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lunes, 30 de noviembre de 2020

Iglesia y Masonería

Iglesia y Masonería 
Ensayo de Fernando López Alanís


Presentación. Con motivo del Tricentenario de la Fundación de la Gran Logia de Inglaterra, en 1717, con la reunión de cuatro Logias preexistentes, lo que se toma como la “aparición” de la Masonería pública e históricamente en el mundo, la Logia Simbólica “Crisol 62, número 2” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, de Morelia, Michoacán de Ocampo, organizó un ciclo de Conferencias que se presentó en la “Casa Natal de Morelos”, de esa ciudad durante la última semana de enero y la primera de febrero de 2017. El 3 de febrero tuve la oportunidad de presentar el

Tema 5: “Masonería e Iglesia, el desencuentro entre la libertad y el dogma”,

cuyo texto en diapositivas que me sirvió como guía, reproduzco en seguida madificándolo a manera de Ensayo. Es claro que no agota el tema, ni lo examina a profundidad; pero parece suficiente para tener una idea clara de esa relación de trescientos años tan accidentada y poco comprendida.

Antecedentes. Las “guerras de religión” en Europa, entre 1520 y 1700. Son de mencionar: la sublevación de los campesinos alemanes (1524) que estaban por La Reforma, y que fueron masacrados en un número estimado de 150,000. Las guerras de Kappel, en Suiza, entre Católicos y los Protestantes de Zuinglio y de Calvino, que éstos perdieron. La Guerra de Esmalcalda, en Alemania, en la murieron miles de Protestantes y Católicos, con el triunfo final (1555) de éstos, con la Paz de Absburgo. La guerra de 80 años en los Países Bajos, de Católicos contra Calvinistas, y la Paz de Westfalia (1648). Las Guerras de Religión en Francia, de los Católicos contra los Hugonotes que terminaron más o menos con el Edicto de Nantes (1548), sin embargo lo peor estaba por venir con la “Noche de San Bartolomé” (1572) cuando en Paris fueron masacrados miles de Protestantes de filiación calvinista, y en toda Francia durante los meses siguientes. La Guerra de los 30 Años entre los Portestantes Reformistas y los Católicos Contrarreformistas, que acabó con la Paz de Westfalia (1648). Mientras tanto en Inglaterra, Escocia e Irlanda guerrearon los Católicos contra las tendencias de la Reforma, con pretextos como los libros de oraciones, y las persecuciones entre vencedores y vencidos fueron violentísimas. Todo eso se apaciguó hacia el 1700, en toda Europa. Entonces aparece la Masonería con enseñanzas fundamentales, como “todos los hombres nacen libres y son iguales en dignidad y derechos”, “La Tolerancia religiosa es una demostración de la Fraternidad”, y otras que veremos en los textos siguientes. Así pues:

1.- Comencemos por recordar que la Masonería hizo su aparición pública en 1717, con las cuatro Logias que formaron inicialmente la Gran Logia de Inglaterra, y que durante 15 años surgieron Logias Masónicas en toda Europa, y se conformaron Grandes Logias, desde Escandinavia e Irlanda hasta el Mediterráneo. Y un siglo después en toda América.

Independientemente de que éste sea un fenómeno social que sólo tiene como explicación la existencia anterior de la Masonería, así como el atractivo intelectual y moral de quienes la conocían, en cuanto se hicieron públicas sus doctrinas, sus objetivos y fines, y sus métodos, fueron inmediatamente estudiados y censurados, y finalmente condenados por la Iglesia Católica, al grado de prohibir a sus “fieles” afiliarse a ella bajo los más severas y duras penas, como la “excomunión” (que implica la casi segura “condenación eterna”), y el “entredicho” (que prohíbe la recepción de todos los Sacramentos y la sepultura en tierra sagrada).

Posteriormente también algunas Iglesias Ortodoxas, y algunas Iglesias Protestantes o Cristianas, se declararon contra la Masonería y prohibieron a sus feligreses ingresar a ella, pero lo hicieron de manera más suave y permisiva, y tampoco se han obstinado en ello. Además, debemos considerar que la Masonería floreció en el seno de las diferentes manifestaciones del Cristianismo.

Y es de notar que por circunstancias políticas algunos gobiernos la declararon fuera de ley y subversiva, declaraciones que fueron derogadas al desaparecer las circunstancias que las originaron. (El último gran ejemplo del siglo pasado es el Franquismo en España, donde ahora la Masonería prospera con grande fuerza, después de haber sido perseguida hasta casi el exterminio.)

Sin embargo, ya se ve, ninguna prohibición ni condena detuvo la expansión ni la influencia de la Masonería.

2.- Del periodo de 1738 a 1983 se conservan en los archivos del Vaticano más de 400 documentos condenando a la Masonería, a los que hay que agregar las abundantes intervenciones de los Dicasterios (tribunales de justicia) de la Curia Romana, y las innumerables declaraciones de la Conferencias episcopales y de los obispos en sus diócesis: todo indica claramente que para la Iglesia Católica, además de la reprobación continua, la Masonería es una cuestión vivamente debatida, fuertemente sentida y cuya discusión no puede considerar cerrada. Todo esto queda de manifiesto con la siguiente declaración (1981) de la Congregación de la Doctrina de la Fe: “Los principios de la Masonería siguen siendo incompatibles con la doctrina de la Iglesia, por lo tanto tampoco es compatible la pertenencia a la Iglesia Católica y al mismo tiempo a la Masonería”.

3.- Algunos de los documentos pontificios más importantes, por su fuerza y amplitud, condenando a la Masonería son los siguientes: “In Eminenti” (1738) de Clemente XII; “Providas” (1751) de Benedicto XIV; “Ecclesiam a Jesucristo” (1821) de Pío VII; “Quo Graviora” (1825) de León XII; “Traditi Humilitati” (1829) de Pío VIII; “Mirari vos” (1832) de Gregorio XVI. Cuatro condenas de cuatro Papas en diez años. Sólo es de advertir que es el tiempo de las independencias latinoamericanas y de la necesidad del mutuo apoyo entre los reyes españoles y el papado.

El Papa Pío IX, del que hablaremos después, publicó muchos documentos contra la Masonería, desde las grandes Encíclicas hasta documentos llamados Bulas y Breves, directamente o que le aluden. Sobresalen: “Qui Pluribues” (1846), “Quibus cuantisque malis” (1849), “Syllabus errorum nostrae aetate” (1864), “Multiplices inter” (1865), “Apostolicae sedis” (1869), “Etsi multa” (1863), “Quanta Cura” (1864).

El Papa León XIII no fue menos prolifero y ciertamente más agresivo, sobre todo en la encíclica “Humanum Genus” de 1884. Otros documentos suyos fueron: “Etsi Nos” (1882), “Officio Sanctisimo” (1887), “Ab Apostolici” y “Dall’alto Dell’Apostólico seggio” (189), “Inimca Vos” (1892), “Custodi de quella fade” (1892), “Praeclara Gratulationis Publicae” (1894), “Annum ingressi” (1902).

4.- El Papa Benedicto XV promulgó el primer Código de Derecho Canónico (ley oficial de la Iglesia) en el año 1917. En él condena la Masonería explícitamente: Canon 2335: «Personas que entran en asociaciones de la secta masónica o cualquier otra del mismo tipo que conspire contra la Iglesia y la autoridad civil legítima, contraen excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”.

El Código actual (promulgado en 1983) no habla explícitamente de la Masonería sino que se limita a la siguiente advertencia general contra ese tipo de asociación: Canon 1374: «Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho».

Como no hay una condena explícita sobre la Masonería, se hicieron miles de consultas a la Santa Sede, la cual respondió con la “Declaración sobre las Asociaciones Masónicas, Quaesitum est”, de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, del 26 de noviembre, 1983: “el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia («earum principia semper iconciliabilia habita sunt cum Ecclesiae doctrina») y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas. Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión”.

5.- De esta manera, pues, culturalmente en el mundo ha sido la Iglesia Católica quien más ha contribuido a crear un ambiente adverso, de condena y rechazo, incluso de odio y persecución, a la Masonería como organización, y a los Masones como personas. Apuntamos ya que otras Iglesias del Cristianismo la han reprobado también, pero ninguna al grado de la descalificación absoluta ni de la persecución.

6.- Muy bien, pero ¿por qué tanta saña? Pongámonos en 1717, después de lo que hemos apuntado en “Los Antecedentes” de este Ensayo, y a punto de todo un proceso social, intelectual, científico de la sociedad europea: la Ilustración, el Enciclopedismo, el inicio de los grandes descubrimientos de la física, de la antropología, de la Arqueología, de la Historia, etcétera, preparando las grandes revoluciones políticas y sociales: la independencia de las colonias inglesas en América y la Revolución Francesa, y todos los movimientos sociales, científicos y políticos de todo el Siglo XIX: en todo lo cual la Masonería y los Masones tienen una intervención ideológica y de praxis importante y trascendente. Semejante revolución social, combinada con lo económico, político y científico, afecta de manera directa a los intereses terrenales de los que vivió 1500 años la Iglesia Católica, quien para defenderlos se refugia en sus tradiciones medievales: el dogma intransigente, la excomunión, el entredicho, las amenazas con las penas eternas del infierno, la condena en el nombre de Dios. Veamos algunos ejemplos donde el desencuentro fue ineludible:

7.- La teoría y práctica de la Separación Iglesia Estado. Nuestra razón y la realidad nos dicen que el Estado y la Iglesia son dos órdenes diferentes: el espiritual y el terrenal. Y cada uno tiene su propio ámbito de acción, que debe ser respetado para evitar múltiples problemas e injusticias. Esto significó acabar con costumbres y supuestos derechos de religión, como ser el Estado el brazo armado de los intereses religiosos (apresar y encarcelar a quienes no pagan diezmos y primicias, por ejemplo, o a quienes no pagaban los préstamos de los obispos y de los abades). Significó finalizar con el fuero eclesiástico y sus consecuentes leyes privativas. Por eso llamaron subversivos a los Masones y contrarios al orden Divino. El problema actual, sobre todo en México, es que la iglesia no acepta haber quedado fuera de las decisiones políticas, rechaza ser juzgada por las Leyes genrales del país, se niega a pagar impuestos, y se esfuerza por recuperar esa vieja influencia; lo malo es que hay políticos ignorantes y ambiociosos que se venden a cambio de la influencia religiosa.

8.- La Masonería propuso la Democracia, en contra del derecho divino de los reyes y emperadores, y propuso el cambio de siervos y subditos por el de ciudadanos, lo cual eceptaron los pueblos de Europa y América; pero lograrlo en contra de los enormes intereses aliados de la Iglesia y de la nobleza costó mucha sangre. Recordemos que reyes y emperadores sólo podían gobernar si tenían el reconocimiento del Papa, y él o sus delegados los coronaban. El pueblo era súbdito y estaba obligado a obedecer bajo pena de pecado, pues si no, desobedecía la voluntad divina. En cambio la Masonería propuso el pacto social entre gobernantes y gobernados: la Soberanía reside en el pueblo y los gobernantes electos por el pueblo no necesitan la aprobación del Papa para gobernar. El ideal y el concepto inicial fue enunciado como “Los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. Ya se ve y se entiende que también por esto el Catolicismo rechace y condene a la Masonería y no admita punto de coincidencia en sus Encíclicas, Bulas y demás documentos, sobre todo de los Siglos XVIII y XIX.

9.- Hay otras supuestas razones, mucho más delicadas ideológicamente, para las condenas, persecuciones y demás. Una de ellas es lo que la Iglesia define como la violación del Primer Mandamiento. Dice que “los Masones tienen un concepto de la divinidad diferente al de la revelación judeo-cristiana. No aceptan al Dios Trino, único y verdadero.” En efecto, la Masonería no acepta el “misterio” del Dios Trino y Uno, pero precisamente por Liberales, defensores de la Libertad de Conciencia, no tiene ninguna objeción para que cada quien crea en un Dios, comoquiera le llame o lo conciba; y si millones libremente creen en un dios trino (tres personas distintas) y uno, pues que así sea, y ya. Por otra parte, la creencia en un dios trinitario no es judía, es sólo cristiana y es resultado de una evolución conceptual de los primeros siglos gnósticos del Cristianismo.

10.- Derivado de eso, la Masonería no tiene ninguna objeción en que la Iglesia Católica se diga depositaria de una verdad revelada por su Dios (como lo concibe y le llama). Tampoco le parece mal, como ella afirma, que enseñe los dogmas de su sustento ideológico, tales como el pecado original, la divinidad de Cristo, la eucaristía, la infabilidad del Papa o los dogmas marianos. Lo que no acepta es la teoría de que “por no creer” en eso el resto de la Humanidad esté “condenada eternamente al infierno”. O sea: actualmente somos 8 mil millones de seres humanos en el planeta, de los cuales se dicen Católicos poco más de mil millones, lo que significa que el Dios de los Católicos creó 7 mil millones de seres humanos “a sabiendas de que se irán al infierno por toda la eternidad”. Sumar a ese número los humanos que vivieron antes del Catolicismo, más los que no creyeron en esos dogmas porque no les pareció o porque ni idea tenían que existieran, tendríamos un infierno bastante poblado y un Diablo más que satisfecho. Las doctrinas Masónicas basadas en la razón y en los estudios de la Filosofía, en particular de la Moreal, no aceptan un dios así de injusto ni una doctrina de exclusión así de arbitraria. Ya se ve claramente otra causa de rechazo.

