Los Iluminados de Baviera y los “Illuminati”.
En su libro, "Ángeles y Demonios", Dan Brown evoca a los Illuminati, una sociedad secreta cuyos orígenes se remontarían al siglo XVI y que reuniría a eruditos cuyas tesis científicas habrían sido rechazadas por la Iglesia. Según Dan Brown, el astrónomo y matemático Galileo (1564-1642) habría sido uno de los miembros más eminentes de esta sociedad. Perseguidos por la Iglesia Católica, los Illuminati se habrían extendido por Europa, mezclándose con místicos, alquimistas, ocultistas, judíos o musulmanes, y se infiltraron en la Masonería. Siempre según el autor de "Ángeles y Demonios", esta sociedad secreta trabajaría en la destrucción de la Iglesia cristiana. En su libro, pone en escena una conspiración orquestada por ella.
Si bien ha existido una organización cuyo nombre se parece al citado por Dan Brown, su historia no es esa. El grupo que le sirvió de modelo es el de los Illuminaten (que no Illuminati), y su existencia no se remonta al siglo XVI, sino al final del XVIII, o sea cerca de ciento cincuenta años después de la muerte de Galileo. Los Illuminaten, más conocidos bajo el nombre de Iluminados de Baviera, eran una hermandad que fue creada en mayo de 1776 por Adam Weishaupt (1748-1813), profesor de Derecho en la Universidad de Ingolstadt, en Baviera. Antiguo alumno de los jesuitas, estuvo marcado por la forma en la que estos últimos le enseñaron la religión, utilizando una especie de “enderezamiento metódico” destinado a imponer una devoción de fachada y vacía. Concibió una gran aversión por la religión y se esforzó en combatir el oscurantismo religioso uniéndose a la Ilustración. Con este espíritu fundó los Illuminaten, una sociedad secreta que no tenía vocación iniciática, sino un objetivo más bien subversivo.
La doctrina de los Illuminaten se inspira en Rousseau. Predica el igualitarismo y un racionalismo hostil a la religión. La luz que buscan no es la de la espiritualidad o la de la iniciación, sino la de la razón, la de la Ilustración que marca el siglo XVIII. Adam Weishaupt apenas consigue reunir a una decena de miembros en torno a él. Constatando el poco éxito de su empresa, dio a los Illuminaten una forma masónica para seducir a nuevos adeptos. En 1782, intentó incluso crear una institución destinada a federar la masonería alemana con el fin de “curarla de la tesofía” y acercarla al racionalismo. La sociedad de los Illuminaten se extendió entonces por Austria, Bohemia y Hungría, y se infiltró definitivamente en la Masonería.
A finales del siglo XVIII, la Masonería alemana estaba dominada por la Estricta Observancia Templaria y la Rosa-Cruz, dos grupos muy vinculados al cristianismo por un lado y a la espiritualidad mística por otro. Estos dos grupos, en particular los Rosacruces, presintieron rápidamente el peligro que representaban los Illuminaten, que pretendían reformar la sociedad instaurando el ateísmo. El 11 de noviembre de 1783, la logia de los Tres Globos de Berlín lanzó un anatema contra los Illuminaten, a los que acusaba de querer minar la religión cristiana y hacer de la Masonería un sistema político.
Por su parte, las autoridades políticas se sintieron también amenazadas, ya que Weishaupt quería apoderarse también de la monarquía. Para poner fin a estas maniobras, el 22 de junio de 1784, el príncipe Charles Théodore, elector de Baviera, emitió un edicto ordenando la disolución de toda sociedad secreta. Algunos meses más tarde, a principios del año 1785, Adam Weishaupt fue hostigado. Destituido primero de su cátedra universitaria, pronto fue expulsado de Baviera. Entonces los Illuminaten fueron acorralados y dejaron de existir después de 1789.(1)
A pesar de la brevedad de su existencia, los Iluminados de Baviera conocerán una formidable posteridad novelesca, que comienza al final del siglo XVIII con obras contra-revolucionarias, como el Ensayo sobre la secta de los Iluminados (1789) del marqués de Luchet, o Memorias para servir a la historia del jacobismo (1797-1799) de Augustin Barruel. Estos autores ven en la Revolución una conspiración contra la religión y la realeza, dirigida por la Masonería, y en particular por los Illuminaten. Esta tesis, muchas veces contradicha por los historiadores, conoce sin embargo los favores de los que sostienen las tesis conspirativas. Estos últimos, basados en la teoría de la conspiración, extraen su eficacia debido a que esta teoría “suprime la casualidad, los procesos históricos, las imperfecciones humanas y hace creer que todo es deseado, que hay responsables únicos de las desdichas del mundo”.(2)
Antes, se hablaba de la conspiración judeo-masónica, hoy esto se les asigna a otras minorías. Siempre es necesario encontrar chivos expiatorios al malestar de una época…
Como conclusión, se puede decir que si bien es cierto que los Illuminaten fueron poco recomendables, debido a su propensión a conspirar contra los poderes religiosos y políticos existentes, sólo tienen una lejana relación con los Illuminati de la novela de Dan Brown.
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Notas:
(1) René Le Forestier, los Iluminados de Baviera y la Francmasonería alemana, París, Hachette, 1914, p. 16.
(2) Antoine Vitkine, Los Nuevos impostores, La Martinière, 2005.
JORGE OLGUIN.
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