La geometría era la base del arte de la construcción y de la arquitectura clásica y constituía, según los griegos, el desarrollo de las ideas contenidas en las formas geométricas, entendidas éstas en su aspecto puramente cualitativo, de igual manera que en todas las tradiciones de las civilizaciones en la historia antigua.
La geometría es por excelencia la ciencia en la época clásica, estrechamente relacionada con la ciencia de los números, ya que la geometría es realmente el cuerpo del número, tal como pensaban los pitagóricos, de una energía o fuerza en acción, de un poder divino que al plasmarse en la sustancia receptiva del mundo y del hombre la actualiza y la hace inteligible, esto es, la ordena al conjugar y armonizar sus partes dispersas.
La
geometría necesitaba de un proceso de iniciación para su conocimiento y
práctica. Podemos decir que como ciencia iniciática y sagrada tenía el carácter
de secreto para el profano. Los arquitectos griegos alcanzaron un gran dominio
de la geometría como disciplina aplicada a la construcción en todos sus
edificios.
Pitágoras de Samos (582-500 A de C) es uno de los
personajes más notables de la antigüedad. Nacido en Grecia en Samos, (la tradición local hace nacer a Pitágoras
en una cueva situada en la cima del Monte Kerkis). Fue iniciado a los
misterios fenicios y pasó 22 años en los templos egipcios para estudiar la
geometría y la astronomía. Paso después a Caldea y Persia donde se perfeccionó
en la aritmética y la música. Después de haber visitado a Delos, Creta,
Esparta, se fijo en Sidón, donde fundó su primera escuela matemática basada en
el principio mágico-cósmico de los números. Evolucionó en sus teorías numéricas
y desembocó en la metafísica. Según él, los números son el principio y la
primera llave de todo el universo; comprender el poder de los números, sus propiedades
y virtudes, era la clave para el conocimiento de los misterios de la vida y del
universo. Pitágoras enseñaba también la naturaleza matemática de los primeros
principios, así como el poder místico de la cifras y de los símbolos
geométricos que, gracias a sus sentidos constructores, revelan la intimidad
natural de la concepción y de la evolución del hombre y del universo. Entre
estos símbolos, el más apreciado por sus discípulos fue el pentáculo regular
llamado «Tetragrama de Pitagoras» que
fue utilizado por los Pitagóricos del siglo 1ero como señal secreta de
reconocimiento. Los Pitagóricos
también veneraban un triángulo sagrado en el cual veía el principio creador del
universo.
La historia pretende que Pitágoras
fue el inventor de las tablas matemáticas y de numerosos problemas geométricos
como aquel de la cuadratura del círculo y del teorema que lleva su nombre.
Pitágoras desarrolló un método de deducción matemática para demostrar sus
planteamientos geométricos. El moderno método de la argumentación matemática,
esencial para toda la ciencia, se debe en gran parte a Pitágoras.
En el año 530 A de C, se trasladó a
Crotona, pueblo de Sicilia situado al oeste del golfo de Trento donde funda su
escuela filosófica «Magna Grecia»
o escuela geométrica de Crotona en un lugar llamado la «pequeña Grecia». Enseña al mundo Greco-Romano las tradiciones
orientales de la doctrina interior, basadas sobre ejemplos sencillos, tal como
el de la inscripción del frontal del templo de Delfo: «...Nosce te ipsum...» (conócete a ti mismo), aclaración que
debe desembocar en: «y conocerás al
universo». Al discurso del hombre por el hombre, para el hombre en el
universo, Pitágoras le dio el nombre de filosofía. Pretendía Pitágoras, en sus
lecciones a sus discípulos, que hay un término entre lo que es y lo que no es;
es ahí donde está el pasaje hacia el ejercicio del pensamiento libre para el
descubrimiento de las fronteras ilimitadas del conocimiento.
Enseñaba Pitágoras la física, la
poesía, la música y el canto. Admirador de la armonía universal, él pide a sus
discípulos hablar con un lenguaje tan puro como el canto del cosmos.
Los discípulos de Pitágoras se
aplicaban en el estudio de la organización social y política, indicando que el
gran filósofo intentaba algo mas que formar una escuela (*15).Enseñaba Pitágoras el sistema de la metempsicosis o
doctrina de la salvación, (transmigración
de las almas de unos cuerpos a otros) por la cual el alma, como castigo
por las faltas pasadas, se vuelve prisionera de un cuerpo; pero, solamente un
encarcelamiento provisional. Según este sistema, la muerte anuncia el
renacimiento en otro cuerpo hasta que el alma, purificada por la virtud,
merezca liberarse finalmente de toda materialización. La muerte del cuerpo no implica
la del alma que Pitágoras no miraba como el resultado de la organización
física, sino como el principio de la misma.
Pitágoras predicó la inmortalidad
del alma humana y afirmaba haber sido Aetelides, hijo del Dios Mercurio, quien
le entregó el don de recordar sus antiguas encarnaciones. Pitágoras dividió sus
lecciones en dos partes: las exotéricas, o parte externa de las ciencias, que
eran dictadas en lugares públicos y accesibles a cuantos querían oírlas, y las
esotéricas, o parte interna de las ciencias, saber reservado a sus discípulos a
quien Pitagoras exigía cinco años de un silencio absoluto, fortificado por la
meditación y la contemplación de los ritmos del universo.