11.- Prosigamos con una cuestión trascendente: la fe. En el Catolicismo, y el Crisitanismo en general, “la fe es un don divino” que acepta como verdadero lo que Dios revela, o lo que los ministros religiosos dicen que es revelación divina. La fe como creencia es asunto religioso: no hay religiones sin fe. Sin embargo, el Catolicismo enseña que la fe es una Virtud Teologal (dada por Dios, pues), pero lo mismo pueden decir las otras religiones en el campo de su propia docctrina. Lo malo de esta afirmación es que resulta exclusivista y descalificadora, ya que cada religión propondrá y defenderá su propia fe como la verdadera, calificando a las otras como falsas, y en no pocas ocasiones combatiéndolas. Esta limitación de la fe como virtud teologal es la diferencia esencial con la fe como Valor Humano, que es una práctica de vida, es universal, es una conducta que acepta libremente como verdadero el testimonio de un testigo, y, sobre todo, defiende el derecho a creer o no creer. Una definición masónica de fe es ésta: “es la ínima persuación de la conciencia, fundada en la razón y en el estudio de la naturaleza; contra la fe verdadera resultan impotentes la duda y los esfuerzos de la ignorancia, y en ella se estrellan los fantasmas de la suprestición y el fanatismo”.

Tanto en el sentido de un dios trino y uno, como en el sentido de la fe, la Iglesia acusa a la Masonería de “tener una deidad impersonal”. Lo cierto es que la Masonería llama Gran Arquitecto del Universo al Principio Creador de todo cuanto existe, y que no se le puede representar de ninguna manera. Sin embargo, nunca califica a los Católicos de idólatras por representarlo y así adorarlo: respetamos su libertad de hacerlo, pero es inaceptable ante la Humanidad que por eso juzguen, condenen, persigan, quemen, torturen, cuelguen, descalifiquen e insulten a nadie, como lo hacen en general a todo no Católico, y a los Masones en particular.

12.- En consecuencia, conocemos La Fraternidad: todos tenemos el mismo origen y vamos hacia el mismo fin: todo cuanto existe: plantas, minerales, animales, los planetas y las galaxias, los seres que no podemos ver y que llamamos espirituales. Los Masones pertenecen a la gran Familia Humana, levantan templos a la Gloria de Dios y entonan himnos a la Gloria de su Nombre. No aceptan ninguna exclusión, ningún fanatismo político o religioso, porque éstos son contrarios a la Fraternidad, a la Tolerancia, y principalmente a la Libertad.

13.- Los Masones se duelen de la descalificación, del lenguaje ofensivo y de la confrontación a causa de adjetivos como “enemigos de Dios”, “hijos de Satanás”, “todo Masón está condenado al infierno”; por el contrario “los Católicos somos un pueblo de reyes y sacerdotes del Dios único y verdadero ”, todos los demás adoran a “dioses falsos” y al Demonio; los Masones han padecido el que la Iglesia Católica se proclame con el derecho divino único y exclusivo de juzgar y condenar “en el nombre de Dios”, y mucho más de sentirse con autoridad para declarar el exterminio de los no Católicos, quienes fueren. Todo eso es contrario al “amor al prójimo” y a la mismisima Caridad Crisitana. La Historia es rica en ejemplos de esa actitud, y los Mexicanos la sufrimos todo el Siglo XIX y con la última la contrarrevolución armada llamada “Cristiada” (1929). Veamos otros ejemplos:

14.- Por el Edicto de Milán (313), el Cristianismo pasó de ser una religión perseguida (acababan de pasar las masacres de Diocleciano), a casi una religión de estado (lo será oficialmente hasta Teodosio, 391), consejera y apoyo político para el emperador Constantino (274-325), quien no sólo la protegió, sino que influyó para que se acabaran las dos más importantes herejías de su tiempo, organizando y haciendo cumplir las resoluciones de los Concilios de Arlès y de Nicea, el primero contra los Donatistas (sólo los sacerdotes intachables podían administrar los sacramentos, y los pecadores no son miembros de la Iglesia), y el segundo contra el Arrianismo (el hijo de Dios, Jesús, fue creado por el Padre, por lo tanto no existió siempre), y que dio origen al “Credo”. Lo más trascendente de esta acción fue el paso del Cristianismo a ser una religión perseguidora: primero de los Paganos, en ese momento de los Donatistas y Arrianos, posteriormente de todo lo que no fuera considerado correcto por el Catolicismo. Con este sentido de religión perseguidora e intransigente conocemos en la Historia los extremos de incluso guerras de exterminio. Tales son los casos, además de los citados, de Las Cruzadas, del Protestantismo, de los Ortodoxos orientales, de los Husitas y los Cátaros, hasta las persecuciones horribles contra “brujas” y “hechiceros”, la aniquilación de las religiones y culturas originales de América, y la temible Santa Inquisición. Conscientes de todos estos males causados a la Humanidad, los últimos Papas, desde Juan Pablo II, han pedido disculpas y perdones, pero no han corregido sus acciones: la Masonería, por ejemplo, es todavía constante, sistemática y sin tregua perseguida, desprestigiada y satanizada, y sus miembros acusados sin prueba alguna de crímenes nefandos, como apuñalar las Hostias, comer niños y hacer “misas negras” con mujeres desnudas.

15.- “La Iglesia Católica acusa a los Masones de violar el Segundo Mandamiento: no jurarás el Nombre de Dios en vano”. Y  afirma: “Es grave el abuso de los juramentos en nombre de Dios. Formalmente los Masones invocan la deidad en sus ritos de iniciación para sujetar al hombre, bajo sanciones directas, a objetivos contrarios a la voluntad divina.” En verdad es ésta una curiosa e improcedente causa de rechazo; veamos: si la concepción del Gran Arquitecto del Universo no es la del Dios Trino y Uno, es claro que los juramentos nada tiene que ver con el Dios Católico, y punto. Nada tienen que reprochar ni condenar. Por otra parte, los juramentos masónicos en nada son contrarios a la voluntad de ninguna divinidad, pues jurar “por la Gloria de Su Nombre, y por Amor a la Humanidad”, para trabajar por la perfección del ser humano, por la perfección de la sociedad, por la defensa de todas las libertades del ser humano, no es contrario a ninguna divinidad.

16.- Otra muy importante y trascendente “acusación” es la siguiente: la Masonería intenta destruir a la Iglesia Católica. (Este objetivo Masónico está ampliamente documentado)”. Nada más falso, y la documentación a que se alude son sus propios documentos. Fuera de ella nadie se ocupa de eso, ni en jurisprudencias particulares ni internacionales. Esta afirmación es la que más ha movido a los “fieles católicos” a desarrollar sentimientos de odio hacia la Orden Masónica y los Masones. Las doctrinas masónicas en que se basa esta afirmación, y que debemos aceptar ciertamente son contrarias a las enseñanzas del Catolicismo, las veremos en seguida. Sólo debemos advertir una vez más que la Masonería ha propuesto a la Humanidad estas doctrinas, las que muchos pueblos y naciones han aceptado y practicado. La oposición cerrada del Catolicismo a las mismas ha causado muchos males a los pueblos, desde la condena y persecución ideológica hasta guerras civiles. Veamos:

17.- Libertad de Conciencia. Es para los Masones la más preciada de todas las libertades humanas, y la consideran el sustento de otras muchas. No así el Catolicismo, para quien el control de la conciencia es fundamental. Sus “fieles” sólo pueden pensar lo que les dicen que piensen, y si no lo hacen “cometen pecado”. El “dogmatismo” es fundamento ideológico y pragmático del Catolicismo, y su control más efectivo es el “Sacramento de la Confesión”. La Masonería no se opone a que haya seres humanos que acepten ese control, si libremente lo aceptan; a lo que se opone es a que se niegue la libertad de aceptarlo o no, y a que use el miedo (el infierno, la excomunión) o el chantaje (oposición a la voluntad de Dios, enemigo de Dios) y a la condena subsecuente (estás en pecado, y Dios te condena) por desobedecer o no creer lo que dicen y mandan los “representantes de (ese) Dios” en la Tierra. Basada en esa libertad, la Masonería es defensora decidida del Libre Albedrio.

18.- Libertad de Culto. La Masonería acepta que la religiosidad es una característica de la Humanidad. De aquí que este sentimiento se haya desarrollado históricamente de diferentes maneras desde los inicios de la humanidad, según lo muestran los estudios de la Antropología, la Sociología, la Historia y la Arqueología, entre otras ciencias. De esta manera entendemos mejor que las manifestaciones de la religiosidad sean una cuestión cultural, y que la manera como se manifiesta se llama “culto”. Así, hay tantos cultos cuantas manifestaciones de la religiosidad, llamadas religiones. Por lo tanto, no hay una religión mejor que otra, ni una verdadera y todas las demás falsas, ni mucho menos hay una que tenga derecho a perseguir y asesinar de muchas maneras a personas o a pueblos enteros (genocidios). La Masonería lamenta que eso haya sucedido históricamente con el Catolicismo (y en muchas ocasiones con el Cristianismo en general), y se esfuerza porque eso no suceda ahora. Ya se ve otra la causa del rechazo a los Masones desde la perspectiva del Catolicismo.

19.- La libre circulación de las ideas y la libertad de imprenta. Estos principios fueron de los más combatidos por el Catolicismo en los Siglos XVIII y XIX, y en México todavía en la primera mitad del Siglo XX. El real significado es la lucha contra la censura previa de la Iglesia. Desde siempre esta iglesia prohibió la escritura y lectura de escritos que no estuvieran de acuerdo a sus doctrinas. Durante los primeros siglos a los “escritores paganos”, y durante más de mil años incluso la lectura de la Biblia, y era condenado quien la tradujera a los idiomas de los pueblos. La censura se estableció férreamente después de la invención de la imprenta, y se agravó con la aparición del Protestantismo y las Biblias traducidas, y, con las ideas del Enciclopedismo, la Ilustración y la Revolución Francesa, estos grandes movimientos promovidos y sostenidos por la Masonería. Llevó más de dos siglos liberarse del “Nihil Obstat” de los censores, y del “Imprimatur” de los obispos y de los Abades, y del “Índice de los libros prohibidos”.

20.- La libertad de investigación. Esto se entiende mejor si lo plantemos como “ciencia y religión”, “conocimiento y fe”. La Iglesia tuvo una oposición cerrada al inicio de las ciencias que contradecían a los escritos de la Biblia. Particularmente a la Astronomía, a la Física y Química, a la Historia y a la Arqueología. La Masonería distingue perfectamente lo que es propio de las ciencias de lo que es materia de fe, y los intentos de separarlas fueron muy perseguidos y condenados durante los Siglos XVIII y XIX. Aunque ya con menor influencia, en la actualidad el Catolicismo se ha opuesto a los estudios del Genoma, y de las clonaciones posibles en consecuencia, por ejemplo, o a las investigaciones para evitar el embrazo. La Iglesia no puede olvidar que fueron los Masones quienes impulsaron la libertad de investigación y la separación de las ciencias de las cuestiones religiosas o de fe.

21.- Desencuentro por el ejercicio de la Laicidad. “la creencia” (religiosa) es un ejercicio de la libertad absoluta e inalienable del ser humano, inherente a su facultad de pensamiento; por lo tanto, las Constituciones, las Leyes, los Estados, los Gobiernos, las organizaciones o las personas, no pueden, ni deben, hacerla objeto de ataque, limitación o persecución alguna, alegando supuestas justificaciones de dogmas o mitos o prejuicios y, menos aún intentar imponer determinada confesión religiosa a ciudadanos libres e iguales. El Laicismo es el principio fundacional e inalterable del estado moderno, el camino a su democratización y sustento pleno e incondicionado de la libertad de las personas para tener, o no tener, o cambiar de creencias religiosas. El Estado Laico ha adquirido la categoría de compromiso histórico, social y de conciencia de los pueblos por mantener incólume el postulado de la separación de la religión y de lo eclesiástico respecto de los asuntos de política y de gobierno, que son puramente temporales y contingentes.

22.- La doble moral. Ésta es otra consecuencia que a los ojos de todos parece funesta en sí misma, y por lo mucho que ha influido en la política. El Catolicismo sentencia: “lo que yo enseño es verdadero porque yo digo que es verdadero; lo que tú afirmas es falso porque yo digo que es falso”. Y si entramos en conflicto armado por cuestiones de fe, como tantas veces ha sucedido: si yo te mato es en defensa de Dios y de su santa iglesia: mi premio es la salvación eterna; pero si tú me matas soy un mártir y me iré al cielo, mientras tú cometes un grave pecado y te condenarás eternamente en el infierno.

23.- Conclusiones. La Masonería aparece públicamente el año de 1717 en Londres, Inglaterra, después de las terribles “guerras de religión” europeas de los Siglos XVI y XVII. En dos décadas está presente en toda Europa.

Desde el principio se hicieron evidentes diferencias ideológicas muy profundas entre la Iglesia Católica y la Masonería, que han imposibilitado el ejercicio común de las coincidencias.

Por esas diferencias la Iglesia Católica ha condenado y perseguido a la Masonería y a los Masones, lo mismo que ha hecho con sus disidentes y contra todos a quienes considera “enemigos”, desde el año 313 dC.

