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miércoles, 25 de junio de 2014

ANTES QUE LOS INCAS ¿SE CONOCÍA LOS SOLSTICIOS Y EQUINOCCIOS?

ANTES QUE LOS INCAS ¿SE CONOCÍA LOS SOLSTICIOS Y EQUINOCCIOS?

Herbert Oré Belsuzarri.

Cuando los arqueólogos encontraron un observatorio solar en la zona costera del norte del Perú, en la cima del monte Chankillo, quedaron maravillados por dos aspectos.

1º Era el observatorio solar más antiguo de América.
2º Chankillo indicaba con precisión el desplazamiento anual del sol, marcando los solsticios y equinoccios.

Chankillo es el ejemplo más destacado de una nueva clase de complejo arquitectónico monumental que hace su aparición en el paisaje de la costa centro-norte del Perú, en particular entre los valles de Virú y Huarmey, en la época posterior al ocaso de los estilos Cupisnique y Chavín, y por lo tanto probablemente después del abandono del templo en Chavín de Huántar, nos dice Iván Ghezzi.

La estructura contiene dos puntos artificiales de observación separados por unos 200 metros con una especie de fortaleza rodeada por tres anillos concéntricos.


El observatorio está formado por trece torres levantadas en línea, de norte a sur sobre la cima del monte Chankillo, que indicaban con precisión el desplazamiento anual del Sol, así como los solsticios y los equinoccios.

Un grupo de 13 torres de piedra que coronan la ladera de una montaña costera en Perú forman el observatorio solar más antiguo del hemisferio occidental, según investigaciones de Iván Ghezzi y Clive Ruggles.


El emplazamiento de 2,300 años de antigüedad nos remite a una sofisticada cultura que usó el alineamiento del sol y las estructuras para efectos políticos y ceremoniales.

Hasta ahora la zona de las trece torres de Chankillo era conocida como un extenso centro ceremonial, de varios kilómetros cuadrados, que se caracteriza por poseer una estructura bien fortificada en la cima de la colina, gruesos muros y parapetos.

¿Quiénes lo construyeron?

Estudios de yacimientos arqueológicos y registros por escrito ilustran que los Incas llevaron a cabo cuidadosas observaciones solares para el 1,500 d.C. Sin embargo, Ghezzi y Ruggles muestran que las Trece Torres de Chankillo fueron utilizadas desde hace más de 2 mil años por otra cultura tanto o más sofisticada.

Chankillo se habría construido durante el colapso de un centro religioso mayor, el de Chavín de Huantar, durante una época en que muchos centros se vaciaron y otros se fortificaron. Chankillo es uno de ellos y el más visible. De acuerdo al estudio de radiocarbono este habría sido construido entre los años 200 a 300 a.C.

Ghezzi afirmó que se sabe muy poco sobre la gente que construyó Chankillo, pero habrían precedido a los Incas por varios siglos. Al investigador no le sorprendió el hallazgo de un observatorio tan antiguo.

Muchas culturas anteriores a los incas navegaban el Océano Pacifico, guiándose por las estrellas, por ellos se preocuparon en tener conocimientos de la astronomía. "Esta clase de conocimiento es esencial para la supervivencia, para navegar, para seguir animales y regresar a tu lugar de origen, para hacer un seguimiento de las estaciones". Sin embargo en Chanquillo, "Tenemos que encontrar otras razones para explicar por qué un grupo de personas llegó tan lejos como para construir torres monumentales en la cima de una colina".

En el hallazgo también se comprobó que los habitantes de esa región realizaban rituales religiosos vinculados con los fenómenos astronómicos como son los solsticios, esta misma infraestructura permite también calcular los equinoccios. Los investigadores señalaron que las excavaciones revelaron que en la construcción se hacían ofrendas de figurillas de guerreros de cerámica con adornos que parecerían ser signos de distinción, lo que sugiere prácticas rituales así como la existencia de clases sociales.

“La adoración del Sol y las costumbres cosmológicas de Chankillo tal vez hayan ayudado a legitimar la autoridad de una clase de elite, como ocurrió con el imperio inca dos milenios después”.

El principal componente de Chankillo es la llamada “fortaleza”, una imponente estructura de 300 metros de largo, ubicada en la cumbre de una colina y fuertemente defendida por murallas, accesos restringidos, parapetos y posiblemente un pozo seco. Para el arqueólogo Iván Ghezzi este edificio no sería una fortaleza, sino más bien un templo fortificado.

