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martes, 12 de noviembre de 2013

EL TRÁNSITO, DESAPRENDIENDO LA MUERTE

EL TRÁNSITO, DESAPRENDIENDO LA MUERTE

Normalmente pensamos que debemos ir al quinto pino o al fin del mundo para conseguir los conocimientos útiles de la vida, y que solo alguien vestido de azafrán en el Tíbet o un chamán puesto hasta las orejas de mezcal puede ayudarnos en nuestro propósito.
En unas de mis idas de aquí hacia allá, para luego continuar a no se sabe adonde, estaba yo sentadito y formalito en la Plaza de las Vacas en San Fernando, apurando un vinito moscatel fresquito de Chiclana, viendo pasar las moscas y con ellas revolotear mis pensamientos.
No es usual en España que algún desconocido te pida permiso en una terraza para sentarse a tu lado, argumentando que no hay mesas libres. Así conocí al “Monje urbano”, cuyo nombre no viene a cuento delatar. Este hombre viejo y arrugado como una pasa malagueña, transmitía un aire jovial y ágil. Acababa él de aparcar en zona prohibida, justo delante del bar en donde me hallaba flagelando.
El Monje urbano es una persona lucida que vive en una habitación alquilada, mientras saca brillo y exprime una mínima pensión de jubilación, teniendo como única posesión material su coche que le trae y le lleva donde le apetece. Es un hombre libre de apegos y cargas.
Hilando palabra con palabra llegamos a considerar “La muerte y el mas allá”, el “transito” desde aquí hasta el otro lado, concluyendo que la muerte es tan solo la transformación de nuestra envoltura.
Las personas hemos ideado diferentes formas de señalar el tránsito de una etapa a otra mediante ritos de paso. La problemática del análisis de la muerte se manifiesta cuando no somos capaces de concebir que haya una estancia sucesiva al último tramo de este recorrido, la vida, a no ser que sea mediante el recurso de la ficción. Emerge aquí entonces un convencimiento popular entre la gente que si bien sirve como explicación a priori para justificar las creencias religiosas en el más allá, no termina de ser del todo convincente: la de la superstición como una forma de consolarse ante la inevitabilidad de la muerte.
“Nuestro modo de vida es completamente opuesto. Rara vez pensamos en la muerte hasta que empezamos a sentirla en la habitación o hasta que nos encañona en la sala de un hospital, momento a partir del cual comienza el calvario de la práctica médica invasiva, los morideros modernos, la respiración asistida y, en el peor de los casos, un ominoso desenlace aislados en una fría habitación lejos de nuestros seres queridos”.
“No se entienda con esto que se aboga por retrotraernos a una edad mítica, un pasado idealizado en el que la religión ofrece mentiras tan piadosas como útiles y todo el mundo es feliz de la hostia o al menos lo parece, pero sí creemos que la manera en que se silencia la manifestación pública del duelo y la muerte reduciéndola a una simple “desconexión” del organismo contribuye a alimentar los peores instintos que nos ha traído la sociedad de consumo: egoísmo, desapego y soledad como virtud. Nadie nace solo ni aprende a leer, comer y defecar en la taza del wáter solo. ¿Por qué este empeño en pasar a mejor vida solo y sin puñetera idea?”
El concepto de muerte que tenemos, es el concepto que conocemos, un concepto que nos angustia. El nombre es bastante peyorativo que deberíamos cambiar, el término en si, no indica lo que realmente es.
El transito no es la muerte. Hay que hablar con propiedad, cuando decimos me voy a morir, yo NO me voy a morir, se va a morir el cuerpo cuando yo no esté aquí. Si dejamos un vaso de papel al sol, en pleno verano, primero vemos que se evapora el agua, luego con el paso de los días y el tiempo, el propio vaso se degrada hasta terminar desapareciendo. El vaso entonces muere pero hace ya mucho tiempo que el agua no está en él.
El que el cuerpo muera y se pudra no nos pilla a nosotros dentro, nosotros ya hemos hecho el transito. Nosotros nos vamos de este cuerpo y luego este cuerpo muere.
