pero lograrlo en contra de los enormes intereses aliados de la Iglesia y de la nobleza costó mucha sangre. Recordemos que reyes y emperadores sólo podían gobernar si tenían el reconocimiento del Papa, y él o sus delegados los coronaban. El pueblo era súbdito y estaba obligado a obedecer bajo pena de pecado, pues si no, desobedecía la voluntad divina. En cambio la Masonería propuso el pacto social entre gobernantes y gobernados: la Soberanía reside en el pueblo y los gobernantes electos por el pueblo no necesitan la aprobación del Papa para gobernar. El ideal y el concepto inicial fue enunciado como “Los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. Ya se ve y se entiende que también por esto el Catolicismo rechace y condene a la Masonería y no admita punto de coincidencia en sus Encíclicas, Bulas y demás documentos, sobre todo de los Siglos XVIII y XIX.
9.- Hay otras supuestas razones, mucho más delicadas ideológicamente, para las condenas, persecuciones y demás. Una de ellas es lo que la Iglesia define como la violación del Primer Mandamiento. Dice que “los Masones tienen un concepto de la divinidad diferente al de la revelación judeo-cristiana. No aceptan al Dios Trino, único y verdadero.” En efecto, la Masonería no acepta el “misterio” del Dios Trino y Uno, pero precisamente por Liberales, defensores de la Libertad de Conciencia, no tiene ninguna objeción para que cada quien crea en un Dios, comoquiera le llame o lo conciba; y si millones libremente creen en un dios trino (tres personas distintas) y uno, pues que así sea, y ya. Por otra parte, la creencia en un dios trinitario no es judía, es sólo cristiana y es resultado de una evolución conceptual de los primeros siglos gnósticos del Cristianismo.
10.- Derivado de eso, la Masonería no tiene ninguna objeción en que la Iglesia Católica se diga depositaria de una verdad revelada por su Dios (como lo concibe y le llama). Tampoco le parece mal, como ella afirma, que enseñe los dogmas de su sustento ideológico, tales como el pecado original, la divinidad de Cristo, la eucaristía, la infabilidad del Papa o los dogmas marianos. Lo que no acepta es la teoría de que “por no creer” en eso el resto de la Humanidad esté “condenada eternamente al infierno”. O sea: actualmente somos 8 mil millones de seres humanos en el planeta, de los cuales se dicen Católicos poco más de mil millones, lo que significa que el Dios de los Católicos creó 7 mil millones de seres humanos “a sabiendas de que se irán al infierno por toda la eternidad”. Sumar a ese número los humanos que vivieron antes del Catolicismo, más los que no creyeron en esos dogmas porque no les pareció o porque ni idea tenían que existieran, tendríamos un infierno bastante poblado y un Diablo más que satisfecho. Las doctrinas Masónicas basadas en la razón y en los estudios de la Filosofía, en particular de la Moreal, no aceptan un dios así de injusto ni una doctrina de exclusión así de arbitraria. Ya se ve claramente otra causa de rechazo.
11.- Prosigamos con una cuestión trascendente: la fe. En el Catolicismo, y el Crisitanismo en general, “la fe es un don divino” que acepta como verdadero lo que Dios revela, o lo que los ministros religiosos dicen que es revelación divina. La fe como creencia es asunto religioso: no hay religiones sin fe. Sin embargo, el Catolicismo enseña que la fe es una Virtud Teologal (dada por Dios, pues), pero lo mismo pueden decir las otras religiones en el campo de su propia docctrina. Lo malo de esta afirmación es que resulta exclusivista y descalificadora, ya que cada religión propondrá y defenderá su propia fe como la verdadera, calificando a las otras como falsas, y en no pocas ocasiones combatiéndolas. Esta limitación de la fe como virtud teologal es la diferencia esencial con la fe como Valor Humano, que es una práctica de vida, es universal, es una conducta que acepta libremente como verdadero el testimonio de un testigo, y, sobre todo, defiende el derecho a creer o no creer. Una definición masónica de fe es ésta: “es la ínima persuación de la conciencia, fundada en la razón y en el estudio de la naturaleza; contra la fe verdadera resultan impotentes la duda y los esfuerzos de la ignorancia, y en ella se estrellan los fantasmas de la suprestición y el fanatismo”.
