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domingo, 20 de octubre de 2019

ABRAHAM III

ABRAHAM III
Herbert Oré Belsuzarri

ABRAHAM SALE DE UR

El elegido fué Abram, entonces, un hombre maduro de 75 años. Era el año 2048 a.C., y marcó el comienzo de 24 años dificultosos, los 18 años que abarcan los reinados, repletos de guerras, de los dos sucesores inmediatos de Shulgi (Amar-Sin y Shu-Sin) y los 6 años de Ibbi-Sin, el último rey de Ur. Toda esta información escrita en las tablillas sumerias, que los expertos en esta materia, así como los trabajos de diversas universidades han descifrado.

Indudablemente, es algo más que una coincidencia que la muerte de Shulgi no sólo fuera la señal de partida para Abraham, sino también del realineamiento entre los dioses de Oriente Próximo. El momento en el que Abraham, acompañado (como veremos después) por un cuerpo militar de élite, dejó Jarán -a las puertas de los dominios hititas- es exactamente el mismo momento en el que el exilado Marduk apareció en “la tierra de Hatti”. Sin embargo, la coincidencia más notable es que Marduk permaneció allí durante los mismos 24 Años Fatídicos, los años que culminaron con el gran desastre.

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Abram sale de Ur.

Las evidencias de los movimientos de Marduk están en una tablilla encontrada en la biblioteca de Assurbanipal, en la cual un anciano Marduk cuenta sus antiguas andanzas y su posterior retorno a Babilonia:

Oh, grandes dioses, sabed mis secretos.
Mientras me ciño la cintura, me asaltan los recuerdos:
Yo soy el divino Marduk, un gran dios.
Fui rechazado por mis pecados,
a las montañas fui.
En muchas tierras, he sido un vagabundo;
desde donde el sol nace hasta donde se pone fui.
A las alturas de la tierra de Hatti fui.
En la tierra de Hatti pedí un oráculo
[acerca] de mi trono y mi Señorío;
Allí en medio [pregunté]: «¿Hasta cuándo?»
24 años, allí en medio, anidé.

La aparición de Marduk en Asia Menor -lo cual implica una inesperada alianza con Adad- fue, de este modo, la otra cara de la moneda de la apresurada salida de Abraham hacia Canaán. Por el texto, sabemos que Marduk envió, desde su nuevo lugar de exilio, emisarios y suministros (vía Jarán) a sus seguidores en Babilonia, y a sus representantes comerciales en Mari, abriéndose paso de este modo por ambas entradas -la de Nannar/Sin y la de Inanna/Ishtar.

Como si se estuviera esperando una señal, con la muerte de Shul-gi, todo el mundo antiguo se puso en movimiento. La Casa de Nannar estaba desacreditada, y la Casa de Marduk veía aproximarse por fin la hora de su supremacía. Aun cuando el mismo Marduk estaba todavía exiliado de Mesopotamia, su primogénito, Nabu, estaba ganando conversos para la causa de su padre. Su base de operaciones era su propio “centro de culto”, Borsippa; pero sus esfuerzos alcanzaban a todos los países, incluido el Gran Canaán. (Zecharia Sitchin, La Guerra de los Dioses y Los Hombres, Págs. 131-132).

Sobre este trasfondo de rápidos cambios, se le ordena a Abram que vaya a Canaán. El Antiguo Testamento, nada dice al respecto de la misión de Abram, es claro en lo tocante a su destino: en su rápido traslado a Canaán, Abram y su esposa, su sobrino Lot, y su séquito se encaminaron sin detenerse hacia el sur. Hubo una parada en Siquem, donde el Señor le habló a Abraham. Desde allí se fue al Monte, y acampó al este de Betel; y construyó un altar a Yahveh e invocó su nombre. Betel, significa “Casa de Dios” -lugar al que Abraham volvería de nuevo- estaba en las cercanías de Jerusalén y de su santo Monte, el Monte Moria (“Monte de la Dirección”), sobre cuya Roca Sagrada se situaría posteriormente el Arca de la Alianza cuando el Rey Salomón construyera el Templo de Yahveh en Jerusalén.