En otra zona de Chankillo se aprecian otros edificios en los que destacan 13 torres construidas con piedra canteada y mortero. La hilera de torres tiene una orientación norte-sur, pero las tres últimas construcciones ubicadas hacia el sur presentan un cambio de orientación hacia el sudoeste.

"Vistas desde la parte baja, las torres forman un horizontes artificial 'dentado' con picos y valles dispuestos a intervalos regulares".

Con la utilización de diversos equipos, entre ellos un GPS portátil, los investigadores y su equipo determinaron que las torres fueron levantadas con el fin de seguir la trayectoria del Sol en aquella época (hace unos 2,300 años). Así, los antiguos habitantes de la zona podrían regular eventos estacionales, como fiestas religiosas o para mantener un calendario solar empírico.

"Las 13 torres de Chankillo, así como las plazas y los edificios adyacentes brindaron el marco apropiado para los rituales públicos y banquetes directamente relacionados con la observación e interpretación de los movimientos del Sol, en los que participaban grandes grupos de personas. Sin embargo, también se ha determinado que algunas zonas estuvieron reservadas para unos pocos, quienes habrían sido los encargados de conducir las ceremonias”.

Iván Ghezzi, acucioso investigador de este observatorio nos dice: “La salida del Sol en el equinoccio ocurría en el espacio entre las torres 6 y 7. Si se cuenta el espacio entre la Torre 1 y cerro Mucho Malo como el decimotercero entre las torres, entonces la posición equinoccial era la central. Del lado opuesto, desde el punto de observación este, el ocaso equinoccial ocurre casi exactamente al centro de la hilera de doce torres visibles. 


La concordancia entre la extensión de las torres a lo largo del horizonte y el arco solar habría permitido rastrear su recorrido anual con una exactitud de 2-3 días. Por otro lado, la equidistancia entre las torres sugiere que el calendario se dividía en unidades regulares: las salidas del Sol en los espacios de las torres centrales –3 a 11— estaban separadas por lapsos de 10 días. Sin embargo, los lapsos eran más largos para las torres de los extremos —1, 2, 12 y 13—, pues cerca al solsticio, el Sol se mueve más lentamente en relación con el horizonte. 

Las Trece Torres integran un espacio público y ceremonial con una combinación de funciones relativas al culto solar, banquetes rituales, administración, redistribución y otras prácticas. En este gran espacio público se encuentra también otras construcciones monumentales. El gran centro administrativo al pie de las torres consta de numerosos patios y recintos de varios tamaños, interconectados por pasajes y accesos, además de depósitos e instalaciones para preparar y almacenar chicha –a juzgar por los abundantes restos de maíz—. El patrón de circulación sugiere una organización a la vez dual y cuatripartita, con cuatro conjuntos de recintos, cada uno con accesos independientes, dispuestos a ambos lados de un eje central compuesto por un conjunto laberíntico y varios patios de distribución. Los recintos posteriores disminuyen en área, pero ganan altura, y cuentan con un control del acceso más estricto.

La plaza, por otro lado, es un amplio espacio abierto. Las Trece Torres y la Fortaleza, por su posición elevada y escala monumental, destacan como los elementos dominantes del paisaje visible desde la plaza. Esta plaza no está cercada por muros, ni definida por edificios en todos sus lados; sin embargo, se distingue claramente por la modificación artificial –nivelación, relleno, y limpieza de escombros— del terreno original para crear un espacio abierto y relativamente plano en comparación al paisaje circundante. En varios lugares de esta plaza se halló ofrendas de antaras de cerámica y mullu (Spondylus princeps sp.), mientras que en los alrededores se encontró restos de vasijas utilitarias, antaras y maíz.

Distribución de la infraestructura de Chankillo.

En la plaza se habría celebrado grandes banquetes, con consumo de alimentos y bebidas, acompañados de música, danzas y otras prácticas rituales. Estas festividades estarían organizadas en un calendario ritual programado con la observación sistemática del pasaje estacional del Sol. Algunos eventos astronómicos muy notables eran visibles no sólo desde los observatorios, sino también desde la plaza, por ejemplo el ocaso del Sol en el solsticio de diciembre sobre la Fortaleza. Eventos como éste habrían sido probablemente las fechas centrales de este calendario ceremonial. Durante estas festividades, un gran número de peregrinos se habría reunido en la plaza para participar de las ceremonias. 