Tanto en el sentido de un dios trino y uno, como en el sentido de la fe, la Iglesia acusa a la Masonería de “tener una deidad impersonal”. Lo cierto es que la Masonería llama Gran Arquitecto del Universo al Principio Creador de todo cuanto existe, y que no se le puede representar de ninguna manera. Sin embargo, nunca califica a los Católicos de idólatras por representarlo y así adorarlo: respetamos su libertad de hacerlo, pero es inaceptable ante la Humanidad que por eso juzguen, condenen, persigan, quemen, torturen, cuelguen, descalifiquen e insulten a nadie, como lo hacen en general a todo no Católico, y a los Masones en particular.
12.- En consecuencia, conocemos La Fraternidad: todos tenemos el mismo origen y vamos hacia el mismo fin: todo cuanto existe: plantas, minerales, animales, los planetas y las galaxias, los seres que no podemos ver y que llamamos espirituales. Los Masones pertenecen a la gran Familia Humana, levantan templos a la Gloria de Dios y entonan himnos a la Gloria de su Nombre. No aceptan ninguna exclusión, ningún fanatismo político o religioso, porque éstos son contrarios a la Fraternidad, a la Tolerancia, y principalmente a la Libertad.
13.- Los Masones se duelen de la descalificación, del lenguaje ofensivo y de la confrontación a causa de adjetivos como “enemigos de Dios”, “hijos de Satanás”, “todo Masón está condenado al infierno”; por el contrario “los Católicos somos un pueblo de reyes y sacerdotes del Dios único y verdadero ”, todos los demás adoran a “dioses falsos” y al Demonio; los Masones han padecido el que la Iglesia Católica se proclame con el derecho divino único y exclusivo de juzgar y condenar “en el nombre de Dios”, y mucho más de sentirse con autoridad para declarar el exterminio de los no Católicos, quienes fueren. Todo eso es contrario al “amor al prójimo” y a la mismisima Caridad Crisitana. La Historia es rica en ejemplos de esa actitud, y los Mexicanos la sufrimos todo el Siglo XIX y con la última la contrarrevolución armada llamada “Cristiada” (1929). Veamos otros ejemplos:
14.- Por el Edicto de Milán (313), el Cristianismo pasó de ser una religión perseguida (acababan de pasar las masacres de Diocleciano), a casi una religión de estado (lo será oficialmente hasta Teodosio, 391), consejera y apoyo político para el emperador Constantino (274-325), quien no sólo la protegió, sino que influyó para que se acabaran las dos más importantes herejías de su tiempo, organizando y haciendo cumplir las resoluciones de los Concilios de Arlès y de Nicea, el primero contra los Donatistas (sólo los sacerdotes intachables podían administrar los sacramentos, y los pecadores no son miembros de la Iglesia), y el segundo contra el Arrianismo (el hijo de Dios, Jesús, fue creado por el Padre, por lo tanto no existió siempre), y que dio origen al “Credo”. Lo más trascendente de esta acción fue el paso del Cristianismo a ser una religión perseguidora: primero de los Paganos, en ese momento de los Donatistas y Arrianos, posteriormente de todo lo que no fuera considerado correcto por el Catolicismo. Con este sentido de religión perseguidora e intransigente conocemos en la Historia los extremos de incluso guerras de exterminio. Tales son los casos, además de los citados, de Las Cruzadas, del Protestantismo, de los Ortodoxos orientales, de los Husitas y los Cátaros, hasta las persecuciones horribles contra “brujas” y “hechiceros”, la aniquilación de las religiones y culturas originales de América, y la temible Santa Inquisición. Conscientes de todos estos males causados a la Humanidad, los últimos Papas, desde Juan Pablo II, han pedido disculpas y perdones, pero no han corregido sus acciones: la Masonería, por ejemplo, es todavía constante, sistemática y sin tregua perseguida, desprestigiada y satanizada, y sus miembros acusados sin prueba alguna de crímenes nefandos, como apuñalar las Hostias, comer niños y hacer “misas negras” con mujeres desnudas.
15.- “La Iglesia Católica acusa a los Masones de violar el Segundo Mandamiento: no jurarás el Nombre de Dios en vano”. Y afirma: “Es grave el abuso de los juramentos en nombre de Dios. Formalmente los Masones invocan la deidad en sus ritos de iniciación para sujetar al hombre, bajo sanciones directas, a objetivos contrarios a la voluntad divina.” En verdad es ésta una curiosa e improcedente causa de rechazo; veamos: si la concepción del Gran Arquitecto del Universo no es la del Dios Trino y Uno, es claro que los juramentos nada tiene que ver con el Dios Católico, y punto. Nada tienen que reprochar ni condenar. Por otra parte, los juramentos masónicos en nada son contrarios a la voluntad de ninguna divinidad, pues jurar “por la Gloria de Su Nombre, y por Amor a la Humanidad”, para trabajar por la perfección del ser humano, por la perfección de la sociedad, por la defensa de todas las libertades del ser humano, no es contrario a ninguna divinidad.
