AMIGOS DEL BLOG

miércoles, 10 de julio de 2013

LA LEY DE LA RETRIBUCION



A través de la Ley de la Retribución, las malas acciones que una 

persona comete se vuelven contra ella. La Historia nos ilustra bien 
acerca de este hecho. 
Por lo tanto, que "no hay que hacer a otros lo que deseamos que no nos 
hagan a nosotros" está conectado con un aspecto del liberarse de la 
ley de la Retribución a la cual está sujetas las personas. Una 
conducta unilateral, característica de las personas maquina, lo ponen 
bajo la Ley de la Retribución. 
Excitará lo opuesto en el sentido de ¿lo qué hago de bien a los otros 
me será recompensado? Este debe ser el significado del dicho El amor 
se paga a sí mismo, se basta a sí mismo, es su propia recompensa.. 
Ahora bien, no limitaremos la acción de la Ley de la Retribución a 
una sola vida: sino en varias como Reencarnaciones o Recurrencias, o 
en un Eterno Oriente Paradisiaco o de Expiación "Es algo así: el 
beneficiado se convierte en el benefactor; el benefactor se convierte 
en el beneficiado." 
En suma, la situación se revierte, mañana o años más tarde. Lo 
pasivo llega a ser activo y lo activo llega a ser pasivo. La situación 
da vueltas completamente. Ahora bien, cabe la posibilidad de hacer 
reflexión, pero la gente se niega con obstinación a seguir este 
proceder. Nos enseñan masónicamente a este respecto, como ejercicio 
para acrecentar la conciencia, considerar a veces conscientemente el 
punto de vista opuesto al que simplemente consideramos 
mecánicamente. 
Esto es incluir lo opuesto, pero sin rechazar el otro punto de vista. 
Es llevar los opuestos reunidos hacia un punto medio, incluyendo ambos 
lados en la conciencia. No es la conversión en lo contrario, sino 
reconocerla. Es un ejercicio muy útil si de vez en cuando se lo 
realiza verdaderamente. Amplia mucho la extensión de la mente. Como 
ejercicio masónico está vinculado con la Fraternidad. 
Entre muchos otros beneficios, ser cada vez más consciente de ambos 
lados del Péndulo disminuye la resistencia a la Fraternidad. Por 
ejemplo, se siente uno atacado por una súbita crisis de pensamientos 
no fraternos. Cuando esto sucede uno se identifica evidentemente con 
una posición extrema del Péndulo. ¿Cuál es, pues, el opuesto que se 
debe hacer comparecer ante la conciencia para equilibrar el proceso 
si se desea trabajar sobre este desagradable estado? Convocar al 
opuesto convencional —esto es, verse uno mismo pleno de bondad y 
tolerancia, tal como se recuerda haber sido, digamos, ayer, es poco 
probable que sea el opuesto efectivo que permita la liberación. 
¿Dónde puede encontrarse el opuesto efectivo? Cabe responder que se lo 
encuentra en lo que no se incluye en el sentimiento de uno mismo. 
Los opuestos a los que nos referimos aquí son los grandes opuestos de 
la Luz y de las Tinieblas. Porque aquello de lo cual soy consciente 
está en la Gran Luz, y aquello de lo cual soy inconsciente está en las 
Tinieblas, y estos dos son grandes poderes que están en desacuerdo uno 
con otro- y que riñen ahí justo dentro de nuestras mentes 
constantemente. 
En la Mitología Masónica se encuentran mitos acerca de esa lucha 
entre la Luz y las Tinieblas, del héroe de la Luz “Hiram Abiff” 
combatiendo el dragón de las Tinieblas o que es temporariamente 
asesinado por tres malvados y se abre penosamente camino para volver a 
la Vida de Nuevo. 
El Trabajo Masónico nos enseña que no somos propiamente conscientes. 
Nos indica que la meta suprema de la Masonería es el acrecentamiento 
total de conciencia. Tal como somos, pertenecemos a "la gente que vive 
en las tinieblas del mundo profano y evita la Gran Luz de la 
Iniciación Masónica". 
No nos enfrentamos con nosotros mismos. Nos negamos a ver. Cambiamos 
de tema o nos justificamos a nosotros mismos. Pues bien, lo que está 
en las tinieblas mentales de una persona posee un extraño poder sobre 
ella. Sigue ejerciendo su influencia sobre ella y por más que parezca 
resistir, termina por dominarla. 
Su maldad y oscurantismo paraliza por momentos su voluntad consciente. 
Tan sólo el héroe Solar “Hiram Abiff”, es decir la conciencia, puede 
luchar contra su poder de la Oscuridad del Mundo Profano, ese mundo 
lleno de Egoísmo, Falsedad, Hipocresía, Superstición y Fanatismo. 
El héroe francmasón vive, para empezar, en esa óptica por medio de la 
cual podemos observarnos a nosotros mismos y por lo tanto ampliar y 
así acrecentar nuestra conciencia de nosotros mismos. Se nos enseña 
masónicamente en realidad que el observarse a sí mismo deja penetrar 
un rayo de luz en nuestras tinieblas interiores —esto es, en aquello 
de lo cual somos inconscientes y así no se incluye en nuestro 
acostumbrado sentimiento de sí—. 
¡Oh esta cosa maldita llamada "Ego" —este profano manojo demasiado 
identificado con las regiones, la sociedad y las ciencias profanas—, 
esa tonta colección de condicionamientos que es causa de tantas 
molestias y nos posee sin que lo notemos! 
Ahora bien, cuanto más se amplía nuestra conciencia masónica, tanto 
más incluye, y menos largos serán las oscilaciones de los opuestos y 
así menos estará nuestra existencia espiritual a la merced de las 
oscilaciones del péndulo. 
Ese "Ego" es notablemente exclusivo. Es extraordinariamente poderoso, 
nos atrapa y nos despoja. No quiere ser desenmascarada. Por cierto, 
uno tendría que combatir afanosamente a ese "Ego", que es una 
mentira. 
El amor de sí está en él. Pero el amor egoísta de sí debería tener una 
mejor meta, porque ese "uno mismo", que nos procura tantos opuestos 
innecesarios por su empecinada negativa a incluir más de lo que 
incluye en la conciencia, no es el Sí al que llegamos por último 
cuando la conciencia ha logrado un suficiente ensanchamiento y las 
fronteras del pequeño y tonto "Ego" son derribadas. 
Alcoseri 

No hay comentarios:

Publicar un comentario