Abram fue aún más lejos, hacia el Negev. El Negev, la árida región en donde se funden Canaán y el Sinaí, era con toda claridad, el destino de Abram. ¿Qué tenía que hacer Abram en el Negev, cuyo nombre “La Sequedad” habla de su aridez? ¿Qué sucedía en aquel lugar que requería la precipitada llegada del patriarca, su presencia allí tras un largo viaje desde Jarán, para plantarse en medio de kilómetros y kilómetros de tierra estéril?

El Monte Moria -primer punto de interés de Abraham- era importante en aquéllos días porque servía, junto con sus montes hermanos, el Monte Sofim («Monte de los Observadores») y el Monte Sión («Monte de la Señal»), como emplazamiento del Centro de Control de Misiones de los anunnaki. Y el Negev era importante, simplemente, porque era la puerta de entrada al Espaciopuerto del Sinaí.

Más adelante, se nos dice que Abraham tenía aliados militares en la región, y que entre su séquito había varios centenares de soldados Pertenecientes a un cuerpo de élite. El término bíblico de éstos -Naar- se ha traducido como «criado» o, simplemente, como «hombre joven»; pero los estudios han demostrado que, en hurrita, se designaba con esta palabra a los jinetes u hombres a caballo. De hecho, en recientes estudios de textos mesopotámicos que tratan de Movimientos militares, se habla, entre los hombres de los carros y la caballería, de los LU.NAR («hombres-Nar»), que hacían las veces de una caballería ligera. Nos encontramos con un término idéntico en la Biblia (I Samuel 30:17): tras el ataque del rey David sobre un campamento amalecita, los únicos que escaparon fueron «cuatrocientos Ish-Naar» -literalmente, «hombres-Nar» o LU.NAR- «que cabalgaban camellos».

Al decirnos que los soldados de Abraham eran hombres Naar, el Antiguo Testamento nos hace ver que llevaba con él un cuerpo de caballería, probablemente jinetes de camellos más que de caballos. Es posible que tomara la idea de esta fuerza de combate rápida de los hititas, en cuya frontera estaba ubicada Jarán, pues para las áridas regiones del Negev y del Sinaí resultaban más adecuados los camellos que los caballos.

La imagen de Abraham que se nos va conformando, no como un pastor nómada, sino como un comandante militar innovador de ascendencia real, puede que no encaje con la habitual imagen de este patriarca hebreo, pero está más de acuerdo con los antiguos recuerdos de Abraham. Así, citando fuentes antiguas relativas a éste, Flavio Josefo (siglo I d.C.) dijo de él: «Abraham reinó en Damasco, donde era un extranjero, tras llegar con un ejército de las tierras que hay por encima de Babilonia», desde donde, «tras un tiempo prolongado, el Señor lo había levantado y lo había sacado del país junto con sus hombres, para llevarlo a la tierra que entonces llamaban Canaán, pero que ahora llaman Judea».

La misión de Abraham era una misión militar: ¡proteger las instalaciones espaciales de los anunnaki -el Centro de Control de Misiones y el Espaciopuerto! (Zecharia Sitchin, La Guerra de los Dioses y Los Hombres, Pág. 132).

Tras su estancia en el Negev, Abraham atravesó la península del Sinaí y llegó a Egipto. Evidentemente, no eran unos vulgares nómadas, cuando a Abraham y a Sara se les llevó al palacio real del Faraón. Según cálculos, debió ser hacia el 2047 a.C, cuando los faraones que gobernaban entonces el Bajo Egipto (al norte) -que no eran seguidores de Amén (“El Dios Oculto” Ra/Marduk)-, se enfrentaban al fuerte desafío que representaba el príncipe de Tebas, en el sur, en donde se consideraba a Amén como dios supremo. Tan solo podemos suponer los asuntos de estado -alianzas, defensas conjuntas, órdenes divinas- que debieron tratar el asediado faraón y el Ibri, el general nippuriano. La Biblia no dice nada de esto, así como tampoco dice nada del tiempo que estuvieron allí.

El Libro de los Jubileos afirma que estuvieron en Egipto cinco años. Cuando llegó el momento de regresar al Negev, Abram fue acompañado por un gran séquito de hombres del faraón.