Hay que diferenciar mucho entre el YO, que soy la energía que nutre nuestro cuerpo del vehículo. Cuando nuestro coche se estropea nos bajamos de él y buscamos otro vehículo. Debemos entender que nosotros NO somos el vehículo. Cuando la gente dice que está hecha polvo está equivocada, está bien, tiene una energía maravillosa lo que sucede es que su “vehículo” ya está descacharrado. Nosotros NO desaparecemos, nuestro cuerpo se deteriora.
Si los familiares que estamos a la cabecera de la persona que está haciendo el transito, en vez de estar tan agobiados, tan asustados y con tanto dolor estuviéramos mas atentos a ayudar al que se va y aprestarle atención a lo que le sucede, nos daríamos cuenta de que está haciendo el transito y de que no sufre. Los que sufrimos somos nosotros, no la persona que está haciendo el transito ya que está inmersa en un momento agradable.
Los familiares quieren quitar hierro y hacer creer a la persona que no se va a morir. La persona que esta pasando el transito, sabe que está en el transito. Como no le dejan expresarse no le dejan compartir. El familiar no le deja expresar porque si el familiar reconoce que su padre, su madre o su hijo se está muriendo, que está en el transito, tiene que afrontar su propia muerte. La propia muerte desde aquí da tanto miedo que echamos balones fuera. El hecho de estar diciendo que no te estas muriendo, fastidia muchísimo al que se va, es una forma de “quitarse el muerto de encima”.
Los miedos es una asignatura pendiente que tenemos. En la vida cotidiana la negación de una situación la elimina de la conciencia incluso se puede llegar a creer que no ha existido o existe. Si algo te da mucho miedo deja de existir.
Primero viene la negación. Cuando ya no hay tu tía y te vas, viene la indignación. En el momento que vez que con esa indignación no te sirve para nada, entonces decides hacer pactos con Dios: …que te hago la novena, que dejo de fumar, etc. etc. En el momento que ya te enteras que te estas muriendo, que estas haciendo el transito y que no hay tu tía entonces hay una aceptación. En el tiempo que hay una aceptación de la situación se siente una paz inmensa, en ese momento es cuando se hace el transito. En el espacio que se hace el transito, todavía te puedes quedar un poco mas aquí, desde unas horas a días. Se está en el otro lado pero todavía no tienes desenchufado el cuerpo, es un feliz, le llaman la mejoría de la muerte.
El miedo es una emoción destructiva y se resuelve aumentando el conocimiento. Si nos damos cuenta de lo maravilloso que es el transito ya no hay miedo. El miedo es un estado subjetivo que no tiene que porque ser real. Los miedos tenemos que tratar de resolverlos. Nadie se muere hasta que se tiene que morir
Hay que dejar los miedos. El miedo es una de las situaciones mas problemáticas en la vida para todo. Tener miedo es terrible. Para pasar el transito, tener miedo es fatal, esto hay que saberlo y manejar bien. Debemos saber que no es lo mismo una persona consiente y orientada. Una persona que está consciente y orientada se encuentra en el aquí y en el ahora, metida en su cuerpo. Una persona no consciente está en un estado de conciencia alterada. En un estado de conciencia alterada nos puede pasar cualquier cosa
El miedo puede causar el pánico psicológico y puede llegar incluso al coma. Muchas de las personas que se encuentran en coma es que están en estado de pánico a hacer el transito y se quedan petrificados en el coma, sin conciencia. En el momento que adquieran la conciencia van a tener que afrontar ese transito. Se les hace mas incomodo el paso al otro lado. No pasan igual los que están preparados y saben controlar los pensamientos que los que no saben.
Los miedos mas habituales es la desaparición, por eso hay que distinguir entre mi YO y mi cuerpo. YO no voy a desaparecer, YO voy a cambiar de estado, voy hacer un viaje, el cuerpo se va a quedar aquí y se va a morir. Pero YOno.
Otro miedo que hay es al sufrimiento. El sufrimiento es la parte de nuestro ser que no está entendiendo el dolor. Es el momento en el que debe abrirse el conocimiento. Se aprende con conocimiento o con dolor. Si nosotros tenemos un dolor, estemos donde estemos, debemos darnos cuenta por qué tenemos ese dolor. Por ejemplo el dolor de cadera denota que se han caído los palos del sombrajo de la vida. El dolor de rodillas personifica que la vida te está haciendo el encarte mas de lo que tú quisieras. El dolor de hombros denota que eres demasiado autoexigente. Todos los dolores tienen su significado. Si logras saber lo que entrañan y aprendes, el dolor desaparece. Si tiene una muerte larga es porque tiene ese aprendizaje y hasta que no aprendas no te vas al otro barrio.
