A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.G.·.D.·.U.·.
S.·.F.·.U.·.
Con vuestra venia V.·.M.·.
RR.·. y QQ.·.HH .·.LA BRONCEMIA
Francisco Occhiuzzi, doctor en medicina y cirugía, describe con excepcional claridad una enfermedad que no está en ningún diccionario: la "broncemia", una patología que, según refiere, afecta a la medicina moderna y en particular a muchos de sus colegas médicos.
La broncemia se mide por "el nivel de bronce en sangre" de algunos de sus colegas, que sueñan "con que su estatua de bronce esté en el patio del hospital". Esta “enfermedad” atraviesa por dos etapas: "importantitis" (nadie es mejor que él) e "inmortalitis" (cuando el bronce invade todo su cuerpo hasta convertirlo en una estatua olímpica e inmortal).
Quien padece "broncemia" muestra como síntomas: “verborrea, sordera selectiva, trastorno en la marcha y facies apática”. La ”verborrea” se caracteriza por que "el deseo de hablar está en relación inversa con su edad y capacidad de comprender y discernir"; La “sordera selectiva” es consecuencia de la primera por que cuando habla, sus oídos no escuchan nada, "no escucha a nadie"; El “trastorno de la marcha” se caracteriza por que los broncémicos ya no caminan, se desplazan majestuosamente, esto debido a que "El bronce se acumula primero en los pies, luego sube hasta el cerebro"; la “facies apática” es uno de los primeros síntomas que se caracteriza por la pérdida de la capacidad de sonreír.
Occhiuzzi, hace referencia a una anécdota de un médico que atendía a pacientes terminales. En una charla con jóvenes profesionales, el médico enumeró las tres cosas que los pacientes le pedían: que golpeen en nuestra habitación, que cuando salgan se despidan y que cuando hablen nos miren a los ojos. "Ninguno pidió la cura de su enfermedad, sólo pedían respeto".
También refiere que los "broncémicos" se encuentran en diferentes espacios sociales: en la universidad, los tribunales, las sociedades e instituciones científicas; ahora bien, cualquiera de nosotros, en donde desarrollemos nuestra actividad, seguro que convivimos con broncémicos. Un claro ejemplo de ello es que "sin antecedentes, la soberbia y la solemnidad propia del broncémico aparecen en el político de manera espontánea".
Lamentablemente la “broncemia” se ha propagado como una “pandemia” al resto del quehacer no medico; infestando los pilares sobre las que se cimentan las más nobles instituciones - Los Valores - olvidando enseñanzas importantes como:
· Caridad: “Lo que hagas con tu mano derecha, que no lo sepa la izquierda”. Mateo 6: 3
· Humildad: “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra”. Proverbios 29:23
· Honestidad: “He aquí, tu amas la verdad en lo intimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría”. Salmos 51: 6.
· Tolerancia: "¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” Lucas 6:41
· Amor fraternal: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” Marcos 6: 1-2
Lamentablemente en el proceso de construcción de nuestro templo interior, nos olvidamos lo aprendido tentados por la egolatría que nos atribuye ostentar un grado o un titulo más; y si tenemos la suerte de percatarnos y la hidalguía de aceptar que padecemos “broncemia”, retomaremos el cincel y el mazo para corregir las aristas que no observamos en su debida oportunidad y en el peor de los casos retirar la escoria con la cual podríamos haber sido contaminados, digo esto, porque el lugar donde se supone debemos “curarnos” estaría también contaminado y probablemente por patógenos virulentos y resistentes, como ocurre en un centro hospitalario, el Dr. Ron Jenson, escribió: “La sociedad refleja la salud de las grandes instituciones, las cuales reflejan la salud de las familias, las cuales a su vez reflejan la salud de las personas” .
Afortunadamente, el Dr. Occhiuzzi nos provee del antídoto y aconseja: "Tratar de imbuirles en sus cerebros el deseo de ayudar a sus colegas, a sus colaboradores, a sus pacientes, sembrar para que florezca el espíritu de servicio"; Destacando la actividad de servicio como un acto instintivo, el profundo deseo de satisfacer aquello que desean de nosotros. "No es un acto, es una actitud de vida. Si los médicos jóvenes no se preparan para estar con espíritu de servicio, están muy cerca de contagiarse de broncemia".
De la misma forma, el espíritu de servicio debe de ser una actitud de vida, como consecuencia de lo que manifestamos verbalmente, si hablamos de humildad complementémoslos con nuestros actos; si hacemos caridad no lo pregonemos y si buscamos la verdad recordemos lo manifestado por el M.·.R.·.H.·. José Carretero Domenech Gran Maestro de la Gran Logia de España, a la pregunta ¿Es masón quien quiere o quien puede? Es quien puede, de hecho el 90 % de la sociedad puede ser masón. No depende de su cultura, de su inteligencia, ni de su voluntad, solo depende de la honestidad de uno.
Porque nos daremos cuenta que cuando más alto nos encontremos, mayor debería ser nuestro espíritu de servicio, de esa forma estaremos haciendo prevención contra la “broncemia” en nuestra augusta orden.
He cumplido V.·.M.·.
Q.·.H.·. Lorenzo S. Poves Requena
R.·.L.·.S.·. Luz del Oriente Nº 5
P.·.F.·.C.·.L.·.B.·.R.·.L.·.S.·. Fénix 137 Nº 1
REFERENCIAS:
1. Occhiuzzi F. La broncemia; una enfermedad de los médicos. TEDxCordova
2. El Mason. Ser masón depende de la honestidad de uno. elmason.blogspot.com
3. Castillo A. Sentido de pertenencia. unavidafeliz.com
4. La Nueva Bíblia Latinoamericana. Ediciones Paulina 1982.
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