16.- Otra muy importante y trascendente “acusación” es la siguiente: la Masonería intenta destruir a la Iglesia Católica. (Este objetivo Masónico está ampliamente documentado)”. Nada más falso, y la documentación a que se alude son sus propios documentos. Fuera de ella nadie se ocupa de eso, ni en jurisprudencias particulares ni internacionales. Esta afirmación es la que más ha movido a los “fieles católicos” a desarrollar sentimientos de odio hacia la Orden Masónica y los Masones. Las doctrinas masónicas en que se basa esta afirmación, y que debemos aceptar ciertamente son contrarias a las enseñanzas del Catolicismo, las veremos en seguida. Sólo debemos advertir una vez más que la Masonería ha propuesto a la Humanidad estas doctrinas, las que muchos pueblos y naciones han aceptado y practicado. La oposición cerrada del Catolicismo a las mismas ha causado muchos males a los pueblos, desde la condena y persecución ideológica hasta guerras civiles. Veamos:
17.- Libertad de Conciencia. Es para los Masones la más preciada de todas las libertades humanas, y la consideran el sustento de otras muchas. No así el Catolicismo, para quien el control de la conciencia es fundamental. Sus “fieles” sólo pueden pensar lo que les dicen que piensen, y si no lo hacen “cometen pecado”. El “dogmatismo” es fundamento ideológico y pragmático del Catolicismo, y su control más efectivo es el “Sacramento de la Confesión”. La Masonería no se opone a que haya seres humanos que acepten ese control, si libremente lo aceptan; a lo que se opone es a que se niegue la libertad de aceptarlo o no, y a que use el miedo (el infierno, la excomunión) o el chantaje (oposición a la voluntad de Dios, enemigo de Dios) y a la condena subsecuente (estás en pecado, y Dios te condena) por desobedecer o no creer lo que dicen y mandan los “representantes de (ese) Dios” en la Tierra. Basada en esa libertad, la Masonería es defensora decidida del Libre Albedrio.
18.- Libertad de Culto. La Masonería acepta que la religiosidad es una característica de la Humanidad. De aquí que este sentimiento se haya desarrollado históricamente de diferentes maneras desde los inicios de la humanidad, según lo muestran los estudios de la Antropología, la Sociología, la Historia y la Arqueología, entre otras ciencias. De esta manera entendemos mejor que las manifestaciones de la religiosidad sean una cuestión cultural, y que la manera como se manifiesta se llama “culto”. Así, hay tantos cultos cuantas manifestaciones de la religiosidad, llamadas religiones. Por lo tanto, no hay una religión mejor que otra, ni una verdadera y todas las demás falsas, ni mucho menos hay una que tenga derecho a perseguir y asesinar de muchas maneras a personas o a pueblos enteros (genocidios). La Masonería lamenta que eso haya sucedido históricamente con el Catolicismo (y en muchas ocasiones con el Cristianismo en general), y se esfuerza porque eso no suceda ahora. Ya se ve otra la causa del rechazo a los Masones desde la perspectiva del Catolicismo.
19.- La libre circulación de las ideas y la libertad de imprenta. Estos principios fueron de los más combatidos por el Catolicismo en los Siglos XVIII y XIX, y en México todavía en la primera mitad del Siglo XX. El real significado es la lucha contra la censura previa de la Iglesia. Desde siempre esta iglesia prohibió la escritura y lectura de escritos que no estuvieran de acuerdo a sus doctrinas. Durante los primeros siglos a los “escritores paganos”, y durante más de mil años incluso la lectura de la Biblia, y era condenado quien la tradujera a los idiomas de los pueblos. La censura se estableció férreamente después de la invención de la imprenta, y se agravó con la aparición del Protestantismo y las Biblias traducidas, y, con las ideas del Enciclopedismo, la Ilustración y la Revolución Francesa, estos grandes movimientos promovidos y sostenidos por la Masonería. Llevó más de dos siglos liberarse del “Nihil Obstat” de los censores, y del “Imprimatur” de los obispos y de los Abades, y del “Índice de los libros prohibidos”.