En cuanto al miedo al infierno, afortunadamente ya pocos creen en él. El infierno no existe y es un concepto de la mente, el infierno es este plano donde existimos. El pecado no existe y menos eso del pecado original que se han inventado para fastidiarnos y para manejarnos.
Nosotros venimos aquí a aprender, estamos aprendiendo y tenemos que equivocarnos. No existe el pecado porque no somos culpables de nuestro aprendizaje. No necesitamos intermediarios, somos una chispa divina, somos parte de Dios.
A la hora del transito uno de los problemas que nos vamos a encontrar son los llamados apegos. Los apegos a la familia, a los hijos, al dinero. Es algo que tendremos que aprender a desapegarnos. Hay un momento muy avanzado en el transito que ya no te acuerdas lo que estas dejando atrás pero hasta que llega ese momento tiran de ti mucho esos apegos. Si fuéramos capaces de vivir desapegados de todas las cosas, tendríamos menos problemas. Los apegos familiares a la hora de marcharnos hay que resolverlos. El tema del dinero hay que solucionarlo.
El que se va es el protagonista, no es el personaje principal el familiar o el médico, de ahí que no tenemos que alargar la vida a una persona cuando llega su momento. Si llega su hora y no se tiene que ir, va a llegar al otro lado y se va a volver para atrás, pero no somos quien para mantenerlo.
Nosotros mismos debemos dejar claro que queremos estar en casa o en un hospital sin sondas o aparatos. Mientras más cómodos hagamos el viaje mejor. Hay que organizarse el transito lo mas confortables posible.
Debemos de programarnos porque el transito es un viaje, vas al sitio que tu pensamiento te diga. Voy a estar en un estado de conciencia de la mente que sea lo que conozca.
Sostiene que el valor del pensamiento y su importancia en el momento del transito. Agrega que cuando se deja el cuerpo, ya que este se pudre, queda nuestra energía y, a esta la valoramos con nuestro pensamiento.
Tenemos que comprender la existencia del pensamiento que es con lo único que nos vamos a quedar. El pensamiento existe, el pensamiento no se ve pero se refleja en el cuerpo, si una persona tiene pensamientos agradables tiene una cara de felicidad tremenda, si una persona tiene pensamientos terribles y desagradables tiene cara de sufrimiento.
En el momento del transito nuestros pensamientos van a tomar forma, tanto para bien como para mal, dependiendo de lo tranquilos que nos encontremos, del conocimiento que tengamos o del miedo
Si tenemos pensamientos positivos podemos materializar cosas positivas, somos creadores, aunque en el plano físico se tarda. Podemos materializar o desmaterializar dependiendo del observador
El Amor es muy importante a la hora del transito. Tenemos que saber que fuimos creados por Amor, fuimos concebidos para ser amados y para amar. Tenemos que descubrirlo. Es difícil manifestarlo porque nos asaltan una serie de miedos y de pensamientos que nos creemos que el Amor es el amor material del enamoramiento, cuando elAmor es el universal. El Amor es una energía que une. Las personas que se aman se unen, los que aman en la misma vibración están unidos.
Hemos decididos encarnarnos aquí y a tener estas pruebas tan duras para aprender y los que están al otro lado nos reverencian y nos aman. Nosotros debemos percibir ese amor porque en situaciones difíciles ese amor nos ayuda mucho a pasarlas. Si siempre necesitas que te amen desde fuera de ti posiblemente eres un pobre desgraciado.
Estamos equivocados al llamar amor a lo que NO es amor, eso es simplemente querer desear a alguien, está bien si se puede disfrutar de ello pero es un sucedáneo. Realmente el Amor es lo que nos hace felices, nos pone la autoestima en su sitio. Si somos consientes de lo importantes que somos para el universo, de lo amado que somos tendríamos la autoestima en su sitio, no tendríamos complejos de inferioridad porque realmente TODOS somos muy importantes.
EDUARDO ARBOLEDA     El Trote de la Culebra

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