La Masonería es defensora decidida de todas las libertades; la Iglesia Católica no, quien además desautoriza, persigue y condena a quienes no piensan como ella ni la obedecen; sus condenas son “eternas”.

La Masonería, dentro del Laicismo, respeta todas las creencias religiosas, no condena a ninguna, ni está favor de alguna; tampoco acepta que se pretenda que una doctrina religiosa sea impuesta a la sociedad civil en general, a lo que se opone la Iglesia Católica por considerarse “divina”, y estar por ello encima y fuera de las leyes de los Estados.

La Masonería promueve y defiende la democracia y la separación Iglesia Estado, a lo que la Iglesia Católica se ha opuesto siempre. El hacer efectiva esta separación la Iglesia Católica ha perdido mucha de su riqueza material.

La Masonería es promotora y defensora decidida de todas las Libertades, a muchas de las cuales se opone la Iglesia Católica.

La incomprensión y los prejuicios contra la Masonería son producto de 300 años de oposición y satanización de la Masonería por la Iglesia Católica; sin embargo, la Masonería ha perdurado a la vista de los beneficios que ella ha tenido en el desarrollo y progreso de la Humanidad en todos los campos, especialmente de la cultura, el arte, las ciencias, Sólo lamenta la oposición de esa Iglesia, pero no la condena, ni menos pretende destruirla. Sólo le pide respeto, que ofrece, y que cesen su persecución y sus condenas.

Muchas gracias por su atención. Morelia, Michoacán de Ocampo, a los tres días del mes de Febrero del año dos mil diez y siete.

Tomado de:
http://www.lopezalanis999.com/el-desencuentro-entre-la-libertad-y-el-dogma/

sábado, 28 de noviembre de 2020

LA INDEPENDENCIA DE TRUJILLO Y EL QUEHACER DE LOS MASONES

LA INDEPENDENCIA DE TRUJILLO Y EL QUEHACER DE LOS MASONES

Venerable Maestro de esta logia, fue don José Faustino Sánchez Carrión. Los masones de esta logia, se reconocían por un anillo de acero, en el que estaba grabado un corazón, atravesado por un puñal. Logia de convicción enérgica, que comprometió con el general Bolívar, lautarino del norte, todas las acciones para salvar la república de cualquier sombra monárquica. A juicio de Sánchez Carrión, con las concepciones neo monárquicas, san martinianas, podría llegarse a ser, buenos siervos, pero no buenos ciudadanos. Los miembros de esta logia batallaron por la democracia y la libertad.

Por: Luis Javier Aliaga Loyola

La intendencia de Trujillo en su horizonte geográfico comprendió los actuales departamentos de Tumbes, Piura, Amazonas, Cajamarca, Lambayeque, La Libertad y San Martín. Geografía costera, andina y en parte, amazónica, sumamente rica en el quehacer agropecuario, pesquero, artesanal, comercial y minero.

La presencia española y la ocupación de estos territorios por conquista alteró el orden de existencia: cosmogonías, economías, conducción política, en estas geografías y sus valles, relativamente autónomos, y sujetos a la administración cuzqueña de los incas.

La conquista, en realidad, fue una actividad empresarial para incorporar territorios y riquezas al sur de Panamá, establecer gobierno, articulado a la expansión colonial española y procurarse todas las ventajas posibles en particular reconocimiento nobiliario por conquista.

El rumbo de esta intendencia en el curso de la ocupación colonial, configuró una estructura social nueva. En la cúspide, se ubicaba la jerarquía de administración territorial y sus recursos, en complemento con su administración política y acompañamiento clerical. En el nuevo estado de cosas, se observa un componente de españoles nacidos en América o criollos, hijos en esta geografía, ajenos a muchos privilegios, por no haber nacido en España y una población subordinada, dedicada al comercio, artesanía, etcétera y en condición de servidumbre y de grave menoscabo, la población de naturales o indios, negros esclavos.

El perfil de la economía, busca articularse mediante rutas de arrieraje hacia mercados al norte de la intendencia, alternando por territorios de las ahora repúblicas de Ecuador y Colombia, hacia El Caribe, por tierra y cabotaje por mar hacia Panamá. Ruta altamente rentable. Por esa vía, los privilegiados de la intendencia se proveían de todo lo necesario para una existencia refinada y confortable. Productos de Inglaterra, Francia, España, transitaron por esas vías, acrecentando el poder económico de comerciantes y criollos, vinculados a la actividad agropecuaria, artesanal y minera.

El control monopólico del comercio de España con sus colonias de América, impedía comerciar con otras metrópolis de Europa. Estas rutas también fueron de tránsito ideológico y de vinculación cultural, con las concepciones republicanas, independentistas y de lealismo monarquista.
Independencia y masones

La masonería tuvo parte en la emancipación de América y su influencia en la independencia del colonialismo europeo. En algunos pasos, con carácter militar, en otros, político. En su silencioso modo de obrar, hizo suya la gloria con su compromiso activo en la forja consciente y organizada por los nuevos paradigmas de existencia democrática y humanista para América. En sus talleres y asambleas o logias, concibió, planeó, organizó, gestó y ejecutó su grandiosa obra por la libertad en el nuevo mundo.

El historiador argentino Bartolomé Mitre, refiere que José de San Martín y Simón Bolívar, se iniciaron en la masonería, “con un solo juramento, en un mismo día” y en la misma logia.

Ambas personalidades, en su condición de libre pensadores, asumieron: San Martín, con una inclinación monárquica, autónoma, el entendimiento de la independencia como un tránsito a la república. Bolívar, en marcada diferencia, postuló la independencia del coloniaje y el establecimiento de repúblicas, sin ninguna posibilidad de monarquismo autónomo. La acción masónica militar de ambos personajes, a partir de la logia fundada en Inglaterra, “gran reunión americana”, subdividida en logias filiales, denominadas “sociedad de Lautaro”, en memoria del indio Lautaro, heroico luchador araucano y en ese espíritu, signar la labor revolucionaria, independentista que iban a desarrollar.
La intendencia de Trujillo y el quehacer masónico

En la ciudad de Trujillo, se estableció la sociedad de Lautaro, siendo su Venerable Maestro don José de la Riva Agüero, marqués de Riva Agüero, delegado de la sociedad de Lautaro, con sede en Cáliz. Fueron miembros: don Luis José Orbegoso, conde Orbegoso, don José de Tagle y Portocarrero, marqués de Torre Tagle, Pedro García Coronel, Nicolás de Herrera, marqués de Valle Hermoso, Dionicio Inca Yupanqui, diputado del Perú ante las cortes de Cáliz, Juan Alejo Martínez de Pinillos, José María Monzón (posteriormente), Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo, grado 33.
Unión justa, logia de Lambayeque.

Funcionó en la vieja casona, conocida como “casa de Montjoy” o “casa de los masones”, según informe del masón Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, logia que agrupó a los masones patriotas de Lambayeque, persuadidos que los pueblos tenían derecho a la libre determinación de su gobierno.

A 1818, sus miembros principales fueron: Juan Manuel Iturregui y Aguilarte (Venerable Maestro), Pascual Saco y Oliveros, Vicente Castañeda, Juan del Carmen Casós, Antonio Guerra, Melchor Sevilla, en su casa se proclamó la independencia de Lambayeque, José Sevilla, José Leguía Poémape, Santiago Leguía Poémape, Mariano Quezada, Antonio López de Vidaurre.

Por sus concepciones, puede observarse en la intendencia de Trujillo, una muy activa presencia de la masonería orgánica, procurando ganar conciencias y comprometiendo vidas y voluntades para alimentar la gesta independentista. La masonería ocupó el espacio institucional que en el Perú de hoy ocupan los partidos y movimientos políticos. La orientación masónica de inspiración monárquica, asumida y sustentada por don José de San Martín, se correspondió con don José de Torre Tagle, intendente de Trujillo, que, asumiendo esa orientación, impulsó el quehacer masónico por la independencia en Trujillo.

El espíritu independentista de la logia de Lambayeque estuvo motivado con las concepciones republicanas de la independencia, impulsadas por don Simón Bolívar.
Logia republicana

Sus trabajos ofrecieron una fuerte resistencia doctrinaria y operativa, frente a las concepciones neo monarquistas. Venerable Maestro de esta logia, fue don José Faustino Sánchez Carrión. Los masones de esta logia, se reconocían por un anillo de acero, en el que estaba grabado un corazón, atravesado por un puñal. Logia de convicción enérgica, que comprometió con el general Bolívar, lautarino del norte, todas las acciones para salvar la república de cualquier sombra monárquica. A juicio de Sánchez Carrión, con las concepciones neo monárquicas, san martinianas, podría llegarse a ser, buenos siervos, pero no buenos ciudadanos. Los miembros de esta logia batallaron por la democracia y la libertad.

Con el marqués de Torre Tagle, de afinidad san martiniana, se izó la bandera de la independencia en Trujillo, el 29 de diciembre de 1820. San Martín dejó el país y la victoria del Perú, y la independencia del Perú y América, quedó sellada el 09 de diciembre de 1824, corolario de los enormes esfuerzos militares de Bolívar y de la genialidad de José Faustino Sánchez Carrión.

En el escenario de la intendencia de Trujillo, actuaron dos concepciones masónicas y con su aporte y con ellas, se hizo una revolución política independentista, quedando pendiente la revolución social, orientada a superar las profundas desigualdades socioeconómicas y culturales, que hasta ahora nos afectan y que preocupan a los demócratas y seguramente, en su silencio y en sus trabajos, también a los masones.

Tomado de:
https://fpp.org.pe/la-independencia-de-trujillo-y-el-quehacer-de-los-masones/

jueves, 26 de noviembre de 2020

EL AJEDREZ EL JUEGO DE LA VIDA Y LA MUERTE Y SU SIMBOLISMO

EL AJEDREZ EL JUEGO DE LA VIDA Y LA MUERTE Y SU SIMBOLISMO
NICOLÁS QUILES PÉREZ

Aun cuando, de todos es sabida la versión de que, el ajedrez es un juego de origen hindú; obsérvese con curiosidad como, la tradición Hermética, lo ubica a través de Platón y Sócrates, como de origen egipcio, inventado por el Dios Thot, según indica EL FEDRO o del Amor.

Es una cosmogonía donde dos jugadores se enfrentan con ejércitos que, según observaremos más adelante, son mas interiores que exteriores, pues su conformación es de castas, según el oficio de cada cual y representan algún aspecto humano que usamos para bien o para mal.

Comencemos por el tablero, cuadrado representación de lo humano de lo manifestado, de lo terrenal, no por casualidad, pues cada lado representa uno de los elementos. Sin olvidar que para las tradiciones, el cuadrado tiene connotaciones mágicas. Tiene el terreno de juego o tablero ocho columnas de base o por lado, número que inspira un simbolismo intermediario o de transición entre la tierra, cuadrado y el cielo, circulo; formando así 64 casillas 8x8 que corresponden al cuadrado mágico de Mercurio-Hermes, por tanto de intermediación entre Dioses y hombres.

Observemos como Hod es la octava sefirat del árbol de la vida, que a su vez es la iniciadora del ascenso hacia keter. No extraña que 64 sea concordante con las tradiciones chinas a través de los hexagramas que también son 64 y configuran el texto del I Ching o de las transmutaciones y son 8 los trigramas iniciales. También es posible observar la ciclisidad dado que 64 es submúltiplo de 25.920 que es el periodo de precesión de la tierra y que además es considerado por los hindúes como el ciclo completo del aliento de Brahma (inspiración y exhalación divina) o Manvantara y más modernamente un ciclo equinoccial completo según han podido calcular los astrónomos.

Veamos como el carácter cíclico del tablero, también lo observamos al notar que 64 es 6+4=10 que se asocia con la vuelta al origen y la carta No. 10 del Tarot que es la rueda de la fortuna, equivalente a la rueda del Sansara para los budistas. Este arcano anuncia un nuevo ciclo. En él se observan dos animales, uno que asciende y otro que desciende, tal como los ejércitos en conflicto del ajedrez. En la parte superior de la rueda hay otro ser, que está por encima y que representa al iniciado que trasciende el ciclo y se convierte en un observador de los acontecimientos (verbi gracia la postura de los propios jugadores en sí).

64 casillas, 32 blancas y 32 negras y además 32 figuras en conflicto; la relación con la Cábala judía se hace evidente. En el Sefer Yetsira se señala: “Con 32 senderos míticos de sabiduría gravo Dios, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel”. Las 32 veces que aparece el nombre de Dios en el primer capítulo de la Torah, las 22 letras del alefato y las 10 sefirot que configuran toda la sabiduría. Caminos estos que debe recorrer y abrir cada individuo en su peregrinar hacia la libertad.

En el ajedrez aprendemos que luz y tinieblas, día y noche, bien y mal se oponen, pero se complementan, porque uno no existe sin el otro. René Güenon nos señala como el blanco simboliza lo manifestado y el negro lo no manifestado. El blanco que realmente es incoloro, es la fuente original de toda la gama cromática, dado que los colores no son más que una refracción de ese haz de luz blanca, mientras que la total ausencia de luz, viene a ser el negro, así el blanco se refiere a la tierra, lo manifestado y el negro al cielo o no manifestado.