El observatorio astronómico de Chankillo, que fue construido cientos de años antes que el observatorio maya más antiguo en Uaxactún, es el más antiguo conocido en América. Esta sofisticada creación humana no fue sólo un instrumento para la observación solar y el control del tiempo; habría servido además para regular el calendario ceremonial y dar soporte a la jerarquía social establecida”.

Por tanto las culturas en el Perú, de manera indiscutible son mucho más antiguas a las de Centro América: las pirámides de Caral, el templo de Chavín de Huantar, las pirámides de los Tiahuanaco, las pirámides de los Wari y el observatorio de Chankillo lo evidencian.

Excavaciones recientes también han puesto al descubierto figuras de cerámica que representan a guerreros provistos de armamentos, escudos y protección corporal. Estos personajes están acompañados de indicadores de status, como tocados, camisas, ornamentos de cuello, dorso y nariz que habrían cumplido funciones decorativas y defensivas.

Para los investigadores, esto nos pondría frente a una sociedad que rendía culto al Sol, mucho antes que los mismos incas.

La adoración del sol por parte de los habitantes de Chankillo antes que los incas es una teoría que aún está por determinarse, pero lo que mejor está documentado en ella es la presencia de Wiracocha, por lo menos en un grabado que se halló en la Fortaleza de Chankillo.

La Fortaleza de Chankillo, es un imponente edificio ovalado de piedra, ubicado estratégicamente sobre una colina a 180 m de altura sobre el valle aledaño. Ha sido interpretado como fortaleza, reducto, y lugar de culto. No obstante, las investigaciones arqueológicas recientes permiten ofrecer una interpretación alternativa de la función de este edificio como un templo fortificado.

El sistema de fortificaciones cuenta con dos murallas concéntricas; en algunos sectores éstas aún tienen 8 m de alto y 6 m de ancho. Sus murallas están coronadas por parapetos, que tenían un propósito defensivo. Sus monumentales portadas son pasajes techados con dinteles de algarrobo. En los ingresos se encuentra “cajuelas” –nichos con una laja vertical anclada al muro— que probablemente servían para atar una puerta de madera. A la salida se encuentra un laberinto de muros altos y macizos, que brindan protección y privacidad al interior. La ubicación de las portadas de ambas murallas forma parejas, aparentemente para que la muralla interna sirva de respaldo a la externa en caso sea superada.

El tercer muro, a menudo considerado una muralla, soporta una plataforma que rodea estructuras de planta circular y rectangular. Los edificios de planta circular están compuestos por dos muros concéntricos con entradas controladas. El edificio de planta rectangular, llamado el “Templo de los Pilares”, ha sido estudiado extensamente. Su orientación, alineada al rumbo “solsticial” de Chankillo, y ubicada en el punto más elevado, del que se divisa las Trece Torres, la Plaza, etc., que son signos de su importancia. Para facilitar su conexión visual con las ceremonias que se realizaba en el Observatorio. En el Solsticio de diciembre los peregrinos en la plaza podían contemplar la puesta de Sol sobre el Templo de los Pilares, convirtiendo su relación con el astro en una extraordinaria afirmación visual de su poder.

En un muro del patio se descubrió un mural en bajo-relieve. Representa dos versiones, invertidas entre sí, de un mismo ser sobrenatural antropomorfo. Tienen un tocado plano, y volutas; uno de ellos tiene una orejera. La dentadura es pronunciada, pero sin colmillos. Una simple línea representa el cuerpo, muy simplificado en comparación al rostro, y a partir del cual se despliegan extremidades con atributos de ave e insecto. Los detalles técnicos de su manufactura sugieren que podría haber sido copiado de un textil. Se puede suponer que en el resto del edificio existieron otros bajo-relieves similares.


La presencia de desmonte es el resultado de la destrucción intencional y enterramiento del edificio, que marca el fin de Chankillo, que fue sistemáticamente destruido y desmantelado. En los casos de entierro ritual de edificios prehispánicos como los ocurridos en Caral, es recurrente el uso de rellenos limpios, depositados para preservar una estructura más temprana, y construir un nuevo nivel arquitectónico. Por contraste, los escombros que cubren el Templo deberían su origen a una profanación, un esfuerzo intencional por destruir el templo y borrarlo para siempre de la memoria colectiva de toda una sociedad. Probablemente, esta destrucción fue una consecuencia de la imposición de una fuerza externa, como resultado de un conflicto violento.