Se atribuye a los Pitagóricos el
haber considerado al universo como un gran todo armónico: «Cosmos», una gran unidad de la cual
emana el mundo, puesto que le consideraba como un conjunto de otras unidades
subalternas. Pitágoras tenía la reputación de poseer una cultura universal; sus
discípulos lo miraban como una especie de divinidad y lo escuchaban como
infalible oráculo, decían: «... el
Maestro lo ha dicho...»; y no necesitaba más pruebas. La tan nombrada
sabiduría de Pitágoras se expande rápidamente y él se vuelve un personaje importante
de la vida publica. En el curso de la historia, células Pitagóricas se formaron
en la mayoría de los Estados del mundo antiguo. A comienzos del siglo tercero A
de C, hacia abajo César y los primeros Emperadores romanos, el Pitagorismo
alcanza todas las clases sociales y adquiere una gran popularidad.
Entre los Pitagóricos se encontraron
los constructores a quienes la humanidad debe la célebre basílica de la puerta
mayor de Roma, concebida como un templo -caverna al borde de la vía Prenestina. (Aubourg Dejean Raymond Francois,
Los Hijos de la Luz, Obra traducida del
francés y editada por la Muy Resp:. Gran Logia de Colombia y Resp:. Logia Veritas Vincit Nº 13 del Or:.
De Santa Fé de Bogota como homenaje a los 75 avo. Aniversario de la Gran Logia
de Colombia, Año 5998 E:.M:., Pág. 23).
Pero
el conocimiento griego que tomo de los egipcios muchos de ellos, también
contribuyeron con los propios de su desarrollo.
Los
primeros filósofos griegos, cuyo método de planteamiento de la mayor parte de
los problemas era teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de que la tierra
estaba formada por unos cuantos elementos o sustancias básicas. Empédocles de
Agriento, alrededor del 430 a.C. estableció que tales elementos eran cuatro:
tierra, aire, agua y fuego. Un siglo más tarde, Aristóteles supuso que el cielo
constituía un quinto elemento, el éter. Los griegos creían que las substancias
de la tierra estaban formadas por las distintas combinaciones de estos elementos
en distintas proporciones.
Los
griegos se planteaban la cuestión de si la materia era continua o discontinua,
es decir si podía ser dividida y subdividida indefinidamente en un polvo cada
vez más fino, o si, al término de este proceso se llegaría a un punto en el que
las partículas fuesen indivisibles. Leucipo de Mileto y su discípulo Demócrito
de Abdera (aprox 450 a.C.) insistían en que la segunda hipótesis era la
verdadera. Demócrito dio a éstas partículas el nombre de átomos (o sea no
divisible). Llegó incluso a sugerir que algunas substancias estaban compuestas
por diversos átomos o combinaciones de éstos.
También
pensaba que una sustancia podía convertirse en otra al ordenar sus átomos de
diferente manera. Si tenemos en cuenta que es sólo una sutil hipótesis, es sorprendente
la exactitud de esta intuición. Pese a que la idea pueda parecer hoy evidente,
estaba muy lejos de serlo en la época en que Platón y Aristóteles la
rechazaron. (Alejandro Carrasco, Alquimia, Edición eBooket, www.eBooket.net,
Pág. 3).
Muchas de estas ideas posteriormente serán
desarrollados en el ceno de las logias masónicas por los hombres mas ilustrados
de sus épocas y permanecerán en el secretismo de ellas, debido a que estas
ideas eran perseguidas y excomulgados quienes lo sostenían, por el supuesto que
estaban en contra de la fe.
Los
Thiasoi fueron alentados en grecia por el legislador Solon, que es mencionado
por Platon en su obra Critias, el thiasoi o ethairia eran una forma primitiva
de corporaciones griegas a los que se les otorgó libertad de acción en todo
aquello que no se oponga a la ley, algunas se formaron con inmigrantes para
ayudarse mutuamente, otras se dedicaban a la protección de sus profesiones o
transacciones comerciales, acorde con el propósito de Solon de incrementar la
prosperidad.
Los
artistas y artesanos griegos ocupaban un lugar muy bajo en la escala y
consideración social, con la llegada de Alejando Magno esta situación cambió,
se dio una mezcla de elementos griegos y orientales que caracteriza el arte helenístico
que es la mejor expresión griega.
Los
Francmasones son a menudo llamados «hijos de la luz», trabajando para la
gloria del «Gran Arquitecto del Universo», el G:.A:.D:.U:. Esta
apelación es conocida desde tiempos inmemorables en el antiguo Medio Oriente.
Los ritos mágicos practicados en Egipto en Deir el Medineh, tenían por
objeto permitir a los iniciados en las ciencias secretas entrar en la vida
eterna, penetrando en el corazón del «sol interior», volviéndose así «hijos de
la luz».
La luz
del sol interior, es invisible a los ojos de los profanos, cerrados por el velo
de la ignorancia. Para el espíritu del hombre de las civilizaciones
tradicionales, lo invisible es un tema importante, no tiene la vaguedad de un
concepto metafísico, él es una realidad, una dimensión en la cual se mueve cada
uno de los seres que componen la humanidad. Lo invisible está presente y es
sensible; está alrededor del hombre como un medio que registra cada una de las acciones
terrestres; pertenece a un fenómeno social de la antigüedad, puesto que el
hombre de esta época remota tenía necesidad de Deidad; él vivía en un mundo que
tenía sed de misterios.
En la
Grecia del siglo XV a.C, los Maestros iniciados a los «Grandes Misterios» de
Eleusis recibían el título sublime de «Hijos de la luz», así fueron
igualmente llamados los adeptos de Mitra en la Roma antigua. Se encuentra
también esta apelación en la época Cristiana primitiva en una carta de Clemente
de Roma a los Corintios:
«...Que
el «Artesano del Universo» conserve sobre la tierra el número contado de sus hijos;
de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento...».
También
en la Biblia; encontremos esta apelación en San Pablo:
«..
.Ustedes son todos hijos de la luz. ..»
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