Vemos también en el ajedrez como las piezas se distribuyen en castas, en concordancia con la jerarquización tradicional de los pueblos, quedando la quinta raza como el jugador mismo. El Rey representa el estado sacerdotal o brahmánico, el corazón de cada ejército, al que hay que proteger, la esencia del juego, sin el no habría sentido en la batalla.

En su cabeza lleva una corona, que reproduce con la forma circular, el cielo al que simboliza, y que confirma la autoridad para gobernar en orden, sobre todo lo demás. La raíz simbólica de corona es “k-r-n”, proviene de Cronos, cráneo, cuernos, y de la palabra griega Karn, que es la cúspide de la montaña sagrada Hiperbórea. Keter, la unidad, la sefira más elevada del árbol de la vida es la corona que porta el Adán Kadmon, o el hombre primordial, de la tradición judía.

El rey está ubicado inicialmente en la línea central del tablero, en un cuadro opuesto a su propio color, conjugando así los opuestos y con movilidad de una casilla en todo su alrededor, lo que deja vislumbrar un movimiento circular sobre sí mismo, así el rey se configura en el centro sobre el que gira el compas, símbolo de la inteligencia divina.

Observemos aquí que este movimiento del rey lo ubica en el centro de un cuadrado de 3x3 o cuadrado de Saturno, de movimiento lento pero inteligente. Este cuadrado de 3x3 genera uno de 9 casillas y 9 es el numero de la carta del Ermitaño, entre los arcanos del tarot, que representa un sabio anciano, un maestro interior, que también se asocia a Cronos, el tiempo que devora a sus hijos; así es como son cualidades del Rey, la paciencia, la experiencia, la soledad, la sabiduría (¿Quién puede negarlo?).

La Dama o elemento femenino del ajedrez, llamada también reina es el propio rey desdoblado en mujer, La energía concentrada del Rey, la Reina la transforma, aglutinando toda la fuerza expansiva de la creación, como una fuente de agua pura, desbordante e imperecedera, como Júpiter, progenitor de todos los Dioses, amante de la vida y misericordioso señor del mundo. Por ello los movimientos de la Dama son hacia cualquiera de las 8 direcciones que le rodean, su único límite es la existencia misma, marcada por el tablero.

El juego consiste entonces en la creación sostén y disolución del universo. El Rey simboliza el poder espiritual y la Dama o Reina, en cambio, el poder temporal. La función del poder temporal siempre será la protección del poder espiritual. Por ello vemos que la corona del Rey tradicionalmente se representa con una cruz en la parte superior, señalando el poder espiritual, en cambio la Dama, aunque coronada también, carece del símbolo, señalando el poder temporal, asociado al Rey guerrero.

En la misma fila donde se colocan el Rey y la Reina, existen tres parejas de figuras que poseen un interesante simbolismo, ubicadas, cada miembro de la pareja un cuadro de color distinto, uno blanco y otro negro y rodeando la pareja real.

La primera pareja que se coloca a los lados de la pareja real la forman los alfiles, que en algunos lugares se identifica como delfín, que quiere decir príncipe, motivo por el que se ubica como la más cercana a la pareja real. Otra representación de los alfiles es la de elefantes que portan torres en sus lomos con un arquero sobre estas.

La palabra alfil, parece derivar de “Hasti” del sanscrito, a “pil” en persa y a “fil” del árabe, que significa elefante, a lo que si le anteponemos el articulo “al” del árabe, obtenemos la palabra “alfil” o del elefante.

Por otro lado, los amonios denominaban a un oráculo “Alpha” o “Alphi” (la voz de Dios). En Egipto los principales oráculos eran los toros sagrados o “Apis” y “Mnevis”, por lo que era común denominar a “Alpha” o “Alphi” a los toros sagrados de Menphis y Heliopolis. Plutarco, comentando la letra “Alpha” explica que los fenicios llamaban al buey “Alpha”, así tenemos que su significado era por igual el de un oráculo o el de un animal oracular. Así el “Aleph” de los judíos representa la cabeza de un buey, y es la primera letra del alefato, muy similar a la “Alif” del alfabeto islámico.

Estas acepciones, “Alpha” o “Alph”, aplicadas a los toros Apis y Mnevis, palabras originalmente egipcias, las tomaron los fenicios para adaptarlas principalmente a los bueyes “Alpha” y después a los elefantes “elaph”, verdadera raíz de nuestro actual alfil.

Mas modernamente, ya en Europa, la figura del alfil, se asemeja a la del obispo, que con su báculo representan la unión del cielo y la tierra, así entonces se relaciona con Marte que limita la energía expansiva de Júpiter (La Reina). Por tanto, aunque se mueven en todo el tablero, como lo hace la Reina, solo lo hacen diagonalmente, en representación de ello.

En muchas tradiciones al caballo se le relaciona con el mar, es así como Poseidón es también, el dios de los caballos. El paso de las aguas en la simbología de los caballos es crucial.

En los ritos iniciáticos griegos e hindúes, el sacrificio del caballo es común y los iniciados comúnmente se cubrían con piel de caballo. Así vemos como el caballo está relacionado con el paso del Ser de un estado a otro.

En el ajedrez el caballo se mueve en L, saltando, como similitud alegórica al fuego, revelador de la fuerza del espíritu. Termina siempre en un cuadro del color opuesto al del cuadro de partida y en una columna diferente, lo que nos inspira la idea del paso a otra realidad diferente.

En el tablero hay dos caballos ubicados inicialmente en colores diferentes de la cuadricula, tal como lo intuimos de la carta del Tarot del carro, donde hay dos caballos que parecieran dirigirse a diferentes destinos, pero están guiados por el cochero como uniendo a los opuestos para superar los obstáculos, dando así la idea del proceso iniciático.

Platón en el Fedro, inspirado por Homero y Orfeo, plantea el alma como un carro gobernado por un cochero (la inteligencia) y halado por dos caballos, uno representando la fuerza y el fuego y el otro la pasión de los sentidos o el apetito.

El espacio donde se desarrolla el juego, está enmarcado por las torres, ubicadas en las esquinas del tablero encerrando el conjunto del resto de las piezas, en clara referencia a la manifestación; lo tangible que contiene la esencia de la vida y que enmarca el trabajo interior hecho por el resto de las piezas. Tanto es así que la excepcional jugada del enrosque denota la protección que la torre brinda y a su vez, simbólicamente saca al rey de las acciones del juego.

Las torres simbolizan las columnas, el eje, el elemento vertical por excelencia, como los obeliscos que simbolizaban el eje del mundo. Cada ejército posee dos torres, una sobre un cuadro blanco y otra sobre un cuadro negro, que señalan el carácter dual, presente en lo manifestado, tal como en el templo masónico las columnas J:. y B:., en reminiscencia de las dos columnas del templo del Rey Salomón o las del árbol de la vida representando el Rigor y la Gracia constitutivas de la creación.

Son puertas de paso, pilares de sabiduría. No extraña entonces que el Rey las consideres sus protectoras por excelencia. En el ataque su movimiento es recto, frontal, directo, es una pieza letal; de hecho junto a la Dama son las únicas que pueden plantear un Jaque mate en solitario, sin necesidad de ayuda ni apoyo de otras piezas.

El peón finalmente, tiene la misma acepción del obrero o del masón, que en los trabajos verdaderos, ha de desbastar la piedra bruta a fin de despojarla de asperezas, acercándola a una forma en consonancia con su destino.

Es un trabajo lleno de contratiempos, donde múltiples dificultades jalonan al iniciado en su peregrinar hacia el conocimiento y la libertad, que alcanza al ubicarse en la línea opuesta y final del tablero, donde se corona y transforma adquiriendo otras funciones en el juego.

Al comienzo del juego contempla heroicamente las posiciones del ejército contrario, con valor y resignación ve un poderoso ejército que se antoja indestructible. Hay en el tablero, ocho peones en cada ejército representativos de cada uno de los ocho oficios tradicionales que le confieren un equipaje que llevara en su lento viaje sin retorno, sin posibilidad de dar vuelta atrás, camino hacia la batalla, hacia la libertad.

El camino del peón está lleno de sacrificios, de verdaderos actos sacros, por los cuales muchos de ellos perecerán, en virtud de un fin común, de una empresa superior, que en mucho, el mismo no comprende, pero está realmente al orden con el espíritu.

El creador está presente en toda la creación, pero sin constituir ninguna de sus partes, así tablero, piezas y jugador conforman el cosmos. De hecho, la razón de ser de cada uno de los elementos del ajedrez es recordar y representar el cosmos. En el ajedrez y su disposición, se representa una serie de elementos opuestos y complementarios, que liberan batallas; una guerra, con todo su simbolismo representado en la cosmogonía del juego, es una forma de manifestación del camino hacia el conocimiento, es el viaje hacia la identidad del ser, el verdadero conocimiento de Si mismo.

En la batalla, como en el peregrinaje, deben acontecer grandes sacrificios, como en verdad ocurre en el juego, para vencer lo que ciertamente no es y así recuperar, reconocer nuestra verdadera identidad, derrotando al hombre viejo, para dar espacio al nacimiento del hombre nuevo.

"Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada Reina, torre directa y peón ladino, 
sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. 
No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero de otro tablero de negras noches y de blancos días. 
Dios mueve al jugador y éste, la pieza. 
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?"


Tomado de:
https://therealstate2014.wixsite.com/masoneriamexicana/single-post/2015/09/10/EL-AJEDREZ-EL-JUEGO-DE-LA-VIDA-Y-LA-MUERTE-Y-SU-SIMBOLISMO

martes, 24 de noviembre de 2020

EL JUEGO DE LA OCA SU SIMBOLISMO Y LA MASONERIA

EL JUEGO DE LA OCA SU SIMBOLISMO Y LA MASONERIA
Fuente:Sineides




Retrocedamos, en nuestra máquina del tiempo particular, a nuestra infancia, ¿quién no ha jugado en el tablero de la oca alguna vez?

Y sin embargo, en nuestra descarada inocencia, nunca creímos que este juego llevará implícitos tantos misterios y tradiciones ocultas. Desde luego que a todos nos llamaron la atención determinadas casillas por su extrema connotación positiva o negativa; pero descubrir lo que hay detrás de ellas es un ejercicio colmado de sorpresas.

El Juego de la oca no es mas que una metáfora de la vida terrenal, en la cual se demuestra que el azar pretendido, por algunos, no es tal sino que todo se rige por un destino que nos hará transitar por etapas diferentes, en definitiva una casilla u otra. Pero el juego de la oca va mas allá de la vida material y nos muestra el camino iniciático por el que debemos pasar para alcanzar el conocimiento supremo, las casillas buenas o malas son pruebas que el iniciado debe ir superando para llegar a aquello que denominamos como “lo supremo”, anhelado por el ser humano en todas las civilizaciones.

El juego de la oca por su disposición y dibujo esta emparentado con los laberintos, enrevesados caminos de lucha hacia un objetivo final; sólo el que cree y tiene paciencia en ese objetivo sale del laberinto. Es por esta teoría por la cual muchos investigadores afirman que el juego de la oca se inventa en Grecia, de allí surge el mito de Teseo: el joven héroe que mata al Minotuaro en el Labryss o laberinto, el laberinto mas famoso de toda la antigüedad. Otros también apuntan a la teoría del nacimiento del juego en la India donde lo relacionan con los mandalas; laberintos, o caminos sagrados de fe y paciencia, dónde por mucho que se tuerza la senda el fin sigue siendo alcanzar lo supremo en todas sus concepciones. Curiosamente el ser humano plasma similares sentimientos, en sus representaciones, en lugares dispares del planeta (este es el mayor y más bello misterio de la humanidad por mucho que moleste al sector más conservador y anquilosado de la historiografía). Es por ello que decidir el origen se torna complicado, más aún cuándo se pudo producir por una fusión cultural debida a artículos y comerciantes que circulaban en uno u otro sentido. Si Grecia es la cuna del juego, el laberinto del Minotauro en la isla de Creta así lo atestigua; pero la India y el concepto sánscrito del mandala, cuanto menos, nos sugieren algunas dudas antes de descartarlos por su simbolismo y sacralidad presentes también en el tablero sobre el que echaremos los dados.

El juego de la oca es lanzado, o relanzado mejor dicho, en la Edad Media. En las primeras etapas por movimientos ocultistas o sociedades secretas que buscaban el conocimiento supremo a través de diferentes pruebas y así se lo hacían ver a sus adeptos. Hablamos de Masones o Templarios por ejemplo, entre otras muchas sociedades; al parecer, según algunas fuentes templarias, se usó el juego de la oca para simular el Camino, iniciático, de Santiago con jóvenes monjes de la Orden del Temple para así mostrarles las duras vicisitudes que vivirían y su enriquecedor final tras la perseverancia. Es típico de estas sociedades codificar el conocimiento supremo para que no este al alcance de cualquier ser indigno, sino sólo de los puros de corazón, los que luchan con fé y tienen paciencia. Así, es por ello que simplifican sus conocimientos iniciáticos en el juego de la oca, nadie se podía imaginar que algo tan simple como un juego de niños podía tener tanta relevancia. Y de paso los niños son formados para superar las pruebas duras que les pondrá la vida, caer y volverse a levantar en diferentes obstáculos con la seguridad en uno mismo, de que poco a poco se irán superando casillas o etapas.