El Solsticio era festejado por las culturas pre incas e inca, así es como ocurría en Chankillo, Cuzco e Incallajta. En el Cuzco se celebraba el solsticio de invierno y el solsticio de verano en Incallajta – Pocona.

El solsticio de verano es la fecha en que, el sol en el sector sur del hemisferio está en su máximo esplendor y el día más largo es el 21 de diciembre, por eso esperaban tener toda la energía del Sol los Incas y sus ancestros.

Incallajta es el centro donde se tiene una tradición establecida por los pobladores de estas comunidades desde épocas anteriores a los incas. La ciudadela de Incallajta fue construida alrededor del año 1,470 d.C., por Túpac Inca Yupanqui y reconstruida por Huayna Capac. Incallajta es el sitio incaico más grande y representativo en la antigua provincia del Kollasuyo del Tahuantinsuyo. En la actualidad Incallajta se encuentra en Bolivia. 

Los aimaras bolivianos celebran el 21 de junio de cada año en la ciudadela preincaica de Tiahuanaco el "Willka Kuti", o "retorno del sol". Cientos de personas, visitan a primera hora el templo de Kalasasaya de Tiahuanaco, para asistir a la conmemoración coincidente con el solsticio de invierno austral y el cambio del ciclo agrícola para la siembra en el campo.

El Capac Raymi o fiesta solsticial de verano tenía lugar en el mes de diciembre. Y se hacía en honor al supremo dios Viracocha, Pachacámac o Pachayacháchic. Era la gran fiesta para el todopoderoso, por lo cual se le llamó Cápac Raymi o Hatun Raymi. Es muy posible que esta fiesta, instituida tempranamente por Tupac Inca Yupanqui en el calendario inca, fuese anulada luego de su asesinato, al parecer por el clero solar cuzqueño; y que ella resurge casi dos siglos después, con el Inca Huayna Cápac, quien llevó a la cúspide del olimpo incaico al supremo dios omnipotente Viracocha, rebajando el poder del clero solar. 

Pedro Cieza de León describe en detalles esa festividad, señalando que "el Ticiviracocha era puesto en el lugar más eminente y el Inka y las principales hacían la mocha o reverencia; también ponían una figura del Sol, la Luna y otros ídolos". Algunos historiadores postularon la hipótesis que esta era una fiesta en conjunto para varios dioses, porque existen referencias de que en algún momento el Sol pasó a ser considerado como la imagen de Viracocha, dios de mayor antigüedad que era conocido desde la cultura Caral; y también a causa de la singularidad incaica de iniciar el año, en el mes de junio occidental, dentro de los marcos de solsticios y equinoccios. Esta circunstancia condujo tal vez a errores involuntarios. Como fuere, el Cápac Raymi o Hatun Raymi merece un detenido estudio por las implicancias que tuvo en las disputas por el poder. No está demás decir que para algunos autores el Cápac Raymi era la fiesta en honor del inca. Más asertivo parece ser que era una fiesta solsticial y antigua ceremonia al dios Viracocha.

El Arq. Alberto Marroquín Rivera, nos demuestra que los caralinos conocían los solsticios: Los procedimientos para poder realizar un trazado urbano en conexión con los eventos astronómicos requirió de herramientas sencillas y eficaces como: sogas marcadas con nudos equidistantes, troncos de guarango y estacas de caña, las que posiblemente fueron usadas como marcadores alineados con el disco solar en momentos específicos (ortos y ocaso de los solsticios) a partir de los cuales se demarcaban las bases geométricas para la edificación de las pirámides. En las imágenes inferiores, mostramos una recreación actual del procedimiento que posiblemente fue usado hace cinco mil años para el trazado de ejes en alineamiento exacto con el disco solar en una fecha y hora específica, el cual consistió en enterrar una estaca de caña orientada hacia el poniente, a la cual fue sujetada una cuerda con nudos equidistantes, durante el momento preciso en que el disco solar se pone en el horizonte meridional, luego alineamos la soga con otra estaca como segundo punto de referencia quedando de esta manera establecido un eje alineado astronómicamente a la fecha , hora y lugar elegido. 