Y Abraham se fue de Egipto, él y su mujer y Lot con él, hasta el Negev. Él era rico en rebaños de ovejas y ganado vacuno para comer y vestir, así como de asnos y camellos para sus rápidos jinetes. Una vez más, fue a Betel, a invocar el nombre de Yahveh, a la espera de instrucciones. Después, Lot y él se separaron; Lot decidió quedarse a vivir, con sus rebaños en la Llanura del Jordán, que era de regadío, como el Jardín del Señor, antes de que Yahveh destruyera Sodoma y Gomorra. Abraham siguió hasta las montañas, instalándose en la cumbre más alta, cerca de Hebrón, desde donde podía observar en todas las direcciones; y el Señor le dijo: Ve, recorre el país a lo largo y a lo ancho, pues a ti te lo he de dar. Y, poco después, en los días de Amrafel, rey de Senaar, fue cuando tuvo lugar la expedición militar de la alianza oriental.

«Doce años sirvieron [los reyes cananeos] a Codorlaomor, en el año décimo tercero se rebelaron; y en el décimo cuarto vinieron Codorlaomor y los reyes que estaban con él» (Génesis 14: 4-5).

Los expertos buscan confirmación arqueológica de los acontecimientos que se habla en la Biblia; pero el esfuerzo han sido vano debido a que han estado buscando a Abram en una época equivocada.

En 1875, al comparar la lectura tradicional del nombre con su deletreo en las antiguas traducciones bíblicas, F. Lenormant (La Langue Primitive de la Chaldée) propuso que la lectura correcta debía ser «Amar-pal», tal como se plasmó fonéticamente en la Septuaginta (la traducción que se hizo del Antiguo Testamento, del hebreo al griego). Dos años más tarde, D. H. Haigh (Zeitschrift für Ágyptische Sprache und Altertumskun.de), adoptó también la lectura de “Amar-pal”, afirmando que el segundo elemento (del nombre del rey) es uno de los nombres del dios Luna (Sin), y declaró: Hace tiempo que estoy convencido de que Amar-pal fue uno de los reyes de Ur.

La identificación del Amarphal del Génesis 14 con Amar-Sin, tercer rey de la III Dinastía de Ur, encaja a la perfección con las cronologías bíblica y sumeria. El relato bíblico de la Guerra de los Reyes sitúa el acontecimiento poco después del regreso de Abram al Negev proveniente de Egipto, pero antes del décimo aniversario de su llegada a Canaán; es decir, entre 2042 y 2039 a.C. El reinado de Amar-Sin/Amar-Pal fue de 2047 a 2039 a.C; así pues, la guerra debió tener lugar en la última parte de su reinado.

Los anales del reinado de Amar-Sin indican que su séptimo año -2041 a.C- fue el de su principal expedición militar a las provincias occidentales. Los datos bíblicos (Génesis 14:4-5) afirman que esto sucedió catorce años después de que los elamitas a las órdenes de Codorlaomor sometieran a los reyes cananeos; y el año 2041 fue de hecho el décimo cuarto después de que Shulgi, tras recibir los oráculos de Nannar, lanzara una expedición militar elamita sobre Canaán (2055 a.C).

Zecharia Sitchin, sincroniza fechas, acontecimientos bíblicos y sumerios, y obtiene la siguiente secuencia que apoya cada factor de tiempo relatado en la Biblia:

- 2123 a.C. Abraham nace en Nippur, hijo de Téraj.

- 2113 a.C. Ur-Nammu entronizado en Ur, se le da la custodia de Nippur. Téraj y su familia se trasladan a Ur.

- 2095 a.C. Shulgi asciende al trono tras la muerte de Ur-Nammu. Téraj y su familia se van de Ur a Jarán.

- 2055 a.C. Shulgi recibe los oráculos de Nannar, envía tropas elamitas a Canaán.

- 2048 a.C. Muerte de Shulgi, ordenada por Anu y Enlil. A Abraham, con 75 años de edad, se le ordena partir hacia Canaán.

- 2047 a.C. Amar-Sin («Amarpal») asciende al trono de Ur. Abraham sale del Negev hacia Egipto. 2042 a.C. «Los reyes cananeos derivan su fidelidad a «otros dioses». Abraham vuelve de Egipto con un cuerpo de élite.

- 2041 a.C. Amar-Sin lanza la Guerra de los Reyes.

(Zecharia Sitchin, La Guerra de los Dioses y Los Hombres, Pág. 133).

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