La oca es un animal sagrado en diferentes culturas, incluso en la occidental de raíces celtas, o cristianas posteriormente, la oca siguió representando la pureza de alma en su plumaje y su gallardía o coraje en su postura; el sincretismo religioso de diferentes áreas del mundo no pudo derrocar esta concepción, siempre hubo grupos que lucharon a favor de la idea: Los maestros arquitectónicos, y después los masones, utilizaban la pata de oca como medida constructora. Mas tarde Gaudí en la Sagrada Familia de Barcelona utilizó esta medida. Pero hay más, en cualquier templo con elementos mistéricos estará presente.

La forma cúbica de los dados está emparentada con la numerología (un compendio de teorías milenarias, y con mucha relación en la Cábala, que por medio de diferentes combinaciones de números estudia el ser humano). Asimismo, la magia en creencias antiguas se sigue demostrando en la puntuación de los dados (no se representa con números sino con puntos, . .. … …. etc ); el punto encierra un conocimiento hermético y esotérico para cualquier sociedad secreta.

La numerología deja en este juego muchas anécdotas, por ejemplo: el número 58, cuyos dígitos suman 13 número de mal fario en la tradición cristiana, corresponde a la parca o muerte. Si el jugador cae en ella muere y vuelve a empezar de nuevo, para emprender una nueva vida donde no cometa los errores de la extinguida, en vocabulario iniciático a reencarnarse. Hay que reseñar que la reencarnación iniciática no implica muerte real o material, sino que lleva a empezar de cero, espiritualmente, desterrando errores pasados. Se trata de alcanzar el conocimiento supremo representado en la casilla final como un paraíso; no donde se colmen nuestras aspiraciones materiales sino un paraíso espiritual de sabiduría y perfección. A él sólo se llega superando duras pruebas y diferentes obstáculos. Por lo tanto el 13, a priori, es un número malo y sin embargo, si comprendemos la profundidad del mensaje, puede ser el que nos relance a una vida superior. ¿Se trataba de engañar a la Iglesia velando la verdad?

Otro ejemplo de curiosidad con los números : el 9 es el número de la perfección o conocimiento y el 7 es un número mágico donde los haya, pues bien en el juego de la oca el número 9 se repite ¡7 veces! : 9, 18, 27, 36, 45, 54, 63 (en numerología solo cuenta el número final, que es la suma de las dos crifras, sumalas y obtendrás siempre 9). Cada una de estas casillas corresponde a una oca con su consiguiente premio que demuestra, al jugador o iniciado, estar en el camino correcto hacia el conocimiento supremo, y así acercarse algo mas al paraíso.

En conclusión, el juego de la oca tiene doble finalidad: ocultar el conocimiento sagrado y mágico a los ojos de quien no lo merece, ofreciendo la posiblidad al que luche de obtenerlo y realizarse y, por otra parte, conseguir dotar a los niños de una espiritualidad que les ayude a afrontar los problemas reales con paciencia, hacerles seres mas perfectos que buscan el fin, poco a poco, de una sociedad mas perfecta y espiritualizada.

Quizás deberíamos jugar más a la oca. Nuestros hijos y su “alocada” mente vacía de prejuicios lo entenderán mejor.

Tomado de:
https://therealstate2014.wixsite.com/masoneriamexicana/single-post/2015/09/10/EL-JUEGO-DE-LA-OCA-SU-SIMBOLISMO-Y-LA-MASONERIA

domingo, 22 de noviembre de 2020

LEON TROSTSKY, PADRE DE LA REVOLUCION RUSA Y FRANCMASON

LEON TROSTSKY, PADRE DE LA REVOLUCION RUSA Y FRANCMASON




Leiba Bronstein se transformó en francmasón en 1897, y más tarde llegó a ser un Illuminatus de alto nivel de jerarquía a través de su amigo Alexander Parvus. También mantenía contactos con B’nai B’rith, la orden Masónica judía que había ayudado a los “revolucionarios” judíos previamente en Rusia. Un hombre llamado Jacob Schiff, Presidente de la Casa Bancaria Kuhn, Loeb & Co. y favorito de Rothschilds, se hizo cargo de los contactos entre el movimiento “revolucionario en Rusia” y B’nai B’rith. (Gerald B. Winrod, “Adam Weishaupt – Un Diablo Humano”, pág. 47.) Leiba Bronstein empezó a estudiar la francmasonería y la historia de las sociedades secretas seriamente en 1898, y continuó estos estudios durante los dos años que pasó en prisión, en Odessa. Escribió notas que sumaban más de 1.00 páginas. “Internationaler Freimaurer-Lexikon” (Vienna/Munich, 1932, pág. 204) renuentemente admite que Leiba Bronstein-Trotsky llegó al Bolchevismo a través de este estudio de francmasonería.

Como Comisario del Pueblo para los Asuntos Militares, Trotsky introdujo el pentagrama – la estrella de cinco puntas – como símbolo del Ejército Rojo. Los Cabalistas habían tomado este símbolo de magia negra de las brujas en la antigua Caldea.

Con la ayuda de Alexander Parvus, Trotsky llegó a la conclusión que el verdadero propósito de la francmasonería era eliminar los estados nacionales y sus culturas e introducir un estado mundial Judaizado. Esto también se declara en “La Iniciación Secreta en el Grado 33”: “La Francmasonería es nada más y nada menos que la revolución en acción; la conspiración permanente“.

Bronstein se transformó en un convencido internacionalista que, por el diligente cuidado de Parvus, aprendió que el pueblo judío era su propio Mesías colectivo y que lograrían el dominio sobre todos los pueblos a través de mezclar sus razas y de la eliminación de los límites nacionales. Una república internacional sería creada, dónde los judíos serían el elemento gobernante, ya que ningún otro podría entender y controlar las masas. Leiba Bronstein se transformó en miembro de la Logia Masónica francesa, ‘Art et Travail’ a la que Lenín también pertenecía, pero también se unió a B’nai B’rith, según el cientista político Karl Steinhauser (“EG – Die Super – UdSSR von morgen” / “EU – la Nueva Super-URSS de mañana”, Viena, 1992, pág. 162). León Trotsky se transformó en miembro de la orden Masónica judía B’nai B’rith en Nueva York, en enero de 1917. (Yuri Begunov, “Secret Forces in the History of Russia”/”Las Fuerzas Secretas en la Historia de Rusia”, St. Petersburgo, 1995, pág. 138-139.) Trotsky ya era miembro de la francmasonería de Misraim-Memphis.

Winston Churchill confirmó en 1920, que Trotsky también era un Illuminatus. (Illustated Sunday Herald, 8 de febrero de 1920.) Eventualmente Trotsky alcanzó una posición muy alta dentro de la francmasonería, ya que él pertenecía a la Logia Shriner, a la cual se podían unir sólo francmasones del Grado 32 y superior. Franklin Delano Roosevelt, Alejandro Kerensky, Bela Kun y otros políticos importantes también han estado entre éstos pocos seleccionados. (Profesor Johan von Leers, “The Power behind the President”/”El Poder detrás del Presidente”, Estocolmo, 1941, pág. 148.)

 

Tomado de:

https://therealstate2014.wixsite.com/masoneriamexicana/single-post/2015/09/10/LEON-TROSTSKY-PADRE-DE-LA-REVOLUCION-RUSA-Y-FRANCMASON

viernes, 20 de noviembre de 2020

El sentido de la palabra “escocés”

El sentido de la palabra “escocés”

¿Qué se entendía por “escocés” en 1802 ?

La palabra “escocés” tiene varios sentidos y es difícil darle una definición precisa. A finales del siglo XVIII se distinguen tres significaciones distintas :

1. El nombre de uno de los más antiguos de los altos grados, que ha tenido numerosas variantes. Estos grados llamados de Escocés conservaron siempre una gran importancia en la Masonería de los altos grados.
2. Por extensión, los términos “escocés” y “Escocismo” son sinónimos de altos grados, cualquiera que sea el sistema de altos grados de que se trate.
3. En los años 1760, aparece en Marsella un cuerpo masónico llamado “Logia Madre Escocesa”. Este título transmitía la legitimidad que pretendía la Logia Madre para todos los grados, comprendidos los altos grados. Esta Logia practicaba un sistema de siete grados : Aprendiz, Compañero, Maestro, Maestro Perfecto, Elegido, Escocés y Caballero de Oriente. El “Rito escocés” practicado por esta Logia designa a los altos grados.

Hacia 1802-1803, los adversarios del Gran Oriente utilizaron sucesivamente las palabras “escocés” o “escocismo” en sus diferentes significaciones.

La discusión sobre la cuestión del “Rito Escocés” es exclusivamente una cuestión de altos grados. Desde 1786, el Gran Oriente dispone de un sistema de altos grados, el del Gran Capítulo General de Francia, que ha unido a sí mismo.

Los “Masones Escoceses” aceptan vincularse al Gran Oriente para los grados simbólicos, pero quieren practicar un sistema de Altos Grados diferente al que está en uso en la obediencia [1].

A comienzos del siglo XIX, la expresión Rite Écossais incluye sistemas masónicos diferentes que tienen en común el conceder todos una gran importancia a los Altos Grados que representan para ellos la parte principal de la Masonería.

En este punto de mi presentación de un “ABC del escocismo”, me parece oportuno recordar que “escocés/escocismo” cubre el conjunto de los altos grados del 4º al 33.

[1] Pierre Mollier, « Naissance et essor du Rite Écossais Ancien Accepté en France : 1804-1826 », Deux siècles de Rite Écossais Ancien Accepté en France 1804-2004, Dervy, pp. 70-113.

Tomado de:
https://www.grand-college-des-rites-ecossais.fr/El-sentido-de-la-palabra-escoces.html

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Rito Morin

 Rito Morin


Los Escoceses de Perfección

Un comerciante de Burdeos, Etienne Morin, que viaja entre la metrópoli y las islas francesas de América contribuye a dar amplitud al sistema Escocés de Perfección de 24 grados (3 grados simbólicos + 21), llevándolo a Santo Domingo hacia 1750. Diez años después, Etienne Morin, regresa a París y participa en la reorganización de la Gran Logia de Francia. En 1761, obtiene de esta Gran Logia una patente, que conocida bajo la denominación de “Patente Morin”, plantea bastantes problemas a los historiadores actuales. Esta patente le autoriza a propagar la Masonería en América del Norte, tal como es practicada en Paris. De regreso a Saint-Domingue en 1763, Etienne Morin se consagra hasta su muerte en 1771, en colaboración con Henry Franken, a la difusión de la masonería de perfección en Jamaica y en Luisiana, bajo la forma de un sistema de 25 grados, al cual le da el nombre de Orden del Real Secreto (al sistema de los 24 grados practicado en Francia, Morin añade un grado final de Príncipe del Real Secreto, creado por él).

Los franc-masones llegados de Francia a América del Norte se encuentran con masones ingleses, escoceses e irlandeses, algunos de los cuales practican un ritual de logia simbólica diferente del suyo y que es designado por el atributo de Antiguo. Evocar estos rituales nos obliga a regresar a Inglaterra, para evocar la evolución de la franc-masonería en su país de origen.

Tomado de:
https://www.grand-college-des-rites-ecossais.fr/Rito-Morin.html

lunes, 16 de noviembre de 2020

Los albores de la Fanc-masonería

Los albores de la Fanc-masonería

La imprenta es inventada en 1440. Poco más de sesenta años después, la Reforma se pone en marcha. En 1530, Lutero proclama la autoridad soberana de las sagradas escrituras en materia de fe. En Inglaterra, en 1534, el Parlamento nombra al rey Enrique VIII como jefe supremo de la Iglesia anglicana. Los monasterios son saqueados tres años más tarde. A partir de 1534, disminuyen los encargos para construir iglesias y monasterios. Si a esto se añade, la disolución de las cofradías gremiales, firmada en 1547, se comprenderá que la situación de los constructores ingleses se había vuelto difícil. Las logias de albañiles, los “masones” llamados operativos, tendían a vaciarse. En Escocia, independiente hasta el Acta de Unión de 1707, la evolución de la masonería operativa será muy distinta y las logias o gremios de oficios fueron alentados y reorganizados a finales del siglo XVI.

Por otra parte, en 1570 John Dee había traducido a Vitrubio cuando escribe el prefacio a la primera edición inglesa de los elementos de geometría de Euclides. La figura del arquitecto, las técnicas y los estilos de la arquitectura son revalorizados hasta el punto de considerarlos como apropiados para la educación de un gentleman. Además se toma conciencia del papel de los hombres de oficio en los descubrimientos de la imprenta, de la brújula… y los oficios manuales se perciben de un modo distinto. Trabajar con artesanos se convierte en algo importante para intentar comprender el Universo. Este cambio de mentalidad se manifiesta, durante la primera mitad del siglo XVIII, en el interés que lleva a algunos eclesiásticos y nobles a ingresar en las cofradías de los constructores, donde reciben el título de “masones aceptados” o “caballeros masones”. Estos masones “aceptados”, no son “operativos”, no trabajaron en la logia más allá de su admisión, pero aportaron frecuentemente su apoyo financiero o político a la cofradía gremial que les había admitido como miembros.