La organización del lugar y disposición de los edificios ceremoniales, nos sugiere que la observación de los fenómenos naturales por parte de los antiguos pobladores de Caral fue un proceso que habría tomado muchos años en consolidarse y se tradujo finalmente en un modelo tangible que generó una cosmovisión de su particular forma de ver, sentir y entender el UNIVERSO.

A partir de las excavaciones, hallazgos y estudios realizados por el PEACS en el “Complejo Arqueológico de Caral- Supe” podemos inferir que el nivel de organización social que se manifestó en aquella época y lugar, alcanzó niveles de complejidad que les permitieron establecer un modelo primigenio de Estado, lo que posibilitó alcanzar un alto grado de cohesión social en todo el valle, argumento que explicaría la ausencia de armas y sistemas defensivos en las excavaciones , pensamos que la arquitectura monumental desempeñó un rol vital , ya que las edificaciones piramidales para la celebración de RITUALES a sus dioses tutelares actuaron como articuladores entre la población y la jerarquía dominante. 

El particular alineamiento y trazados de ejes demostrado en el “Complejo Arqueológico de Caral – Supe” conectados con solsticios y lunasticios son testimonio de la importancia que tuvo el pensamiento mítico astronómico en la organización espacial del sitio, como culto y representación del ORDEN CICLICO atribuido a sus dioses tutelares. 

En la cosmovisión del hombre andino toda la naturaleza es sagrada y dotada de vida. En las múltiples expresiones de ella se manifiesta la presencia del ser supremo creador y hacedor del mundo; de ahí que, en su concepción filosófica exista la unidad DIOS-HOMBRE-COSMOS íntimamente unidos. Para mantener esta unidad y equilibrio eran necesarios practicar ciertos principios, que organizaban todo el quehacer cultural, como la reciprocidad, solidaridad, dualidad, ritos y ceremonias. Una reciprocidad no solamente entre los seres humanos sino una reciprocidad del hombre con la naturaleza y las divinidades. En nuestra filosofía andina hay tres mundos que se relacionan con los principios cósmicos: el HANAN PACHA o cosmos, el KAYPACHA, o mundo actual y real, y el UKUPACHA, el mundo subterráneo de las fuerzas ocultas. 

La Pacha, entendida en el sentido del tiempo, lo dividen en tres ciclos: NAYRA PACHA el futuro, JICHHA PACHA el presente (Ahora y aquí), QHIPA PACHA el pasado. En este cosmos, el hombre era el eje y como tal debía mantener el equilibrio. Por tanto, bajo esta concepción la cultura inca organizó todas las fiestas, ritos y ceremonias. 

Los incas, al igual que todas las grandes culturas del mundo no fueron paganas[1], tuvieron un Dios –Ser Supremo Creador o hacedor- que desde tiempos ancestrales le llamaron Wiracocha, Viracocha, TICSIVIRACUCHA PACHAYACHACHIC, Pachacamac, “Dios que da origen al Mundo”, el dios más antiguo de américa del sur, que llego hasta nuestros días con el nombre de Viracocha, cuyo último y antiguo templo es el de Pachacamac, cuya infraestructura alberga templos muy antiguos de la cultura Lima, Wari e Inca que testimonian la importancia del Dios Creador del Mundo, cuya existencia data desde Caral pasando por Chavín, Tiahuanaco, Wari e Inca y los pueblos que de ellos dependieron hasta que se constituyó el Imperio del Tahuantinsuyo desde las tierras actuales de Colombia hasta Chile, por la costa, sierra y selva de este vasto territorio.

Este dios creador, vivió junto con los hombres y un día al terminar su misión de enseñanza bajo la forma de THUNUPA dicen los collas, se fue para vivir en el cosmos infinito. Pero los seres humanos para no quedarse solos y abandonados; y con el fin de poder mantener contacto y recibir bendiciones y favores del Pachacamac crearon dioses interlocutores, como el sol, la luna, los astros. El sol es considerado como el hijo predilecto del gran Pachacamac, que genera luz, calor, energía y vida a todos los seres vivientes en este kay pacha. Los otros dioses que los hombres crearon eran emanaciones del Dios Pachacamac y mediante estas emanaciones, el hombre podría llegar a la divinidad suprema. Los dioses o divinidades superiores venían identificados con cada fenómeno de la naturaleza.