20.- La libertad de investigación. Esto se entiende mejor si lo plantemos como “ciencia y religión”, “conocimiento y fe”. La Iglesia tuvo una oposición cerrada al inicio de las ciencias que contradecían a los escritos de la Biblia. Particularmente a la Astronomía, a la Física y Química, a la Historia y a la Arqueología. La Masonería distingue perfectamente lo que es propio de las ciencias de lo que es materia de fe, y los intentos de separarlas fueron muy perseguidos y condenados durante los Siglos XVIII y XIX. Aunque ya con menor influencia, en la actualidad el Catolicismo se ha opuesto a los estudios del Genoma, y de las clonaciones posibles en consecuencia, por ejemplo, o a las investigaciones para evitar el embrazo. La Iglesia no puede olvidar que fueron los Masones quienes impulsaron la libertad de investigación y la separación de las ciencias de las cuestiones religiosas o de fe.
21.- Desencuentro por el ejercicio de la Laicidad. “la creencia” (religiosa) es un ejercicio de la libertad absoluta e inalienable del ser humano, inherente a su facultad de pensamiento; por lo tanto, las Constituciones, las Leyes, los Estados, los Gobiernos, las organizaciones o las personas, no pueden, ni deben, hacerla objeto de ataque, limitación o persecución alguna, alegando supuestas justificaciones de dogmas o mitos o prejuicios y, menos aún intentar imponer determinada confesión religiosa a ciudadanos libres e iguales. El Laicismo es el principio fundacional e inalterable del estado moderno, el camino a su democratización y sustento pleno e incondicionado de la libertad de las personas para tener, o no tener, o cambiar de creencias religiosas. El Estado Laico ha adquirido la categoría de compromiso histórico, social y de conciencia de los pueblos por mantener incólume el postulado de la separación de la religión y de lo eclesiástico respecto de los asuntos de política y de gobierno, que son puramente temporales y contingentes.
22.- La doble moral. Ésta es otra consecuencia que a los ojos de todos parece funesta en sí misma, y por lo mucho que ha influido en la política. El Catolicismo sentencia: “lo que yo enseño es verdadero porque yo digo que es verdadero; lo que tú afirmas es falso porque yo digo que es falso”. Y si entramos en conflicto armado por cuestiones de fe, como tantas veces ha sucedido: si yo te mato es en defensa de Dios y de su santa iglesia: mi premio es la salvación eterna; pero si tú me matas soy un mártir y me iré al cielo, mientras tú cometes un grave pecado y te condenarás eternamente en el infierno.
23.- Conclusiones. La Masonería aparece públicamente el año de 1717 en Londres, Inglaterra, después de las terribles “guerras de religión” europeas de los Siglos XVI y XVII. En dos décadas está presente en toda Europa.
Desde el principio se hicieron evidentes diferencias ideológicas muy profundas entre la Iglesia Católica y la Masonería, que han imposibilitado el ejercicio común de las coincidencias.
Por esas diferencias la Iglesia Católica ha condenado y perseguido a la Masonería y a los Masones, lo mismo que ha hecho con sus disidentes y contra todos a quienes considera “enemigos”, desde el año 313 dC.
La Masonería es defensora decidida de todas las libertades; la Iglesia Católica no, quien además desautoriza, persigue y condena a quienes no piensan como ella ni la obedecen; sus condenas son “eternas”.
La Masonería, dentro del Laicismo, respeta todas las creencias religiosas, no condena a ninguna, ni está favor de alguna; tampoco acepta que se pretenda que una doctrina religiosa sea impuesta a la sociedad civil en general, a lo que se opone la Iglesia Católica por considerarse “divina”, y estar por ello encima y fuera de las leyes de los Estados.
La Masonería promueve y defiende la democracia y la separación Iglesia Estado, a lo que la Iglesia Católica se ha opuesto siempre. El hacer efectiva esta separación la Iglesia Católica ha perdido mucha de su riqueza material.
La Masonería es promotora y defensora decidida de todas las Libertades, a muchas de las cuales se opone la Iglesia Católica.
La incomprensión y los prejuicios contra la Masonería son producto de 300 años de oposición y satanización de la Masonería por la Iglesia Católica; sin embargo, la Masonería ha perdurado a la vista de los beneficios que ella ha tenido en el desarrollo y progreso de la Humanidad en todos los campos, especialmente de la cultura, el arte, las ciencias, Sólo lamenta la oposición de esa Iglesia, pero no la condena, ni menos pretende destruirla. Sólo le pide respeto, que ofrece, y que cesen su persecución y sus condenas.
Muchas gracias por su atención. Morelia, Michoacán de Ocampo, a los tres días del mes de Febrero del año dos mil diez y siete.
Tomado de:
http://www.lopezalanis999.com/el-desencuentro-entre-la-libertad-y-el-dogma/
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