En octubre de 1646, el erudito Elías Ashmole (1617-1692), es recibido como “masón aceptado” en una logia de Lancashire en la cual todos sus miembros son de los no operativos. Inglaterra se encontraba entonces en plena guerra civil entre los partidarios de la monarquía absoluta y quienes defendían el control parlamentario del poder real. La logia recibe a la vez a un anglicano que combate en el ejército real, y a un puritano, partidario del Parlamento, lo que constituye un buen ejemplo de la tolerancia política y religiosa que, un siglo más tarde, proclamará la Constitución de los franc-masones no operativos. La presencia de masones “aceptados” está constatada también en las logias gremiales de Escocia durante el siglo XVI.

Paralelamente, se funda en 1660 la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge, una institución destinada a la promoción de las ciencias, que admite “libremente a hombres de religiones, países y profesiones diferentes” y en la cual los miembros “profesan abiertamente no los fundamentos de una filosofía inglesa, escocesa, irlandesa, papista o protestante, sino más bien una filosofía para el género humano…”. Esta Sociedad será presidida por Newton a partir de 1704.

La franc-masonería nace de la confluencia de estas corrientes y con la inquietud de dejar fuera las disputas religiosas. La parte ritualista estará ampliamente emparentada con la que utilizaban en la masonería operativa, pero permanecerá el deseo de apertura y tolerancia. Y así aparece en el Capítulo I, “Concerniente a Dios y la religión”, entre las “Obligaciones de un franc-masón”, contenidas en la “Constitución de la Muy Respetable Cofradía de los Franc-masones aceptados…”, editada en 1723.

Es muy probable que las logias de masones aceptados se multiplicaran en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVIII, pero los documentos a este respecto son muy escasos. Lo que el conjunto de los historiadores parecen admitir es que en el primer cuarto del siglo XVIII, en 1717, cuatro logias especulativas de Londres y de Westminster se asocian formando la Gran Logia de Londres. Durante los primeros años de su existencia, las logias practican solo los dos grados conocidos en las logias de los masones operativos escoceses : Aprendiz admitido y Compañero de oficio. Anderson, ayudado por varios comisionados, entre los cuales estaba Montaigu, Gran Maestre de la Gran Logia, y Desaguliers, miembro de la Royal Society, preparan las Constituciones de la Gran Logia que se publican en 1723. Son ellos quienes apuntan la idea de que la masonería se propone ser “un crisol para asegurar la vinculación social”. La maduración de los grados de Aprendiz y de Compañero, conduce a la introducción del grado de maestro. Al comienzo, los tres grados conservan adherencias entre ellos y la distinción de cada grado en relación a los otros no está completamente realizada. El sistema de tres grados se apoya sobre dos temas fundamentales : el de la identificación de la logia con el Templo de Jerusalén, tema tomado de los masones operativos, y una leyenda de origen desconocido sobre el asesinato del arquitecto del Templo de Salomón. El ritual de la Gran Logia no nos es conocido directamente, sino por la divulgación que hizo, en 1730, Samuel Prichard bajo el título La masonería diseccionada. En esta fecha la masonería azul o simbólica está definitivamente constituida, aunque haya diferencias rituales entre una logia y otra, y en 1738 el sistema de los tres grados no sea todavía practicado por el conjunto de las logias inglesas. El rito de los tres grados Aprendiz, Compañero y Maestro, siendo el único, no había recibido todavía un nombre distintivo.

Tomado de:
https://www.grand-college-des-rites-ecossais.fr/Los-albores-de-la-Fanc-masoneria.html

sábado, 14 de noviembre de 2020

Libertad y Escocismo

Libertad y Escocismo

La libertad es asunto de compromiso. Un compromiso entre el ejercicio voluntario de sus opciones, por un lado, y el respeto al otro y a la ley, por el otro.

El libre albedrío es asunto de juicio, alumbrado por la conciencia, sobre las elecciones y los actos, desde la perspectiva de la ética.

Así, la elección, que procede del libre albedrío, parece estar circunscrita a la libertad de encontrar un compromiso, el de realizar los propios deseos según la conciencia y en el respeto a la ley y al otro.

En un plano social, se acostumbra a decir que demasiada libertad incrementa las desigualdades, que demasiada igualdad atenta contra la libertad y que, en principio, la fraternidad permite el justo medio. Pero, ¿con decir esto se ha dicho todo ? ¿Qué conviene concederse a sí mismo y tolerar a los otros para tener una razonable libertad reciproca ? Detrás de lo que nosotros creemos que es nuestra libertad se esconden la mentira y el desconocimiento sobre nosotros mismos, la permisividad con nuestro interés, la indiferencia hacia los otros y la ignorancia o la transgresión de la ley. De hecho, la libertad necesita, de manera consustancial, una aptitud para el auto-dominio que deberá adquirirse a todo lo largo de una búsqueda personal.

Si la ética masónica, en su transmisión oral, invita a un humanismo de buena ley, los rituales del Escocismo, en cambio, señalan progresos y regresiones, tentativas provechosas y fracasos que pretenden ser pedagógicos y que no tienen otro objetivo que poner de relieve las debilidades humanas para construir la experiencia.

De esta forma, las sensaciones de libertad son guiadas sucesivamente por las emociones, los instintos, la empatía o la ley moral según los grados. Y los actos son conducidos, según los casos, por la vehemencia, el interés, la benevolencia o el deber. Y entonces, ¿cómo conciliar deseos, necesidad, creencias, alteridad y humanismo ?

El grado de Aprendiz, más allá de la constricción del silencio y de la euforia del descubrimiento, pone al Masón al pie del muro que debe edificar. La esperanza en la construcción de un mundo mejor se configura como el motor del devenir. Todo está por rehacer, como para conjurar las frustraciones profanas que han conducido a la Masonería. Un proyecto está en marcha.

El grado de Compañero, como prolongación del grado precedente, construye un verdadero espacio de libertad mediante el aporte esencial del trabajo como instrumento de emancipación, y para una obra colectiva con una dimensión humana y solidaria. Cada uno tiene el justo lugar simbólico que debe ocupar, según sus cualidades y sus competencias, bajo la autoridad incontestable de Maestros reconocidos. Todo parece evidente, en un mundo armonioso. Aquí no hay constricciones aparentes, excepto las de la disciplina del saludo. El Arte es la alegría de los hombres libres, dice un ritual.

El Grado de Maestro desestabiliza este edificio poniendo en escena la parte oscura del rostro humano. Saliéndose de sus prerrogativas y de las reglas establecidas, los Compañeros abusan de la libertad que les había sido dada y a la que no supieron corresponder.

Esta toma de poder homicida engendra desorden, dudas e iniquidades. Todo está por rehacer.

Los dos primeros grados, ¿son un engaño a la vista de cómo es el tercero y los siguientes ?

En el 4º grado, el Maestro Secreto pone de relieve su libre albedrío para intentar reconsiderar el uso de los valores, para percibir una verdad que se quiere distinta de la que se admite comúnmente, para aprender a pensar por si mismo, liberarse de las contingencias, de los engaños y de la idolatría. Se trata de sacar lecciones del pasado, de ver el mundo de otra manera, por deber y razón, y discernir los verdaderos incentivos de la acción.

En el grado 5º, el Maestro Perfecto, conservando lo mejor del Maestro difunto, emprende la superación de lo que ahora ya ha sido cumplido y prosigue así su propia liberación, su emancipación de la tutela de los falsos gurús.

En el 6º grado, el Secretario Íntimo, por su compromiso, su responsabilidad y la reconciliación que encarna, favorece una mejor comprensión social y se libera de las divisiones. Está en marcha un nuevo orden, activo y participativo.

En el grado 7º, los Prebostes y Jueces, los que tienen los planos del edificio, muestran su aptitud para mandar y para controlarse a sí mismos, con justicia y rectitud, orden y concordia, para evitar todo abuso. En este grado se instaura y se afirma, un poder regulador que se ejerce también sobre sí mismo.

En el grado 8º, el Encargado de Obras mantiene y mejora el edificio para apuntalar y asegurar este nuevo equilibrio liberador. Todo está ahora como es debido.

En el 9º grado, el Maestro Elegido busca liberarse de una parte de sí mismo mediante el uso de la fuerza justiciera. Saciando una venganza simbólica necesaria contra el mal oculto en su propio interior, intenta vencerse, superarse, con el fin de poder forjarse una libertad y obtener la absolución de su conciencia por la brutalidad del método empleado.

En el 10º grado, el Ilustre Elegido de los Quince, mediante un castigo público ejemplar, pretende la liberación violenta de lo que pesa en su conciencia. Aunque los métodos y las reglas de conducta son todavía desproporcionados, parece que la animalidad ha sido vencida simbólicamente.

En el grado 11, el Sublime Caballero Elegido, repartiendo las responsabilidades, instituye una administración liberadora del peso de las pasadas iniquidades y coacciones. Esta distribución de responsabilidades, más allá de la división aparente, no tiene otro objeto que el de poner en marcha unos sistemas de poder para lograr un equilibrio regulador. El procedimiento de la justicia está en marcha.
Pero, ¿cuál es la libertad real del solicitante en estos tres grados de Elegidos, cuando la selección se hace echando suertes, por designación y por eliminación ?

En el grado 12, cambia el registro : el Gran Maestro Arquitecto desarrolla su voluntad para liberarse de las circunstancias aleatorias del diseño. Funcionando ya las instituciones y estando satisfecha la venganza, puede relanzarse un nuevo proyecto. Se gira aquí deliberadamente hacia la transformación y el universalismo. Cada quien puede participar : las puertas ya no están custodiadas.
Pero nada es perenne. La libertad también depende de los otros. Las sociedades, los edificios, por bien que estén construidos, no resisten al destino y a las luchas de las civilizaciones. El Templo, anhelado como un símbolo de poder, es destruido.

En el grado 13, el Caballero del Arco Real, esclavo de la materialidad, explorando las ruinas del pasado, pero también sus propios subsuelos para buscar antiguas verdades, bordea los límites de su conocimiento, de su cultura y de su entendimiento para encontrar el horizonte de su propio ser, la medida de sí mismo, de su propia libertad, la de moverse en su espacio interior, la de hablar según su pensamiento y su lenguaje. Las puertas se abren sobre lo indecible y lo imposible, tanto por el azar de las palabras, como por sus virtudes.

En el grado 14, el Gran Elegido de la Bóveda Sagrada, Perfecto y Sublime Masón, satisfecho por sus hallazgos, afirma su identidad. Pero despojado de ilusiones, debe retornar entre sus semejantes en la cautividad de Babilonia, ciudad de la esclavitud a un poder ajeno, símbolo de la apariencia y de la ilusión, mundo de servidumbres. No obstante, se supone que él ha desmitificado la cultura comúnmente admitida y ha tomado la medida de lo posible. Sin complacencia, él se ha confrontado consigo mismo para afirmarse. Sabe que está siempre preso de su condición, de su cultura, de su pasado, de sí mismo y de sus semejantes (el centro de la idea reside entre una palabra indecible y un símbolo vacío) ; sabe que él es plenamente responsable de su sumisión, de su sujeción, por necesidad casi siempre, a veces también por componenda o compromiso. La palabra que pronunciará será sin duda alguna liberadora, ya que a través de los grados de perfección, ha podido entrever las debilidades de sus pensamientos y de sus actos, el sentido de su finitud y de su temporalidad.

En el grado 15, los Caballeros del Oriente y de la Espada son liberados por su carcelero, Ciro, que, temeroso por las predicciones entrevistas en un sueño que había tenido, les instruye en el arte de la guerra para dejarles, luego, partir para reconstruir el Templo. Habría mucho que decir desde una perspectiva psicoanalítica : el verdugo es aquél por medio del cual puede llegar la libertad. Pero nada puede darse por supuesto, puesto que tienen que combatir al enemigo para pasar el puente que lleva al mundo prometido. Esta “libertad de pasar” es una conquista colectiva pero temporal, en la medida en que los constructores deben todavía luchar para reconstruir el templo, la trulla en una mano y la espada en la otra. Aquí, “libertad de pasar” reúne la libertad de pensar y de vivir en común, pero en la confrontación y la adversidad. El triangulo emocional y dramático que este grado pone en escena (Ciro dominador, Zorobabel victima y los Samaritanos como chivos expiatorios), donde el papel de salvador pasa de las manos de Ciro a las de Zorobabel y sus tropas, da al desarrollo del tema de la libertad un rostro nuevo y complejo, que va mucho más allá de la simple “libertad de pasar” evocada esencialmente en este grado. La relación entre los protagonistas, con quienes cada uno a su vez se puede identificar, se vuelve poco a poco ambigua y un poco perversa. Sin embargo, cada bando parece lograr su interés, con excepción de los Samaritanos, nuevos enemigos, usurpadores de la identidad inicial, culpables de representar al ser antiguo del que los héroes buscan diferenciarse a toda costa, obnubilados por la reconstrucción. En este grado, se ha superado lo divino, lo místico y la magia, (planteados mediante el paso y las ruinas de los dos grados precedentes), para adoptar una táctica, una estrategia guerrera de reconquista, incluyendo la reedificación del Templo. El Masón se ha vuelto Caballero. Ahora está armado, y entra en la lógica del honor y del combate.