El Sol, por ser el astro más visible fue el símbolo de conexión, el principal mediador, al cual nuestros mayores veneraban y rendían culto especial mediante ritos y ceremonias, en el centro del Tahuantinsuyo, que es el Cuzco, a donde iban delegaciones de las 4 partes o 4 suyus: Chinchaisuyu, Cullasuyu, Antisuyu y Cuntisuyu. En estas fiestas de devoción a sus dioses, los incas tributaban respeto, alabanza y gratitud.

Sin embargo, además de la adoración al Sol en el Cuzco, cada región, comunidad, pueblo y familia tenía su propio símbolo de conexión y comunicación con el Sol y el Pachacamac. Estos dioses eran los tótems o divinidades locales, a los que también se les rendía culto y homenajes. Los pueblos del Tahuantinsuyo fueron muy religiosos y espirituales. Con estas concepciones se instituyeron las fiestas y ritos al Sol que llegaron a conocer los españoles en la conquista, y bajo esta estructura religiosa, los curas misioneros implantaron su religión e hicieron aparecer muchos Cristos, santos y vírgenes con diferentes nombres en los sitios de adoración de estos antiguos dioses. Y llamaron paganos a los habitantes del Tahuantinsuyo y a sus dioses.

El mapuche antiguo pueblo que también formo el Tahuantinsuyo a través del Tiahuanaco y las conquistas incas de Túpac Inca Yupanqui, sus antepasados comprendieron los fenómenos físicos naturales observando el universo y la Tierra. Se percataron del solsticio de invierno al cual denominaron Wiñol Txipantu o We Txipantu, lo que en mapundungun, significa retorno o la nueva salida del sol.

Decían que justo el día del We Txipantu, la noche llega a su tope, e inicia su regreso paulatino, haciendo que el día se alargue “una pata de gallo”. Si se mira la cordillera en esta época, el sol parece venir lentamente del norte y el punto exacto de regreso del sol se produce al terminar la noche, es decir, en el momento en que sale en el puel mapu (este). Con esta salida del sol se da paso al nuevo ciclo.

Durante la noche del día 23, la familia se reunía frente al fogón en la ruka, bailaban el choique purrum -baile tradicional- manteniendo un espíritu de encuentro y permanente comunicación con los valores ancestrales.

De madrugada, a la llegada del lucero, la gente se bañaba en los ríos, lagos o esteros más cercanos como símbolo de limpieza de su espíritu y su cuerpo, pues se dice que ese día las aguas están purificadas.

A partir de la nueva salida del sol, se celebraba durante todo el día y se desarrollaban diversas actividades y ritos, como el lakutun que consiste en el traspaso del nombre del abuelo a un niño; la ceremonia en que la machi renueva el rewe; el juego del palin o chueca, entre otros.

Arturo Posnansky afirmaba que los Tiahuanaco también conocían los solsticios y equinoccios, los mismos que estaban representados en la Puerta del Sol de Tiahuanaco y para ello esbozo la siguiente teoría.

Las figuras que están en la parte inferior del dios Viracocha constituirían los meses incluyendo al dios. Y las figuras de los hombres alados los días, 15 por cada lado.

Si vemos la Puerta del Sol, encontraremos que hay 48 figuras de hombres alados (24 a la derecha y 24 a la izquierda) distribuidos en tres filas y 8 columnas por cada lado, flanqueando al dios Viracocha. Y las figuras de la parte inferior tampoco corresponden al número doce de meses de la propuesta, incluyendo o excluyendo al dios Viracocha.

Pero si analiza con más detenimiento encontrará que las figuras de la parte inferior tienen un inicio y un final que coincide con la quinta columna de ambos lados. Si hacemos un recuento a partir de esta, si encontraremos que la propuesta de Posnansky, efectivamente es coherente. Y el dios Viracocha marca el equinoccio primaveral y la figura inferior el equinoccio otoñal. De idéntica manera el inicio de los meses está en la parte derecha inferior y continúa hasta mayo (5 meses), para luego ubicar junio en la parte superior y continuar así hasta diciembre (7 meses). Si este es el universo de los meses representados, entonces los días están representados en la parte superior de las cinco columnas y tres filas correspondientes a cada lado, que hacen un total de treinta días.


Puerta del Sol antes de ser puesto en valor.



ARTICULO TOMADO DE: SOLSTICIOS Y CALENDARIOS INCA.

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