En el grado 16, el Príncipe de Jerusalén está obligado de nuevo a solicitar al dominador extranjero, Darío, al otro, al poderoso, para obtener la libertad de construir juntos la legitimidad del poder. Una vez más se hunden las ilusiones de haber adquirido cada uno un lugar en el mundo y en la propia etnia. Jerusalén simboliza lo que se ha perdido y lo que todavía importa aquí reencontrar en este estadio de la iniciación : la edad de oro, el ideal del grado de Compañero. Pero las condiciones han cambiado. Una autoridad de justicia social institucionalizada concede el permiso para trabajar y, de hecho, el poder de mandar. Legitimidad, libertad, autoridad y mando van a la par. La lucha continúa. La represión y las leyes (aunque fueran ilusorias) mantienen la creencia en un futuro mejor.

En cierta forma, los grados 13, 14, 15 y 16 forman un todo coherente donde cada actor tiene un papel particular, que evoluciona entre exigencias, necesidades, deseos y fantasmas.

Nabucodonosor representa al conquistador, al poderoso, al rival agresivo y destructor, megalómano y envidioso del esplendor del Templo, de su excelencia y su gloria. Simboliza la frustración, la codicia y el poder. Su fuerza conduce al pueblo de los israelitas a la prueba del exilio, como castigo por haber levantado tan magnífico edificio.

Ciro aparece a los ojos de los israelitas como el liberador, el salvador. En realidad, corroído por los remordimientos y el miedo a la pérdida de su poder después de un sueño premonitorio en el que vio encadenado a Nabucodonosor, entra en una fase de negociaciones, seducciones, manipulaciones, chantajes y cambalaches con Zorobabel, aunque, por otra parte, todas sus maniobras resultan infructuosas. Si inicia al pueblo en el arte de la guerra para reconquistar Jerusalén, es porque el considera verdaderamente que el Templo en ruinas no vale un pimiento a la vista de su probable decadencia. Sus motivaciones no tenían nada de altruistas.

Darío encarna una autoridad legítima que culmina el episodio y permite un nuevo proyecto de vida mediante la ley, el decreto. Su interés es convergente con el de los israelitas.

El pueblo simboliza a los iniciados. Es un pueblo poderoso y fuerte, al principio envanecido por un Templo tan majestuoso a los ojos de otros que despierta su envidia, lo que acabará llevando a los israelitas a la lucha y al exilio. Después, ya sometido y esclavizado, el pueblo se manifiesta algo masoquista, no habiendo más que sufrimiento y haciéndose responsable de su culpabilidad. Va a evolucionar al hilo de la progresión de los grados. El pueblo es conducido por el mago Guibulum a través del interior de las bóvedas subterráneas del Templo para recuperar sus raíces, intentar descubrir los misterios del pasado y medir los límites de su identidad. En adelante toma como jefe militar a Zorobabel, que según el ritual, era “de la tribu de Judá, príncipe de la sangre de David, el primero entre los iguales, libre por naturaleza y cautivo por desgracia”, y que resiste al fuego y camina sobre las aguas…

Zorobabel, incorruptible, resistente a la tentación de las riquezas y del poder en un primer momento, conducirá a su pueblo hasta la victoria, pero sin gloria. Al principio fracasa en su lucha armada, y no obtiene finalmente la “libertad de pasar” más que abandonando a sus adversarios los símbolos de la delegación de poder (los anillos y condecoraciones) que Ciro le había concedido. Pero sobre todo, en adelante va a saciar su voluntad de poder por la reconquista y la reconstrucción del Templo en ruinas. Pasa de ser víctima a ser dominador, perseguidor y acosador de los Samaritanos, pensando que está investido de la misión y del deber de retomar el bien de sus antepasados. ¿Engaño, voluntad deliberada o víctima de la manipulación de Ciro en la trampa en la que ha caído a sus espaldas ? En fin, no habiendo logrado por la trulla que cimienta y la espada que defiende, él se remite al poder y a la ley de Darío para actuar, como si la fuerza sola fuera inoperante. ¿Nuevo fracaso personal, o bien éxito total a cualquier precio ?

Los Samaritanos son los chivos expiatorios en este escenario. En la leyenda no son enemigos ancestrales. Habitantes de Samaria, representan a 10 de las 12 tribus de Israel, (que se enumeran al citar la pertenencia de los 12 inspectores, en la instrucción del grado 11) ; es decir de Samaria son todas las tribus con la excepción de Judá y Benjamín (palabras que se pronuncian como acompañamiento del toque en el grado 15). Los Samaritanos, antaño, habían contribuido a la construcción del Templo transportando los cedros del monte Líbano. Según Esdras (4, 1-3), incluso propusieron a Zorobabel y los suyos reconstruir juntos el Templo. Pero, sus ofrecimientos fueron rechazados por los otros, posesivos y orgullosos. Y a partir de ahí, los Samaritanos buscarán maneras de obstaculizar la construcción. Resisten a la espada en el grado 15, para doblegarse luego, en el grado 16, bajo el efecto de una pseudo-legitimidad extranjera, ya que el Templo, avasallado, permanece como propiedad de Babilonia… (Señalemos que no son citados en el ritual del 15 de Burdeos, y que son los enemigos a combatir sobre el puente del Éufrates en el ritual de la página web de la jurisdicción del REAA).

Entonces, este pueblo y sus líderes con los cuales se supone que ha de identificarse el iniciado masón, ¿son víctimas de otros o víctimas de si mismos ? ¿Son verdugos de si mismos o verdugos de otros ? ¿Cuál es el margen de maniobra que los rituales les dejan ? Se dice que los ritos sirven para preservar la paz en las sociedades primitivas, ¡pero que tienen la función de condicionar a la gente en nuestras sociedades llamadas civilizadas ! ¿Son, entonces, objeto de su destino, de su obstinación en construir y reconstruir un Templo que tienen por demasiado sacralizado ? ¿Están manipulados por su entorno, la sociedad y sus leyes ? ¿El arte de la guerra, el manejo de las armas, en lo que han sido iniciados, les ha servido realmente ? Etapa iniciática necesaria, responderán algunos, como para probar su sentido guerrero…

En el grado 17, cambia la decoración : el Caballero de Oriente y Occidente encarna al justo, en conciencia consigo mismo, aquél que piensa y actúa sin error ni desviación, aquél que ha rectificado numerosas veces y que puede así juzgar con toda serenidad porque está liberado de sus contingencias individuales. Es libre y lo suficientemente fuerte como para aceptar todas las destrucciones. “Habrá siempre ante él una puerta abierta y que nadie podrá cerrar”, dice el ritual. Las verdades selladas del libro interior para sí (misterios del cielo, enigmas de los orígenes, perspectivas insondables del porvenir : fin de los tiempos, juicio último de los hombres, llegada de un tiempo nuevo) se abren en un estruendo apocalíptico que los seres libres, puros y fuertes son capaces de superar, mientras que los impíos serán simbólicamente castigados. La libertad es puesta a prueba por la destrucción.

Pero cambiar al hombre, no es cambiar el mundo. Desordenes e iniquidades perduran. Los Templos están de nuevo demolidos y, lo que es peor, las herramientas han sido dispersadas. Conviene diseñar una nueva enseñanza y aprender a vivir de otra manera, sin templo, y pronto en el vagabundeo y en el nomadismo. Así es la vida.

En el grado 18, el Caballero Rosa+Cruz no tiene necesidad de un espacio sagrado : el templo está destruido, está (finalmente) abierto y no se volverá a cerrar enseguida. La libertad parece toda entera en la liberación del yugo y en el abandono (¡provisional !) de la obsesión creciente que se ha tenido por el Templo a lo largo de los grados, ya que él no era un fin en sí mismo, ni siquiera aunque fuera solo simbólico. Y nadie duda que el Templo sustitutivo, sea místico, profético o extático, no es más que un callejón sin salida para bastantes de entre nosotros. El caparazón necesario en el proceso iniciático para llevar a cabo una aculturación respecto al mundo profano ha dejado de tener utilidad. Todo se ha vuelve transparente, la apertura rompe las barreras entre el interior y el exterior. La libertad interior permite y pone disponible la alteridad. Una nueva ley, más humanista y más fuerte, abre las perspectivas de un mundo nuevo. Impulsado por la fe, portador de una palabra de esperanza, liberado de sí mismo, el Caballero podrá quizá trabajar para el mejoramiento de la sociedad. Pero, ¿cuál es la parte de libertad que les queda a los Masones, que tienen de este grado una visión sacrificial y dolorida, a pesar del lema ritual que dice “tengo ese placer” ? ¿Libertad para sacrificarse o bien simple ejercicio del deber ? ¿En qué momento el deber se convierte en sacrificio ?

La emancipación progresiva vivida en el curso de estos grados capitulares proporciona toda su cualidad al Iniciado que, del “muy buen masón” reconocido en las Logias de Perfección, deviene en el Franc-Masón, el Masón emancipado del grado 18, tal como fue prometido por el cursus masónico. Se ha abandonado (provisionalmente) la fuerza, para magnificar la alteridad, el altruismo, el agapé. Pero, ¿la empatía y la acción altruista son suficientes para la construcción de un mundo mejor y más progresista ? Si esta etapa capitular constituye el corazón del proceso iniciático, nadie duda que la continuación de la iniciación sea necesaria para desarrollar el método simbólico indispensable para la acción individual y social. Se van a abrir múltiples vías que es preciso conocer para hacer un buen uso de ellas.

En el grado 19, el Gran Pontífice no se bate más sobre puentes, pero los construye para relacionar las dos orillas, dos mundos. Es él quien da ahora la libertad de pasar. Es un mediador que abre vías hacia una espiritualidad, pero, no lo dudemos, la Jerusalén celeste del ritual, edificio místico para algunos, no reemplazará las ruinas del antiguo templo. No será más que una esperanza, una promesa, una creencia, una ideología, una ilusión suplementaria. Pero que, también, forma parte de nuestro imaginario antropológico, cultural y cultual.

En el grado 20, el Maestro Ad Vitam parece tener la eternidad de la maestría delante de él. ¿Es esto un engaño, una ilusión, la reminiscencia de prácticas de comienzos del siglo XVIII, o es una posibilidad adquirida por la sabiduría ? Si lleva en él la luz de sus antepasados, como dice el ritual, sería lamentable que se tomara la libertad de abusar. Nada es perenne, todo no es mas que tentativa y provisionalidad, pero existen las tentaciones de poder.

En el grado 21, el Caballero Prusiano sufre el fracaso de haber querido construir una torre que llegara hasta las puertas del cielo (como había sido rechazado a la puerta de su infinito en el grado 14), para reencontrarse arrojado a las minas prusianas de sal. La libertad tiene sus límites, tanto en las profundidades como en las alturas, pero es preciso atreverse a explorarlas para tomar la medida de lo posible, con el riesgo de la dispersión y del exilio.

En el grado 22, el Príncipe del Líbano, armado con un Hacha Real, corta los cedros ya que ellos no pueden elevarse hasta el cielo. Su utilidad es mayor sobre la tierra, para apuntalar y construir…Rompe así los lazos con lo ilusorio, se desembaraza de lo inútil para liberarse y encontrar el uso justo.

En el grado 23, el Jefe del Tabernáculo ve los limites de la razón y pierde una parte de su libertad en la medida en que prefiere sacrificios y ofrendas que sin duda manifiestan creencias mágicas. Este retorno hacia atrás, a la travesía del desierto, evoca bien la impronta con la que está marcado el espíritu y su parte irreflexiva, dispuesta a prácticas idolátricas que se podrían creer olvidadas. Nuestro inconsciente es también nuestro destino y frecuentemente nos maneja sin que lo sepamos.

En el grado 24, el Príncipe del Tabernáculo, dispuesto a santificar el Templo, se extravía en los mismos hábitos supersticiosos frente a la actitud anómala del indestronable Salomón, capaz de poner la institución en peligro. No solamente los límites están puestos, sino que las regresiones son siempre posibles. El iniciado saldrá sin embargo engrandecido, liberado de la idolatría que consagraba la imagen de “juez implacable” cuya emblemática sabiduría ya estaba decaída al final de sus días. Todo pasa. No se ve vuelve a mirar con los mismos ojos.

En el grado 25, el Caballero de la Serpiente de Airaín está liberado de sus cadenas que son un obstáculo para su libertad, para efectuar su ascensión a la montaña y enfrentarse al reptil que cura las mordeduras de la vida. Pero el talismán que el erige con la serpiente alrededor del Tau no debe convertirse en un nuevo amuleto, en una nueva superstición que le aprisionaría todavía… ¿Potente símbolo de vida y de esperanza necesaria o pequeñez y negligencia de un espíritu fetichista que necesita usar amuletos como apoyo ?

En el grado 26, el Escocés Trinitario, Príncipe de Mercy, busca librarse de su miedo moral y físico, ahora que ha elegido lanzarse al vacío, pero percibe claramente su dependencia del mundo material, durante la ascensión por la escala de las virtudes teologales que lleva hacia un tercer cielo perfecto, abierto, pero que queda por explorar. Sin embargo, la Verdad establecida en palladium en este grado, aunque pueda redimir del error, no debe reducirse tampoco a otra idolatría, porque las alas de las que está revestido el recipiendario no le permitirían el vuelo… Permanece amarrado durante el salto, ligado a la vida, aunque quizá se encuentre algo más fuerte ante su destino. ¿El tercer cielo es de este mundo ?

Estos 4 grados añadidos al rito de Perfección, procedentes de la Orden de los Escoceses Trinitarios, lindan con un fetichismo ligado a antiguos cultos que conviene relativizar.

En el grado 27, el Gran Comendador del Templo tendrá las manos libres de sus trabas tal como será anunciado : “os declaro desligado del yugo de la servidumbre de los hombres, no estaréis más sometido a hermano alguno, todos os respetarán, no os iguala más que vuestro soberano Tribunal”. Igualdad, respeto, libertad, y deberes recíprocos, son los valores cardinales de este grado reunidos alrededor de una mesa redonda.

En el grado 28, el Caballero del Sol se libera de sus últimas ilusiones, mediante un retorno a las Leyes de la Naturaleza, ahí donde “el mal y sus manifestaciones forman parte de la armonía universal” y donde “toda armonía se renueva sin cesar por el juego de fuerzas contrarias”, (incluso aunque estas nociones hayan sido introducidas tardíamente). Es por esto que algunos rituales dejan la libertad necesaria para entrever la misma acción según dos puntos de vista opuestos (uno interesado y vil, el otro humanista y sabio), como bajada del pedestal edénico en el que los hombres se colocan con demasiada frecuencia. Es preciso decidirse a ver el mundo y los hombres tal como son. Sin angelismo, un simple restablecimiento lúcido de la perfectibilidad del hombre, ahí está el capital de la Masonería. La violencia parece inscrita en nuestros genes y la Verdad esta toda entera contenida en nuestro corazón, allí donde se ha refugiado por temor de lo que los hombres han hecho. No se manifiesta más que si se sabe encontrar y liberar, más allá del bien y del mal.

En el grado 29, el Gran Escocés de San Andrés, caballero constructor, comete el error de querer imponer su verdad en lugares orientales habitados por otras costumbres, otras creencias. Infiltrados por el enemigo, los Caballeros regresan, acogidos como vencedores en Escocia. Los límites a la libertad están planteados de nuevo, allí donde las creencias o la razón se conviertan en dogma. “Venerar la pura razón, servir la Verdad, proteger la Virtud, combatir por el Derecho”, que son los credos del grado, no son universalizables mas que en la medida del respeto a otras culturas. Así se muestra que es preciso saber regresar de los viajes necesarios, que no deben limitarse a guerras ideológicas, santas o colonialistas (o de conquista mercantil, se podría añadir hoy).
Este tercer punto de retorno (después de los de los grados 13 y 21) no será el último del proceso, el escalón más alto de la escalera en el grado siguiente será otro.

En el grado 30, el Caballero Kadosh, que clama “Haz lo que debas, pase lo que pase”, parece conquistado por una libertad total, la de un justiciero, que busca reparación desde un campamento itinerante. La progresión iniciática, con sus conocimientos adquiridos, sus virtudes probadas y sus vicios reprobados, podría así permitir la acción en oposición a las “potencias del mal”. El Caballero Kadosh, que busca “la luz de la libertad para quienes no abusan de ella”, no se conforma con estar sometido a una legislación, se erige en legislador. En “soldado de lo universal”, se prescribe la ley a la que obedece para lograr su libertad. Ya que la libertad no puede existir fuera de toda ley. Teniendo la razón como juez de la moral, el hombre tiene la facultad de darse a sí mismo la ley que no puede encontrar en nadie sino en él mismo. Su conciencia le da un incremento de su autonomía por su propia determinación en relación a esta ley, para su buen uso en la acción. Pero ¿cómo el Caballero Kadosh, en su cruzada y su combate reparadores, en su conjuración de los maleficios, puede enorgullecerse de la suficiencia de su deber, de la inocencia de su intención, de la rectitud de su acción, de la impunidad de las consecuencias de sus actos, cuando, aunque sean puras sus armas, pueden volverse contra él ? La convicción, aunque sea lúcida, ¿es suficiente para justificar la acción ? Y este nec plus ultra que domina los conocimientos, los valores y las virtudes de la escala, ¿está en la cumbre de la conciencia del Masón Escocista o más bien en el abismo de su indigencia ?

En el grado 31, el Gran Inspector Inquisidor Comendador adquiere la libertad de juzgar en el Gran Tribunal del mundo, pero con equidad y responsabilidad, por tanto, sin pronunciar sentencia. La libertad del grado consiste en interpretar la ley, haciendo caso omiso a los casos particulares, para borrar las desigualdades. Pero ejercer su facultad de juzgar, es también saber discernir en el límite del entendimiento, según un esquema de lectura ética de la vida y de los valores morales de referencia. También, la libertad está subordinada a los principios judiciales inherentes a las costumbres, y más todavía, a lo humano. El masón reencuentra en este grado un lugar pacificado, en el que la ley y la justicia reemplazan a los combates trágicos de la libertad contra la fatalidad. El orden está simbólicamente restablecido. Es el final de la venganza, del castigo, de la justicia arcaica, sea salomónica o divina, que hacían el oficio del destino. Una función nueva de regulación y moderación ha tomado su lugar.

En el grado 32, el Valeroso y Sublime Príncipe del Real Secreto, practica un arte de vivir fundamentado en un ideal de libertad razonable, ya que saber hacer y saber qué hacer son cosas que van a la par. Pero, si el ritual evoca una convergencia solidaria y una atención a las circunstancias, es para proseguir el combate por “el derecho a la libertad de conciencia” en el campo del compromiso, objetivo final, donde se procurará estar dispuesto a asentar el Templo inicial convertido en ciudadela, ya reconstruido, fortificado y ocupado por otras comunidades de pensamientos y convicciones diferentes, enemigos ancestrales. La lucha continua y la guerra no tendrán salida más que para aquéllos que mueran. “Yo he sido lo que sois vos, y vos seréis lo que yo soy” recuerda útilmente el ritual. El hombre parece condenado a vigilar y guerrear por su supervivencia, pero también por las creencias, incluso por las ideologías con las que se identifica.

La Masonería fundamenta su método iniciático sobre el tema de la construcción de un edificio sólidamente anclado, luego sigue con el tema de su apropiación por todos los medios, intentando una posesión sedentaria que resulta ilusoria, para terminar, después, en exilios y destrucciones, en reconstrucciones y fracasos, en un deambular nómada, primero reparador, luego justiciero y por último combativo. ¿Es éste el destino del Masón ? Liberar sus frustraciones o su agresividad en la provisionalidad, batirse por o contra cualquier cosa, estar forzado a destruir, destruir lo que otros han construido, destruir (voluntariamente o no) lo que él mismo ha construido, cualquiera que sea el coste.

Este análisis esquemático, ¿limita la esperanza de libertad del iniciado, héroe trágico en el camino del devenir ?

En el grado 33, el Soberano Gran Inspector General está dividido entre el sentimiento de culminación de un recorrido ya terminado y el de perspectiva de un ciclo a recomenzar sin cesar en un mundo abierto. El grado invita a mirar con lucidez la evolución masónica para percibir que un grado no llega para superponerse a otro anterior. El compromiso con la Orden incita a practicarlos todos simultáneamente, como si un frente que contiene pasado y presente avanzara en la temporalidad, para un porvenir prometedor. La liberación, en tanto que se realiza, no se practica por el olvido, incluso aunque el recorrido invite a depurar los conocimientos.

La libertad del Escocismo es ante todo compromiso y responsabilidad en un mundo improbable en marcha, y todos los grados contienen su parte de verdad.

En efecto, si la mayoría de los grados pone en perspectiva una libertad respaldada por la conciencia de una voluntad razonable, están interrumpidos por otros menos humanistas, pero también humanos (¡demasiado humanos, quizá !), que ponen en escena la satisfacción de necesidades inmediatas, frecuentemente por la fuerza y la violencia. Estos últimos, cuyo origen puede ser atribuido a las necesidades, pero sin duda también esencialmente a las creencias, se saldan frecuentemente en fracasos formadores que relanzan la epopeya del Escocismo. Otros grados, en cuyo fundamento está la conciencia de un mundo más grande que uno mismo, ponen de relieve la apertura del espíritu y la alteridad. Hay otros, por último, que exacerban la necesaria expresión del ego y el horizonte de su finitud en la cual está circunscrita la libertad.

El recorrido masónico del REAA, a través de su simbolismo, sus escenificaciones y sus mitos, hace aparecer así las facetas de una Libertad compleja, no monolítica y sin cesar puesta en cuestión. Y por tanto, el sentido filosófico del recorrido permite pensar que el Mason tiene la vocación de ser un hombre justo, un hacedor de leyes, que debe crear según va avanzando por el camino de la vida. En contrapunto, la postura del Masón en los Consistorios, los últimos espacios de trabajo en el REAA, dan la impresión de que el recorrido iniciático, lejos de haberle cambiado, le han proporcionado por el contrario las armas y los instrumentos necesarios para confortarle en sus convicciones iniciales. Solamente su mirada sobre sí mismo y sobre el mundo cambia, pero su fuero interno permanece inmutable. Mejor equipado y mejor armado, aguerrido en el arte de la retórica, frecuentemente revestido con su ropaje de pensamiento masónico, sabrá usar la elocuencia necesaria para explicar lo que es él, en lo que cree, con las referencias culturales adquiridas en Logia, pero sin fondo ético, el que ha permitido su cooptación inicial en el seno de la Orden, para continuar siendo él mismo. En efecto, tan pronto como el consenso humanista es superado en el discurso en Logia, cada uno permanece acampado en sus posiciones. Son raras las conversiones, sean progresivas o catárticas. Parece comprobarse aquí el adagio que dice : “Uno se convierte en lo que es, porque es en lo que uno se ha convertido”. Las creencias de cada uno son en definitiva el motor de la existencia, lo que permanece en uno mismo, sin que se sepamos verdaderamente el porqué.

Entonces, ¿la masonería es una coartada para darse a uno mismo una buena conciencia humanista ?

La vida es una lucha permanente, contra la entropía para todos, pero también contra el miedo para algunos (¿menos afortunados ?), que se pelean contra sí mismos y contra los otros para existir. ¿Combates necesarios o vanas gesticulaciones ? ¿Combates mediocres o buenos sentimientos ? Y por tanto, es a este precio como se conquistan las libertades. Un ser que pierde su energía vital pierde su lugar entre sus congéneres ; es la dura ley de la evolución de las especies. También se puede estimar, a falta de otras explicaciones, que habría un instinto salvador, frecuentemente belicista, superior a la legalidad, que se transluce en las costumbres y que escapa a la cognición, porque es necesario para sobrevivir. Las luchas nos confirman que vivimos, y la masonería no se escapa de estos combates. Teóricamente no sometido, el Masón debe no obstante defenderse de eso que se llama la Orden, noción por otra parte masónicamente vaga, con el riesgo de comprometer una parte de su libertad. Así, las luchas son inmorales en el grado 3º para adquirir un poder ilusorio, vengativo en los grados 9º y 10º para reencontrar un equilibrio psicológico, –a la vez guerrero, salvador e ilusorio en los grados 15 y 16–, para encontrar una libertad tan esperada y poder continuar construyendo, como reparadores en el grado 30, y conquistadores en los grados 29 y 32, pero ¿esas luchas son legitimas ?

Curioso destino el del hombre, que se cree libre pero que no hace más que “bailar encadenado”… Solo su conciencia y su libre albedrío pueden ser sus guías. ¿Pero que libertad cabe esperar de lo necesario y de la acción contingente ? ¿Disponemos de libertad para nuestras elecciones ? Freud responde a esta cuestión con un pesimismo realista, sin ninguna duda parcial, planteando la reflexión de que “el libre arbitrio es la elección de la neurosis”. Esta idea de liberación en la constricción muestra en resumen que el hombre es prisionero de su condición, no puede superar la altura del mito y de la cultura que genera, y en la espesura del lenguaje, se opone muy frecuentemente a la búsqueda de la palabra verdadera, a la liberación del sentido aprisionado.

“Sin suelo, sin orden, sin origen, el ser no es nada, dijo Heidegger, le es necesario tener una historia”

“La vida, cuando no es sufrimiento, es juego” declara Cioran y, cualquiera que sea el medio empleado (orden, violencia, fuerza, altruismo, amor), la libertad se sitúa entre creencia, deseo y necesidad. ¿La sabiduría no es, finalmente, más que una aceptación, un compromiso con el destino, a la vez que la disciplina de los deseos ? Está bien, que se reivindique nuestra libertad de pensar, en tanto que estamos dotados de razón y de espíritu crítico, de voluntad y de determinación, pero estamos simplemente condenados a esperar…
Mundo inteligibleMundo sensibleMundo intuitivoMundo inconsciente
Consciencia de una voluntad razonableSatisfacción de necesidades inmediatasConsciencia de un mundo más grande que uno mismoExpresión del ego
Actuar por deberctuar por interésActuar por compasiónActuar por impulsos
La ley moral obligaLos instintos guíanLa empatía es lo que primaLa emoción conduce
HumanismoNecesidades y CreenciasBenevolenciaDeseos
1, 2, 4, 6, 7, 8, 11, 12, 15, 16, 17, 20, 22, 30, 31, 32, 33
(27, 28)
3, 9, 10, 21, 23, 24, 25, 29
(28)
5, 18, 19, 26
(27, 28)
13, 14
(28)

Tomado de:
https://www.grand-college-des-rites-ecossais.fr/Libertad-y-Escocismo.html